la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Marlene Dietrich en las Tablas del Paradisi , exposición virtual de José Augusto Paradisi Rangel/ Argentina-México-El Mundo, 3 de octubre de 2021

 













José Augusto Paradisi Rangel
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 jparadsir@gmail.com






JOSÉ AUGUSTO PARADISI RANGEL


Querida Viviana te presento algunas de mis Marlenes en las Tablas del Paradisi,  óleos sobre madera de pequeños formatos, producción realizada en la alborada del vuelo de un maldito murciélago chino en los estómagos salvajes del bárbaro y totalitario pueblo de Mao Tse Tung. Exposición que fue pospuesta para mediados de este año.

 

Desde mis años 20 promisorios el drama de El Ángel Azul deslumbrando a Emil Jannings como el profesor Unrat , encarnado por una legendaria Marlene Dietrich es marca indeleble en mi asombro y mi querencia. Ese prodigioso ejemplo de aplastante seguridad femenina ha sido vestal del templo de mis investigaciones estéticas y anímicas sobre el hondo misterio femenino inmarcesible a la constreñida masculinidad, como diría mi Maestra de Canto, la genial María Luisa Tamez, de órganos externos que no sangran ni reproducen en sus entrañas la especie humana a la que pertenecemos. 

El Rostro del Misterio femenino encarnado en la mirada de Marlene Dietrich ha sido visitado y revisitado por mi pincel y mi silencio múltiples veces mientras escucho Lili Marlene y pienso en las desgracias de los autoritarismos y los enloquecidos hijos de Marte.

 

Por otra parte, me pides un breve currículum. Sólo te digo que con casi 40 años de trayectoria artística  en la aurora de mis 64 giros al sol: Nací Niño Gerber 1957 Special Edition en mi pueblo: Villa de Cura, para asombrarme del mundo y los seres que lo habitan. Comprendo que  como Jorge Luis Borges, a quien conocí en su única visita a Caracas en la extinta Librería Lectura, cuando degustó de la mano de Maria Kodama su primer zumo de papaya, que nosotros llamamos lechosa, y abrió sus inmensos y desorbitados ojos azules exclamando ¡Qué cosa linda que es este jugo!, no me enorgullezco de lo creado por mi angustia expresiva, sino del asombro constante y firme de la obra de los otros amanuenses de Dios rebasando geografías, idiomas e ideologías y repitiendo en mi memoria a Susana Rinaldi cantando: A un semejanteEs un asombro tener tu hombro y es un milagro la ternura. Y así, cantando con medio melón en la cabeza, así, hasta el último suspiro quiero seguir reflejado en los otros, como diría Octavio Paz, que me dan plena existencia.

 

Un enorme beso de aquí a las pampas argentinas de este nacido en las puertas de los llanos venezolanos,


José Augusto Paradisi Rangel.


 Ciudad de México, 27 de septiembre de 2021

 


Un cuento y un poema de Natasha Hernández



 






CIERTO QUE...

Mi amigo recogió las cáscaras del plátano que habíamos comido, en el improvisado desayuno, las envolvió en un nylon, camino hacia el frízer y las guardó, en el fondo, bajo mi sorprendida mirada

No me atreví a decir nada para no pecar de indiscreta, pero me alarmaba su conducta. Aquello no tenía sentido, a menos que mi amigo estuviera perdiendo la razón

Cierto que a veces la comida no alcanzaba para saciar el hambre, pero, no era para tanto

Mientras nos tomábamos una taza de café recién colado y conversábamos sobre el vivir diario, mi cerebro buscaba una lógica para aquella actitud: ¿Tendría un pajarito? Miré con disimulo buscando una jaula, agucé el oído esperando algún trino, pero nada

Seguimos charlando y yo observaba buscando alguna anomalía en su forma de comportarse, pero el tiempo transcurría como siempre, sin nada que alterara la cotidianidad. Quise convencerme de lo que había descubierto y con la mayor naturalidad, le dije: ¡Que rico estaba el plátano Jhonso! ¿Me regalas uno? Claro, contestó mi amigo y me puso delante otro, le quité la cáscara con premeditación y alevosía como los asesinos y observé su reacción

Y se repitió el fenómeno: mi amigo con toda parsimonia recogió las cáscaras, se dirigió al frízer y abriendo el nylon las juntó con las otras

Yo no pude más, y le dije: ¿Vas a hacer una sopa de cáscaras de plátano? Mi amigo me miró sorprendido, miró las sobras y soltó una carcajada –No mujer, son para mi suegra. ¡Pero…! ¿No vive en el campo?

Sí por eso le voy a congelando las sobras y una vez al mes se las mando. Me quedé consternada, guardar sobras, congelar... Para enviarlas tan lejos, ¿por qué? Mi angustia comenzó a crecer, mi amigo no podía estar bien, detrás de su normalidad, había un desequilibrio. Claro, no era saludable tener un frízer en la casa, vacío y esto unido a lo demás, había minado la resistencia psíquica del pobre hombre

Discúlpame, Pepe. ¿Pero allá no hay sobras, esa gente no come? ¿Esa gente la está pasando peor que nosotros? Y ¿tu suegra come cáscaras?

