Lamento no obviar dos trazos de “Rayuela”
para alcanzar el “cielo”.
Lamento no transmutar heridas de antaño
ulceradas, putrefactas
en malestares leves.
Pero más lamento
no atiborrar con sabiduría y afecto
y regar tus huecos de huerfána
desolada y esquiva.
Busco en el silencio de este antro
la tarde ausente de la infancia,
la respuesta tenue de los libros,
el despertar del mortal letargo
para intentar poetizar
entre gritos y espantos
milenariamente predestinados.
Obra de Vino Morais