la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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"Mujeres Invisibles", documental de Clara Becerra (completo) / Texto de Alejandro Incháurregui





Clara Becerra: You Tube / Linkedin







MUJERES INVISIBLES, por Alejandro Inchárregui




MUJERES INVISIBLES aborda la historia de seis mujeres, María Elena, Silvia, Marta, Nancy, Florencia y Ana que no pudieron o no quisieron maternar a sus hijos. 

El film fue realizado conjuntamente por Clara Becerra y por mí en el marco del trabajo de búsqueda de identidad de origen cuando estaba a cargo de la Dirección Provincial de Personas Desaparecidas del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.

Como se recordará, y cuando se estaba por estrenar el film en abril de 2016, el Ministro de Seguridad Cristian Ritondo y la Gobernadora María E. Vidal dispusieron mi cese en la mencionada Dirección, por lo que se postergó su difusión. Hasta el presente, sólo se proyectó en dos oportunidades en el Pasaje "Dardo Rocha" de La Plata. 

En lo que al documental se refiere, se trata de tematizar una problemática que suele estar en un segundo plano respecto de las apropiaciones o adopciones de padres y madres desaparecidos a manos del  Terrorismo de Estado 1976-1983.  

Como hemos sostenido largamente, como sociedad y a lo largo de nuestra historia con demasiada frecuencia nos hemos apropiado de niños ajenos. Y no siempre es mal visto.  Está claro que esto excluye al Instituto de la Adopción cuyo objeto central es el de proveer una familia al niño que no la tiene.  

 Ha trascendido recientemente que el Banco Nacional de Datos Genéticos ha analizado 9.000 ciudadanos y ciudadanas que buscan su identidad de origen. De tal cifra,  122 ciudadanos/as fueron identificados como apropiados o adoptados en el contexto del Terrorismo de Estado: son los hijos e hijas de desaparecidos identificados.  Ello implica que más de 8.800 ciudadanos y ciudadanas cuyos padres no son víctimas del Terrorismo de Estado también buscan sus orígenes, tan solo de personas nacidas en el lapso del período dictatorial. 

 De este modo, quedan fuera de las investigaciones sobre sus orígenes otros ciudadanos que también buscan su identidad y que son nacidos antes de 1976 y después de 1983. Esos casos, sin pretender minimizar la gravedad de la problemática de los casos de hijos de desparecidos, no son apoyados por el Estado en sus búsquedas.   

En la Dirección que estaba a mi cargo, se llevó a cabo durante 10 años un intenso trabajo en ese sentido.  Una primer etapa se plasmó en el libro "Tras la búsqueda". Dicho trabajo se discontinuó y los ejemplares de la publicación que quedaban, de distribución gratuita, fueron arrojados a la basura del Ministerio de Seguridad por quien me sucedió en el cargo.  

 En junio de 2016 el Secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación, Claudio Avruj, anunció iniciativas  respecto a esta problemática las que, a pesar del tiempo, no se han concretado.  

El documental en su aspecto técnico y estético, fue íntegramente realizado por Clara Becerra, a quien propuse para el trabajo por su condición de calificada cineasta y persona sensible, ya con la idea concebida de desarrollar el proyecto de este film. Luego, llevamos a cabo el documental con una división muy simple del trabajo: yo hacía los contactos, investigaba los casos y realizaba las entrevistas que Clara filmaba, quedando el resto del trabajo del documental en sus manos: edición, música, post-producción, etc.   

 ©Alejandro Incháurregui






Nota del Blog


Alejandro Incháurregui


Este texto y documental nos fue enviado por el Alejandro Incháurregui: antropólogo forense, descubrió y reconoció  los restos de Ernesto Che Guevara. 
Fue integrante del Equipo Argentino de Antropología Forense,  que  identificó cientos de cuerpos de personas desaparecidas en Argentina  durante la última dictadura militar. Fue creador y director de la Dirección General de Registro de Personas Desaparecidas  de la provincia de Buenos Aires.   