¡Claro que no! Son para el puerco que están criando, eso es una ayuda. Respiré más aliviada y levantando la mano, juré que cuanta cascarita me caiga en las manos, la depositaré como gesto de solidaridad en tu frízer.



La Habana, Julio de 1998






DILUVIO

I 

El tremendo diluvio nos obligo 

A cerrarnos a cal y canto 

Y a refugiarnos a la luz mortecina  

De una vela   

 

II 

Los vecinos se sientan en los balcones 

Al fresco 

Y comienzan las conversaciones voladeras 

De balcón a balcón 

Y se puede oír los relatos  

más disparatados 

Te enteras de la vida y milagros 

De las personas  

 

III 

La oscuridad crea una sensación de seguridad 

O de impunidad en la gente 

Como si estuviéramos solos en el universo    

 

IV 

Cuando estamos a oscuras  

Y no llueve 

La oscuridad es más llevadera 

 

 

 

Natasha Hernández

 Escritora y productora teatral cubana

1998 La Habana



Fuente: Armando Africano

















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Carlos Giménez, el último rapsoda en un fractal desorbitado del Paradisi: Rapsodia IV / por José Augusto Paradisi Rangel, Ciudad de México, 3 de septiembre de 2021

 



 

Rapsodia IV


Déjala bailar en paz o Caracas escenario del mundo


La hambruna, la efervescencia política de Polonia, la realidad de aquel país negada en la hegemonía roja de los medios de comunicación erigió en mi memoria los versos de nuestro poeta Francisco Lazo Martí:


“Es tiempo de que vuelvas,

es tiempo de que tornes…

Que tu pecho varonil exornes…”


Un día en medio de una propuesta cerca del Palacio de la Cultura y la Ciencia de contestatarias remeras azul cobalto con las siglas E y A por la espalda, y por delante a nivel del corazón la leyenda: Element Antikomunisticzny tomé la dolorosa decisión de dejar mi amada por siempre Polonia. La multitud de corifeos de un teatro libertario rodeando la horrenda copia stalinista del Empire State Building me envalentonó.


Aeropuerto Okencie de Varsovia vuelo a Frankfurt, de ahí a Nueva York, a Caracas en las extintas alas de Pan American. Nuevo parto. La letra del himno nacional polaco como salmo y renunciable en el corazón cuya posible traducción sería ¡Todavía Polonia no muere mientras estemos vivos! (Misma que me aplico cotidianamente como dosis de opio soñando la reconstrucción de Venezuela después de la pesadilla roja que nos troco en judíos errantes y diáspora hidrocefálica.


Muy delgado, exuberante melena, sandalias, overol malos olores desdibujando al niño de residencia universitaria del Opus Dei que, increíble pero cierto, fui,  un tesoro en el pecho forjado por mis viajes por Europa; y aquella procesión de verano a Grecia, descubrimiento de nuestra naturaleza cósmica mas allá del mal y del bien y la revelación, una noche báquica observando la grandilocuencia marmórea del Partenón desde el Ágora de Atenas, en palabras de Armando Rojas Guardia: de quién era yo al fondo de mí mismo.


Aterrizo en Caracas con un nido de cuervos desordenados en la cabeza, melena más escandalosa que la del actual Dudamel, medusa de mil sierpes sin oficios, beneficios ni proyectos. En el aire una gran expectación. Muy pronto se realizaría el V Festival Mundial de teatro de Caracas. Olimpíada de histriones del mundo entero. Era inevitable, la inclinada pendiente de mis asombros me empinaba finalmente al encuentro con el rapsoda para solicitarle empleo como traductor y guía en lengua polaca. El último rapsoda del teatro del siglo XX era mi destino; el oráculo de Delfos habló en el recuerdo del abrazo de la Gambaro en Maracay y su Teatro de la Ópera. Me esperaba en las oficinas de Rajatabla.


Quizás la encendida pasión que revelaron mis ojos más abiertos que nunca por la cultura polaca y mi periplo lo asombró. Lo cierto es que el bello rapsoda me tomó de inmediato para guía, traductor, asistente y cicerón del portento de Cracovia: Tadeus Kantor. Quizá vio en mi un San Jorge con lanza y armadura para vencer al dragón cuyos requerimientos y fama de difícil eran bocanadas de fuego en las orejas de los productores y realizadores de festivales de teatro del planeta.


Caracas, nuestra amada Caracas en democracia y libertad era una fiesta descomunal y Carlos visionario, con enorme justicia lo repito, la transformó en EL ESCENARIO DEL MUNDO.


El Decano de los rotativos de Venezuela: EL NACIONAL, nos bombardeaba con el arribo de los atlantes del teatro mundial. ¡Maravilla, a diferencia de otros festivales del mundo, todos alojados en hoteles contiguos: El Caracas y el Anauco Hilton cerca del novísimo Ateneo de Caracas, frente a nuestro Teatro Teresa Carreño en construcción! ¡63 teatros en activo en toda la ciudad en extensiones al interior de la República! Al finalizar las funciones cada jornada la gran rumba para festejarlos en el Teatro Permanente también muy cercano, en la antigua sede de la Cervecería Caracas: ¡un night club felliniano y tropical donde la alegría era Alka Seltzer de inextinguible efervescencia!


El soundtrack de ese festival fue sin duda la icónica producción de un auténtico “trabuco” musical en la triada de Chico Buarque de Holanda de Brasil, Willie Colón de Puerto Rico y la cereza del pastel en la voz de nuestra Soledad Bravo. Producción discográfica que produjo el milagro de romperles las férulas que ataban las caderas de cualquier histrión del mundo no nacido en nuestra desorbitada zona tórrida de las síncopas caribeñas.


No es por estar en presencia tuya, mi querido rapaz, pero tú estás mal, estás de lo peor. ¡Son las 10 y el baile está caliente y sigue llegando la gente y tú no la quieres dejar bailar…!


El Ateneo un geiser hiperactivo en pleno corazón de Caracas. Las noticias a todas horas y a deshoras: ¡Ovación de 45 minutos al Piccolo Teatro de Milano por su bellísima producción en comedia del arte de Arlecchino servitore di due padroni, dirigida por Giorgio Strehler, Goldoni soberbio en el Teatro Nacional; Katzuo Oono de Japón a sus 80 baila en la lentitud minimal de la danza Buhto su homenaje a Antonia Mercé en “Admirando a la Argentina” en el Teatro CANTV;  cuarenta y pico de brasileños desnudos estremecieron sambando cuatro horas Macunaíma bajo la batuta de Antunes Filho; que Wozzeck será afeitado en medio del público en la Sala Rajatabla con el Studio K de Budapest con el galanazo de Csaba Oszkay de soldado decepcionado de la Primera Guerra; que Argentina presenta del polaco Tadeusz Rózewicz Boda Blanca con Marilina Ross y Rubén Szuchmacher dirigidos por Laura Yussem ; que Inglaterra presenta una obra sobre los amores de Vaclav Nijinsky y Serguéi Diáguilev llamada “Chinchilla” sobre una cama de arenas de los Médanos de Coro; que llegan de invitados Clive Barnes del New York Times, que Hellen Steward de la Mamma de Nueva York, Skármeta de Chile; que Manuel Puig muy bahiano de gasas y sandalias griegas metedeo y para colmo en el Poliedro va a estar Sting y POLICE, y El Teatro La Candelaria de Colombia con todo y Enrique Buenaventura, Andrzej Wajda y su versión del Príncipe idiota de Fiódor Dostoyevski con Jerzy Radziwiłowicz y Jan Nowicki, y pronto, muy pronto, el ogro mayor Tadeusz Kantor, CRICOT 2 en coproducción con el Teatro Toscano de Firenze.


Después de cada premier una rumba y va de nuez  Soledad Bravo:


Detrás de un hombre triste hay siempre una mujer feliz y tras esa mujer hombres gentiles siempre hay mil…


Y yo desorbitado esperando a Kantor que ya había hecho de las suyas intentando detener un vuelo en el Aeropuerto Internacional de Milán produciendo un cataclismo en el departamento de logística que dirigía Giorgio Ursini Ursic. Carlos preocupado me veía, pero, con fe de que yo podría capotear el toro miura polaco. Faltaba poco para ese thriller que protagonizaría. Mientras me iba al Teatro Permanente a desestresar, mucho ron y Coca Cola y al centro de la sala cantando:


Son las seis y el baile revienta deja a esa negra contenta ¡déjala bailar en paz!


 

José Augusto Paradisi Rangel

Ciudad de México, 3 de septiembre de 2021.



 

Carlos Giménez, el último rapsoda en un fractal desorbitado del Paradisi: Rapsodia III / por José Augusto Paradisi Rangel, Ciudad de México, 3 de septiembre de 2021

 


Rapsodia III

Saulo tenía que caerse del caballo otra vez…

La inestable geografía de mis juveniles años procuraba cataclismos cotidianos en los grados más altos de la escala Richter de mis asombros. El mundo era cofre de sortilegios y, aunque suene cursi, estudiar siempre fue una aventura para mi en todos los ámbitos que alcanzaba a descubrir. Estallé al mundo del dibujo y la pintura con gran precocidad; después, en mi adolescencia, los estros armónicos, el olor de las librerías, los libros la eterna aventura. Todos esos asombros construyeron una sólida cámara negra de la memoria que considero mi mayor bendición. De acuerdo totalmente con Jorge Luis Borges que no se vanagloriaba de su literatura sino de lo que había leído. Todavía mis alumnos de la Universidad de la Comunicación de la Ciudad de México se ríen de mi aserto en una clase de Estética:


¡Si te vas a meter una línea que sea de poesía!