Muchas gracias, Alejandro, por enviarnos este material tan interesante como necesario.  











“MUJERES INVISIBLES”, DE CLARA BECERRA

Cine para romper tabúes y visibilizar el otro lado del espejo

La ópera prima de Clara Becerra, que se verá esta noche, retrata la historia y las problemáticas de las mujeres que se separaron de sus hijos.
La supuesta naturaleza del instinto materno es puesta en cuestión en “Mujeres Invisibles”, ópera prima de la platense Clara Becerra que podrá verse esta noche, desde las 20, en la Sala Polivalente del Pasaje Dardo Rocha.
“Mujeres Invisibles” expone de manera íntima el relato de seis mujeres de diferentes edades y sectores sociales que han sido madres y que por decisión propia o de terceros con más poder, se separaron de algún hijo. La cinta documental intenta hacer esas historias “visibles, escucharlas, y ver qué hay detrás”, dice Becerra, que buscó mostrar que la realidad que llevó a las mujeres a separarse de sus hijos, una realidad que las estigmatiza, es un tejido de circunstancias muy complejo. “Se asocia la maternidad a la mujer, excluyendo todo lo otro, sobre todo al padre, y se imprime como natural y universal la idea del instinto materno. De esta manera, las mujeres que no desean a sus hijos o no pueden criarlos, irían contra la naturaleza, contra la fuerza y bondad del instinto. Esta idea no sólo está cargada de prejuicios, sino que deja en la oscuridad al conjunto de situaciones que llevan a la mujer, por ejemplo, a no desear o no ser capaz de maternar un hijo, impidiendo comprender una realidad que se caracteriza por ser, ante todo, muy compleja”, explica sobre el filme.
Becerra se aproximó a estas historias cuando todavía trabajaba en la Dirección de Registro de Personas Desaparecidas, junto a su director de entonces, Alejandro Incháurregui: a la institución llegaban los hijos adoptados en busca de sus madres biológicas, y Becerra entró así en contacto con el reverso del espejo, las historias de quienes no quieren revincularse o se vieron obligadas a entregar a sus hijos.
Lo que tiene de valioso el documental es que uno puede ver lo más profundo de sus sentimientos, sin bajar línea”, dice Becerra, para quien “socialmente está naturalizado que un padre puede abandonar al hijo, pero en el caso de la madre se juzga”. Por eso, afirma, “el cine es fundamental para hacer visible estos temas que son tabú en la sociedad”.
La proyección se realizará en el marco del Ciclo M: Cine por nosotras, un nuevo espacio que se incorpora dentro de los ciclos de cine del Pasaje y que propone mostrar películas realizadas por mujeres y también debatir sobre las construcciones y de-construcciones acerca del rol de la mujer, tanto dentro como fuera del audiovisual: a fin de debatir sobre lo proyectado, se presentará en la función, junto a la directora, la periodista y escritora Sonia Santoro, quien forma parte del consejo honorario de la CONSAVIG, especialista en Violencia  de Género.

17 de junio de 2017

Fuente: El Día










El regreso de Patti Smith: Fuego inolvidable, por Fernando García (desde Buenos Aires), foto Fede Kaplun, El País, Montevideo, 6/04/2018