Toda esa pasión devino en crisis vocacional de un laureado bachiller en ciencias. Todos apostaron que terminaría en la NASA. En primera intención entré a la Universidad Simón Bolívar para estudiar Química. Cambié para Arquitectura. La facultad estaba muy cerca de uno de sus teatros provisionales. Casi pierdo un examen de Geometría Descriptiva en una representación de Acto Cultural de José Ignacio Cabrujas con el Nuevo Grupo de Caracas. Cátedra del mejor teatro venezolano donde me convencí del exactísimo concepto de nuestro crítico y científico del drama Leonardo Azparren Giménez: EL TEATRO, ESA PALABRA VISUAL.


En paralelo mis estudios musicales en el Conservatorio Juan José Landaeta a donde me escapaba con regla T, escalímetro y planos en desarrollo. Era inminente después de 4 años de estudios universitarios un nuevo cataclismo.


Siempre el aire límpido de Caracas rezumaba en medios impresos, audiovisuales y chismes de Radio Bemba los triunfos y hazañas estéticas de Carlos Giménez y su más bella proeza: la consolidación de la Compañía de Teatro adscrita al Ateneo de Caracas: Rajatabla, la del nombre atronador de aplausos y ovaciones de pie. La itinerancia de Carlos Giménez y Rajatabla por Venezuela, nos recuerda La Barraca de García Lorca y su meteórica carrera de éxitos teatrales desde la precocidad nos transportan de la vida musical del niño austríaco llamado Wolfgang Amadeus Mozart a la de este niño cordobés de nacimiento. El tsunami de representaciones se expandió rápidamente al continente y su fama en Venezuela eclipsaba la Beatlemanía.


Que Tu país está feliz  de Antonio Miranda causó un cataclismo que comenzó la construcción de un público voraz y de enormes amplitudes mentales;  La Orgía de Enrique Buenaventura  fue prohibida por la testa coronada de la decencia venezolana : el Presidente Rafael Caldera, quien al perdonar a Chávez y traicionar a su partido fundacional COPEI nos metió el caballo de Troya del comunismo habanorréico causante de la destrucción de mi país; Venezuela Tuya de Luis Britto García Ortiz también está en pico´e zamuro y peor Jesucristo astronauta del mismo Antonio Miranda; que toca el turno a Fiebre de Miguel Otero Silva y Las Lanzas Coloradas de Arturo Uslar Pietri; que Valle Inclán dirigido por Carlos presenta sus Divinas Palabras, ahora viene Miguel Ángel Asturias y su Señor Presidente escatología de los tiranos del continente ¡qué arrecho Carlos Giménez ya en el Espacio Cardin de Paris extendida su gira por quince días de ovaciones en principio de tres!; que la sátira de Enrique Buenaventura El Candidato nos restregará en la cara nuestra realidad de repúblicas bananeras eternas y como colofón inevitable La Muerte de García Lorca de José Antonio Rial dónde todavía lloramos la pérdida del bardo universal  y de toda la furia poética del duende gitano  nacido en Fuentevaqueros para gloria del universo. ¡Todos esos registros llegaban a mis oídos producidos y dirigidos por un cuasi adolescente argentino prodigiosamente incrustado en nuestra cultura nacional!


El nuevo cataclismo se produjo a los 4 años. Espantosa crisis vocacional. Abandoné los estudios, me enrumbé con beca de estudios del gobierno de la entonces República Popular de Polonia. Nuevo binomio de intereses: música y cultura cinematográfica. Mi memoria de asombros me facilitó el aprendizaje del idioma haciéndome orgánico y cotidiano con la cultura y el gentilicio del país. Iba tarde, mal y nunca a clases al Instituto de Lengua Polaca para Extranjeros en Lódz. La vida crepitaba en las calles lejos de cualquier guetto de nostálgicos latinoamericanos. Me incrusté en todo y más aún en teatros, cines, salas de concierto, operas. Voracidad inaudita con 20 años. Mi organicidad fue laureada con las más altas calificaciones y ramos de claveles rojos en los exámenes finales de una lengua con nueve casos de declinaciones. Y hasta allá el rumor egeo de los triunfos de Carlos Giménez, su Rajatabla en Wroclaw, Varsovia, Cracovia. Tales noticias encendían mi orgullo y trocaban el rudo invierno en la eterna primavera de Caracas, lejana y más presente todavía.


Durante mi residencia polaca se sucedieron el colosal repiqueteo de campanas en toda la nación anunciando: ¡Mamy Papiezem, on jezst polakiem y Karol Wojtyła al trono de Roma; los funerales del Cardenal Wiszynski en la Plaza del Triunfo de Varsovia; visitas a Oswiencin (Auschwitz) y otros “campos”, Encuentros Internacionales de Ballet donde vivencié la compañía principal del Bolshoi con todo su convoy de 500 personas: ¡250 gentes de la KGB!; el surgimiento de Solidaridad, Lech Walesa, la hambruna hasta la triste ley marcial del tirano Wojiech Jaruzelski.


El día que Saulo se volvió a caer del caballo sigue muy presente en mi vida. Salía del Conservatorio de soplar un oboe. Hambre y frío me acompañaban. Los adoquines azules húmedos. Súbito, los tanques rusos apostados frente a un KINO (cine). Diatriba: si llamo a mi madre a Venezuela todo cagado y con 22 años le da un infarto. ¿Qué hago? ¿Para donde apuntan los tanques? Respuesta: al KINO. Y como en “Balada para un loco” de Astor Piazzolla me dije: ¡Coraje, Che, volá que duro el oficio de vivir! ¡Si voy a morir que sea de un solo coñazo nojoda! Entré a la gélida sala de sillas rudísimas de madera. En la pantalla: Stalker de Andrei Tarkovsky. Versión íntegra de 4 horas. Al develarse la joya cinematográfica mi hambre y terrores mermaron. Los tanques jamás dispararon. ¡Tarkovsky sí, una bazooka a mi corazón! Encontré finalmente el sentido de mis afanes estéticos en su depuradísima mística: ¡me caí del caballo! Fui Saulo enceguecido por tan portentosa luz. Lo que siguió es apostolado, evangelios que busco en los poetas del mundo desde ese día.

 

José Augusto Paradisi Rangel

Ciudad de México, 3 de septiembre de 2021.

 

Carlos Giménez, el último rapsoda en un fractal desorbitado del Paradisi: Rapsodia II / por José Augusto Paradisi Rangel, Ciudad de México, 3 de septiembre de 2021

 




 

Rapsodia II

In illo tempore

Como oleaje del Piélago Egeo de los histriones del mundo llegó al recién inaugurado Teatro de la Opera Maracay, mi escenario de la adolescencia, una extensión del Primer Festival Internacional de Teatro de Caracas, cerca de 1973. Tenía 13 años número cabalístico perfecto para cualquier acto iniciático. La oferta era muy seductora para un agreste casi niño de los Valles de Aragua. Me atreví. Crucé el umbral de nuestro novedoso teatro Arte Decó de las artes multidisciplinarias. La obra que representaba a la Argentina: “El Campo”. No era un campo florido como el de nuestros redimidos paisajes en la canícula voraz del trópico. Era un campo de concentración a que nos invitaban los artistas de Teatro San Martín. Al centro del proscenio, escasas sillas y un círculo de tiza caucasiano. La noche triste de los milicos borraba en pesadilla jamás perentoria el brillo consubstancial de las márgenes del Plata, como ahora, aquí las márgenes de nuestro Orinoco. Comprendí licuados mis ojos, mi aliento acelerado, que el teatro era el más bello ritual. Las plegarias, los holocaustos emergían de una diminuta vestal de la dramaturgia continental: Griselda Gambaro. Descubrí en sus parlamentos que la más elevada virtud de la raza humana es la compasión.

Al terminar la función salido como de una gaveta a propulsión, me abracé de los histriones si mal no recuerdo, y si es imprecisión me permito la fábula, el adorado Rubén Szuchmacher me presentó ante la Gambaro, con mis abiertísimos ojos azules iridiscentes de asombro y agua. Comprendí la letra del tango “A un semejante”, mientras la abrazaba susurraba: “es un asombro tener tu hombro y es un milagro la ternura…”

Por primera vez escuché el nombre del arquitecto de nuestros festivales mundiales de teatro: Carlos Giménez. Todavía no leía La IlíadaLa Odisea, no sabía que era un rapsoda ni mucho menos el nombre de Homero, el poeta, sólo sabía del Homero aquel de Los Locos Adams y su amor desenfrenado por Morticia, cada vez que pronunciaba una frase en perfecto francés.

Carlos Giménez iniciaba el órgano barroco de mis asombros; una Tocata y Fuga en efervescencia constante de un Bach sin polvereada peluca. Todavía el volcán de mis contradicciones vocacionales estaba en franca erupción como la tenebrosa mano del acné que desgarraba mi rostro. No estaba preparado para leer la partitura de un genio.


José Augusto Paradisi Rangel

Ciudad de México, 3 de septiembre de 2021.

 Foto: Miguel Gracia

 

 

 

Carlos Giménez, el último rapsoda en un fractal desorbitado del Paradisi

 



 

Rapsodia I


De cómo el éter cibernético rescató a Mnemósine en un like


Ya no apuesto a las redes sociales como foro para mis denuncias libertarias sobre el sudario en que la geopolítica y las guerras ideológicas han trocado mi país: Venezuela, en Tierra de Desgracia. Sexalescente como soy, mi país conserva el esplendor primigenio de su gente y geografías exultantes, aquí irrenunciable en el músculo gestor de todas mis sístoles y diástoles. A cada instante paso revista a los protagonistas indelebles de mi querencia, aquellos otros, en la otredad de Octavio Paz que me dan plena existencia. Los busco y rebusco a cada instante tanto presentes como transfigurados de tantas luces que pueblan mi recuerdo, y más aún, mis pasos en este medioevo apocalíptico del Siglo XXI. A esa exploración constante ha concurrido como brújula, o más actual, como GPS incuestionable, la invención de Facebook de Mark Zuckerberg.