La chica más parecida a Keith Richards sobre la faz de la tierra



Patti Smith. Foto Fede Kaplun




AUNQUE fuese unplugged, de cámara, el crescendo final volvió a sonar como el original: un incendio forestal tórrido y devastador. Patti Smith encara las últimas palabras de la canción Pissing in a River (Radio Ethiopia, 1976) al borde del escenario, desatada. El lugar es la sala sinfónica del Centro Cultural Kirchner (CCK), el antiguo Palacio de Correos que la administración kirchnerista convirtió en centro cultural y que el gobierno de Macri readaptó como foro político internacional, y la cantante y poeta parece devuelta en un shock al CBGB de New York, el club símbolo del punk rock y el new wave antisistémico que hoy es una tienda de ropa de alta costura para hombres. De pronto, desaparecen el  piso de madera lustroso, el órgano de tubos que preside el recinto, las cómodas butacas, los funcionarios que se han anotado entre el público que agotó los tickets disponibles en un par de horas. El largo pelo ceniciento que semeja una trenza de pulpos albinos y sus maneras amables: todo eso desaparece también. Patti Smith vuelve, en un flash, a ser la heroína de los punks; Juana de Arco pasajera en el asiento trasero del Taxi Driver de Scorsese; la chica más parecida a Keith Richards sobre la superficie de la tierra. Tanto que para clarificar su voz hasta se le escapa un salivazo.

ARTISTA VISUAL

Este concierto que marcó la segunda venida de Smith al Río de la Plata se dio en circunstancias muy diferentes al anterior, doce años atrás. En aquel formaba parte de la lista sábana de un festival sponsoreado mientras que esta vez su nombre está asociado al de la Fundación Cartier de París que aportó sus polaroids a la muestra Les Visitants, una mirada del pintor argentino Guillermo Kuitca sobre la colección francesa. Es decir que Patti Smith volvió ahora como artista visual (fotógrafa) para ser exhibida en un espacio administrado por el Estado argentino. El anuncio de que visitaría Buenos Aires para rubricar su presencia en esta muestra desbordó todas las expectativas. No fueron novedades musicales de fuste las que actualizaron su nombre ante una nueva generación de fans sino la difundida lectura de su libro Éramos unos niños (Lumen, 2011) donde cuenta sus días de juventud y bohemia junto a Robert Mapplethorpe, quien definió su estatus de icono new wave tan temprano como en 1975 con la foto para la cubierta del álbum Horses.
Entre la literatura y las artes visuales, Smith es ahora una figura de la cultura pop reclamada por la alta cultura. Bastaba verla en la función del día anterior, flanqueada por el director de la Biblioteca Nacional, el erudito Alberto Manguel, y Kuitca, el pintor más conceptual y con mayor alcance global de la Argentina. Lo que se había vendido como un recital de poesía de la Smith resultó ser una especie de charla pública salpicada por sus recuerdos y algunas canciones (junto a su fiel Tony Shanahan en guitarra y piano) más las fotografías que Kuitca intervino y se proyectaban como fondo. Esa especie de late night show con Manguel como presentador simbolizaba la entrada de Smith a un universo libresco, de élite, al que no es ajena pero que tampoco es fiel a la fotografía aquella de Mapplethorpe. A los 71 años, sobreviviente de todos sus muertos queridos, Smith resulta una figura anfibia entre la cultura pop y la Cultura; entre la tradición afrancesada y la nueva tradición norteamericana. Así, el memorable lapsus que tuvo en la entrega del Nobel a Bob Dylan fue revelador de ese tránsito. Smith quiso cantar A Hard Rain's A-Gonna Fall frente a ese auditorio solemne y olvidó, en un brote de amnesia, sus estrofas. Fue elegida para recibir un Nobel que no sólo premiaba la lírica de Dylan sino la invención de la cultura pop toda y, curioso, falló al entonar uno de sus himnos. Su cuerpo flaco, desgarbado y andrógino se volvió entero una metáfora de la tensión entre ambos mundos: demasiado popular para la academia; demasiado libresca para el pop.