 

Hace unos días en mi rígida cuarentena de Coyoacán, revisando las redes sociales me encuentro en Facebook con una tablilla cuneiforme de mensajes de antiguas fisiones nucleares de mi adolescencia: ¿CARLOS GÍMENEZ, PREGUNTA QUÉ TE GUSTA DE SU PÁGINA? Y yo que vengo a este exilio renovado mexicano tras tantas marchas, contramarchas, bombas lacrimógenas, crímenes de lesa humanidad, asesinatos violentos que rebasan ya las 300 mil víctimas y toda clase de invasiones y felonías totalitarias de rojo tinte bermellón: ¡Sangre vertida no sólo en las calles sino en la vasta geografía  deVenezuela!

 

¿CARLOS GÍMENEZ PREGUNTA QUÉ TE GUSTA DE SU PÁGINA? El túnel del tiempo y regreso súbito a la mejor memoria de mi país: la Venezuela República Democrática de futuro luminoso y sistema político en perfeccionamiento federativo descentralizado. País inocente y alegre donde fuimos los más felices del continente y gozamos un imperio: el de la alegría.

 

¿CARLOS GÍMENEZ PREGUNTA QUÉ TE GUSTA DE SU PÁGINA? ¿Orfeo triunfó, durmió a los cancerberos de mi memoria, rescató a Eurídice de las fauces del Hades? Mi respuesta tajante y súbita: ¡TODO DE PIE A CABEZA!


¿Pero, quién trae a  mis encanecidas sienes al punto de ebullición más egregio de mi juventud pletórica de asombros? ¿Quién trae de nueva cuenta la accidentada geografía de mis contradicciones de un acné incisivo, canino, molar y galopante?


Seguí dándole likes a esta página hasta que un día luego de publicar una nota sobre la hija hidrocefálica del bardo comunista Pablo Neruda surgió la respuesta: Viviana Marcela Iriart de Escritoras Unidas desde Argentina.


El placer cibernético, geográficamente extremista, fue mutuo en la memoria de quien para mi fue el último rapsoda del teatro del Siglo XX: Carlos Giménez. Mi Maestro regresaba como Odiseo a la Ítaca ferviente de mi querencia. Ese carajito inquieto: carbón de Rosario, sometido a altísimas presiones en la Córdoba argentina para convertirse en cristalino diamante de la cultura de Venezuela; encendedor de faroles lo llamaría Rómulo Gallegos en su primera novela jamás editada y más aún único venezolano en justicia por decreto presidencial de Carlos Andrés Pérez.


Entramos en diálogo ferviente. Aquí tenés Viviana querida mi WhatsApp. Che, José Augusto, te propongo escribás algo para la página de Carlos. Mi respuesta súbita: Che, querida, vos desataste una tormenta cuya intensidad me sheva en éxtasis, sin referencias a drogas duras, sino orgánicas: las más saludables y pletóricas de endorfinas, serotoninas y dopaminas a escribir un nuevo y más vasto episodio de mi saga autobiográfica: Fractales del Paradisi. Vos, en venezolano radical hija ilustre de Choroní y mis selvas nubladas del Pittier, me contestaste con el desparpajo de un delincuente actual venezolano:


-¡Dale plomo, que el plomo me nutre!


Amanuense hoy por el sensible fallecimiento de mi laptop vintage HP, Sha no soy más amanuense: tengo laptop nueva pero la frase me gusta, ¿Viste? en delirio e insomnio intento este fractal de quien como mancebo núbil órfico cambió el destino del desarrollo cultural de Venezuela y más aún con corajes reforzados desempolva la memoria, troca al daguerrotipo de “instrumento de la muerte” como lo llamara mi maestro Tadeusz Kantor en un instrumento para celebrar la vida cuyo periplo fantástico palpita inherente por nuestras venas.

 

Viviana, gracias por este insomnio, por estas bienaventuranzas luego de un año trágico de murciélagos coronados chinos, Atilas espantosos contra Occidente, con batallones de nuevas cepas fermentadas en pandemias que niegan las ternezas, abrazos, besos y todas las cercanías que como seres gregarios nos son indispensables. Aspiro que mi pluma sea capaz del enorme reto. Gracias porque en esta apuesta he vuelto a Jaime Sabines, a su poemario Doña Luz, elegía a su madre y por permitirme parafrasearlo en el recuerdo de Carlos Giménez:


“Acabo de desenterrar a nuestro Carlos Muerto hace tiempo. Y lo que desenterré fue una caja de rosas frescas, fragantes como si hubiesen estado en un invernadero. ¡Qué raro es todo esto!”


(Continuará...)


José Augusto Paradisi Rangel

Ciudad de México, 3 de septiembre de 2021.





"El viaje del diapasón" de Roma Rappa, teatro: video (Caracas, 2021)


"A 45 años de un dolor infinito cuando la tragedia de Las Azores intentó ahogar el canto del canto del Orfeón Universitario de la UCV.