DICCIÓN ENTRECORTADA

En Buenos Aires Smith cantó, sin equivocarse, "A Hard Rain's A-Gonna Fall" dos noches seguidas. Ahora que se la apropió como la canción fallida del Nobel parece sumar su voz a la tradición del folk. Viéndola así, con ese aspecto de bruja vidente y unas manos de suaves movimientos entre el parkinson y el tai chi, la Smith resulta una Joan Baez renacida de las cenizas del punk. Como aquella, utilizó el escenario como barricada civil para sumarse a la causa por el aborto legal en Argentina y confió en que son los estudiantes quienes van a cambiar la política en los Estados Unidos ("Ningún funcionario de mi país me recibe", dijo). Pero su voz nada tiene que ver con el lirismo canoro de la Baez. Aunque los años hayan bajado la espuma de su rabia, la característica de Patti Smith es una dicción entrecortada que definió toda la escena de la segunda mitad de los 70 junto con Debbie Harry (Blondie) y Stevie Nicks (Fleetwood Mac). Y más también: estableció un nuevo paradigma de la forma femenina para cantar rock. Hoy resulta paradojal escuchar en ella ecos de acaso la mejor de todas sus sucedáneas: P.J. Harvey.
La profundidad de la foto aquella de Mapplethorpe residía en que al hacer foco en la androginia constitutiva de la Smith invertía el estatus de la época. Allí donde los machos del rock simulaban hipermujeres (Jagger, Bowie, Mercury) para ser una chica del rock inevitablemente habría que travestirse, volverse un varoncito de pelo corto y corbata. De todos los modelos posibles, Smith probablemente eligió a Lou Reed como modelo de narrador o cronista urbano, con ese tono monocorde y ominoso, en el limbo de la palabra y el canto. Por eso cuando sonríe franca y abierta para decir "Lou Reed" después de una versión descomunal de Perfect Day pareciera revelar su secreto o estar explicando el origen de su estilo. Son su carisma y su potencia de intérprete (todo lo ajeno lo pattismithiza rápidamente) los que hacen que el tiempo se suspenda mientras canta esta canción modélica. Aunque la acompañe una banda que se formó para la ocasión, agregando una guitarra eléctrica demasiado sobria, órgano y cello, nada puede hacer de esto un acto deslucido. Con su versión de "Perfect Day" en el CCK, Smith conjuró uno de esos raros momentos en los que el arte nos plantea un desafío: ¿Puede haber algo mejor allí afuera, en la vida misma?
Por lo pronto se esperaba algo todavía mejor en la sala sinfónica, conocida como "La Ballena" por su arquitectura de punta, y era esta versión 2018 de "Pissing in a River". Introducida por unas notas de piano diáfanas, el tono de la canción sugiere el pasaje de una oración concentrada a una enjundia soliviantada. Cuando Smith inauguró su discografía en 1975 musitando con los dientes apretados aquello de "Jesús murió por los pecados de algún otro pero no los míos" (Gloria) selló los bordes de su estilo. Ahora cuando empieza a enarcar las cejas y a dejar ese lugar cómodo cerca del piano para asomarse al abismo mismo de la sala es que la estamos escuchando decir eso pero con otras palabras. Si, después de Mc Luhan, el medio es el mensaje, la Smith cenicienta de 71 años es toda ella médium. Algo le sigue pasando a través del cuerpo: un fuego inolvidable. Y necesita cantarlo, gritarlo, hasta escupirlo.  
Fernando García (desde Buenos Aires)
Fuente: El País

Nota del blog: los links son un agregado nuestro.

Patti Smith: Página Oficial







Helga Weissová: la niña que pintó el Holocausto, por Jesús Ruiz Mantilla, El País, 20/03/2018

©Helga Weissová


Una exposición en Madrid muestra las pinturas y dibujos que ayudaron a sobrevivir a la artista judía en Terezin, Auschwitz y Mauthausen








©Helga Weissová



Un muñeco de nieve fue lo último que Helga Weissová pintó como niña ajena al horror, según cuenta ella misma. La frontera de una blanca infancia feliz con gorro, nariz y botones. Corría diciembre de 1941 y vivía en Praga. Acababa de cumplir 12 años cuando la deportaron al gueto de Terezin, donde los nazis agolparon a decenas de miles de judíos en la que fuera Checoslovaquia. A partir de entonces, su padre le dio un consejo que cumplió toda su vida: “Pinta lo que ves”. Y lo que escrutó a partir de fecha fue la muerte al acecho en todos los barracones de aquella ciudad previa al transporte hacia Auschwitz, Mauthausen o Freiberg, donde Helga pasó los cuatro años siguientes. Hoy, esos dibujos pueden admirarse en el Centro Sefarad de Madrid, que ha abierto una exposición de la artista hasta abril, en colaboración con el Centro Checo y el Ayuntamiento de Huesca.