Aquí ofrecemos la lectura dramatizada de la obra de teatro de la dramaturga Roma Rappa como un homenaje a ese orfeón y al canto coral de Venezuela". Fuente: You Tube





4 poemas de José Pulido, de su poemario "HERIDAS ESPACIALES Y MERMELADAS CASERAS", Barralibro.editores, España, 2021

 



NADA SE SALVA DE LO ELEMENTAL


Viento afiebrado 

que las selvas y los hielos refresquen tu talante 

no me hagas ir hacia ti, mi peso es polvo 


El sol calienta el aire que respiran y que han respirado 

los de arriba y los de abajo 


el sol convierte las aguas en placenta 

hubo una vez de suma catalepsia en que los rayos se volvieron peces y 

reptiles 


Hubo millones de mujeres adoloridas y esperanzadas,

nacidas para dar a luz a multitudes

que respiran


El sol calienta la tierra donde todos los seres se convierten en harina 

de huesos, en flujo de piedras, en raíces; 

hombres, mujeres, niños, animales veloces y lentos, voladores y 

nadadores, corredores y saltarines. 

Todos respiraron y dejaron el aire aquí mismo


El sol calienta mis labios y sabe que voy a decir algo y 

entonces me pega sus barcos por el pecho 

como sacudiendo un paño mojado y me empuja hacia unas indeseadas

 lejanías de islas, de azulejos y de rocas 

el lavamanos que te asusta con su emboscada en el espejo 

el sol, andando afuera, 

me lanza el sucio lamparón del humano descuido, de las paredes agri-

etadas por el bélico paseo y la muerte de la artesanía 

-solo Dios podría ser albañil en esta calle-

El sol repite un latigazo de nubes y chillidos

inunda con mariposas incendiarias el bosque interminable de las olas 

y me hace parpadear


¿Qué es lo que quieres que yo haga? 

jamás he podido establecer comunicación con esas heridas espaciales 

supurando 

entre un bostezo nulo, un anuncio optimista y un horizonte indefinido 

no sé qué efecto tienen las carreteras sumidas en distancia 

y las voces que chocan murmurando en su ámbito de tenis 

mis otras cercanías, 

donde las cortinas cumplen una función de sicoanálisis


Nunca quise entablar comunicación 

con el cielo y el muelle en un solo y compacto momento

la orilla evocando una pescadería 

la pudrición de las neveras 

el basurero inmóvil, las algas arrumadas que de pronto 

retornan 

al útero del génesis 

esos olores para vomitar 

venidos de las profundidades sin estrellas 

deben ser como una advertencia 




El ángel William Shakespeare interrumpe lo que hace Kafka 

y le dice sin muchos miramientos “un día desaparecerán todos los

 lapiceros y los papeles en blanco y tendrás que escribir en las paredes 

de un castillo”





EL DÍA COMO VESTIMENTA 


Si haces el bien y alejas los pecados 

acumularás días que servirán en el otro mundo 

para engalanar el alma 

porque los días se convierten en prendas de vestir 

he leído eso con mucho interés 

Lunes de amor sin exigir ni un beso: camisa y pantalón 

Vestido nebuloso de amplia falda, blusa de seda, blusa


Desinteresada generosidad cada semana

te ha de vestir después cuando no tengas 

que estar contando las horas y los meses 

Nadie soportaría la desnudez del alma 

ante tantos ancestros que no se han conocido


Cuando mueras te contarán los días en que hiciste el bien 

Y esos días serán un gran ropaje 

Si llegas al otro mundo sin días buenos

 no tendrás nada qué ponerte


Los quince olores del Edén ¿cómo serán? 

dicen que a veces llegan en la ropa de alguien 

pero no es propiamente la tela lo que huele 

a quince fragancias imponentes 

es que alguien puede cargar el Paraíso sin saberlo




Esta cacerola con que voy a cocinar la harina de garbanzos 

sabe lo que es desear 

que Dios me perdone, 

dice Magdalena hablando sola




PERFIL DE UN ANTIGUO LUGAR


La intrahistoria, esa intimidad con que en mi casa 

ponían a Simón Bolívar y Lucho Gatica en la misma pared 

cuajada de recortes de figurines con la impronta de Coco Chanel


El único esfuerzo que hacía 

era sentarme en una silla a contemplar el azar 

los timadores se cuelan por todas las rendijas

las desilusiones chorrean como heridas de árbol 

anunciando la dejadez maluca de las dictaduras


había quien tenía, cómo no, su camioneta ranchera de dos tonos 

amargo de Angostura en sus veladas 

esa clase de gente sin beisbol


ah, me tengo que marchar hacia la tarde 

decía mi comadre fastidiada de tangos 

solo bastaba mirar aquel vestido y era pura rumba


yo me comprometía a soñar con unas idas a Caracas 

esta voz de cosa ajena, de poesía en peligro y de boleros 

esta complexión anatómica de perseguir los muslos que alumbraban


te vas a bailar, empolvado de trasnocho y sucios los 

zapatos 

eres nadie en un autobús que sube como alucinado

olisqueando a esa maja hacia los primeros ranchos disponibles 

a veces el cielo queda bajando las escalinatas 

las navajas ansiaban degollarte de madrugada y su boca también 

¿qué más podía proceder? Y esa es la historia, la 

intrahistoria 

que no sabré contar ni que me paguen 

porque es algo que solo yo amaré 



La ciega va llorando por toda la sala desvinculada 

de la hora del día 

porque le han prohibido en su propia familia 

que se acerque al lugar donde hacen los milagros




LETREROS EN LA PARED


 ¿Para qué resumir de otra manera? a estas alturas 

soy todas las cervezas y los cafés que he conversado 


Ya no ahondo en consejos 

solo adjunto recomendaciones 

soy como un letrero en la pared 

hable en voz baja, no tire la puerta, no asuste a los tigres 

Apenas se pierde la sonrisa de los quince años 

uno se cree la voz que clama en el desierto: pues no. 


Es mejor que no te atravieses en el camino de un anciano 

habiendo bibliotecas de papel y de vidrio 

todo ha sido concentrado en los libros: desde el origen más chocante

si quieres saber algo importante abre unas páginas

y suda como si estuvieses arando sobre lápidas


¿Han visto cómo renacen en giros bulliciosos 

los seres suspendidos en otra dimensión? 

Digamos, por ejemplo, el cosmos del sol y de las frutas 

el manantial de flores y espigas 

el temblor de las aguas y el reflejo de plumas


El uso que se le ha dado a las pasiones 

suele dejar escombros, frases de porcelana tiradas en el suelo mental 

el eco adormilado de unas voces transita las callejas

cuyas húmedas sombras se vacían más allá 

en el siguiente océano de esta última semana


Nuestras conversaciones por computadora 

suelen ser prodigiosas, nos vemos y hablamos 

de continente a continente sin transmitirnos gripes 

ni molestias 

pero la fantasía se envilece 

cuando la realidad le quita asombros


Este presente que me cansa tanto 

se convertirá en el recuerdo más bello de tu vida

tu relación con la fugaz epifanía derrochada 

luego envejecerás como periclitar en el siglo dieciocho 

arrugadísimo y serio estilo medioevo 

o robóticamente en siglos venideros


Cuando lleguen tus años de mirar hacia atrás 

serán tan arqueológicos los móviles 

que usarán sus negruras para empedrar las calles


lo regio es que no cedas a la mediocridad 

¿cómo no ser mediocre si eso es lo natural 

predominante?


Te cambiaré consejos por recomendaciones 

deja de repetir arcaicamente “no soy escaparate de nadie” 

porque lo somos: juntamos perchas para lo más querido y luego


Búscate a Søren Kierkegaard, 

Y encuentra también a la masturbadora solitaria de Anne Sexton


A Guillaume Apollinaire escribiendo

“Pastora oh torre Eiffel el rebaño de los puentes bala esta mañana”


Invoca a la dolorosa Sylvia Plath:

“¿Y si dos vidas fluyeran de mis muslos?”


y ama el poema perfecto que sustituye todo: 

Duineser Elegien, de Rainer Maria Rilke 

Pon atención al Bolero de Maurice Ravel, 

que no es un bolero, como los que cantaba Olga Guillot,

pero en su persistencia turbadora repica el alma de 

Al-Ándalus


Escucha La boda de Luis Alonso trepidando en guitarra, aunque

Gerónimo Jiménez solo creyó componer una zarzuela


El Capricho número 5 de Paganini o cualquiera de sus benditos capri-

chos


Lee a John Ashbery con su civilizada ferocidad: descubre a John Ash-

bery


Arróbate con Ana Ajmátova invocando a Hamlet 

o diciendo

“Cuando escuches el trueno me recordarás /y tal vez pienses que

amaba la tormenta"


Bueno, sí: lee a Hamlet. Shakespeare es comparable a la creación


Busca esto: Segunda consideración intempestiva

 Unzeitgemässe Betrachtungen . Vom Nutzen und Nachteil der Historie 

für das Leben. Friedrich Nietzsche, 1874 


Conéctate con Job. No te despegues de Job sin entenderlo


Lee con gripe, anhelante, bostezando, llorando, en 

perverso abandono, en compañía de sudores amorosos


Y así sucesivamente, hasta que encuentres la verdadera luz humana. 

Tal vez no combatas la mediocridad con todo eso 

-yo, por ejemplo, no he podido-

Pero habrás viajado por los cielos inverosímiles de una belleza 

que se queda guardada como ropa de espíritu



Nadie debería creer que María 

no le enseñó a Jesús cómo iniciar su camino 

ella lo tuvo, lo amamantó y le enseñó sus primeras palabras 

ella lo bañó y lo limpió 

Hubo un tiempo en que él le pertenecía, la admiraba 

y la necesitaba 

¿qué cosas heredó de su madre? ¿una mirada? ¿alguna 

sonrisa?


©José Pulido

"HERIDAS ESPACIALES Y MERMELADAS CASERAS"

Barralibro.editores


José Pulido
Poeta, escritor, periodista venezolano

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