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Weissová tiene hoy 88 años. Vive todavía en Praga y es consciente tanto de su suerte como de su buena salud. Fue una de los 100 niños supervivientes de Terezin. Una cifra nada desdeñable si contamos que por allí ingresaron 15.000 menores de 16 junto a sus padres y familiares. Llegaban provenientes de toda Bohemia y Moravia, junto a algunas zonas limítrofes durante la Segunda Guerra Mundial. Terezin fue, a medias, un espejismo y un espanto. Los nazis utilizaban ese purgatorio como propaganda ante las inspecciones internacionales. Montaban obras de teatro, lecturas, conciertos, óperas, juegos. Luego llegaban los trenes… Desde allí los deportaban con vía preferente a los hornos y al exterminio.
En una de las estaciones, Helga se salvó junto con su madre en parte, gracias al cuidado de dos españoles. “Se llamaban José Rasal Rio y Manuel Obatlero Dominiguer”, comenta desde Praga a EL PAÍS. “Fueron presos políticos en Mauthausen. Durante los primeros días después de la liberación se ocuparon de nuestro grupo, nos cuidaron con mucha sensibilidad. Me ayudaron mucho. Antes de despedirnos, los dos me escribieron sus nombres y direcciones. He guardado hasta hoy este trocito de papel con un manuscrito a lápiz”, comenta Helga. También que después de la guerra los buscó sin éxito. “Sólo hace poco he logrado encontrar y, por fin, conocer a los parientes de José Rasala Rio. Vinieron a Praga y me regalaron una foto suya”.
Pero fue sobre todo en Terezin donde comenzó a dibujar y, por tanto, a documentar aquellas desgracias. “Estuve en ese lugar casi tres años. De niña me convertí en adulta. Allí viví también mi primer amor…”, recuerda Helga. “No llevaba bien mi separación de los padres, echaba de menos mi casa, pasé por varias enfermedades, tenía hambre. Por otra parte, llegué a conocer la solidaridad y amistad verdadera. Estaba alojada en lo que llamaban la casa de las niñas. Teníamos cuidadores en cada fila de prisioneros 24 horas al día. Nos impartían clases, nos leían poemas, jugaban con nosotros, cuidaban de los enfermos. Intentaban protegernos del sufrimiento psíquico y se esforzaron para que no perdiéramos los principios morales”.
Aparte de dibujar, Helga se impuso la disciplina de escribir un diario que años después fue publicado en español por la editorial Sexto Piso. Cuenta lo cotidiano. El ambiente en que por Terezin pasaron artistas judíos checos de varias disciplinas. Fue el lugar, por ejemplo, en el que Hans Krása compuso la ópera Brundibar para que la cantaran allí los propios niños del gueto. Se llegaron a hacer in situ 55 representaciones. “Yo no participé activamente en ella. No obstante, vi varias obras teatrales y conciertos”, asegura Weissová.
Eran los desahogos permitidos. Una válvula pérfida de escape. Parte de una siniestra tortura psicológica. La que les llevaba con casi total seguridad hacia un camino sin retoro. “Vivíamos con miedo permanente de ser incluidos en el trasporte hacia el Este. Aunque no sabíamos adonde iban esos trenes, ni teníamos idea de Auschwitz, éramos conscientes de que se trataba de algo peor que Terezín”. Helga afirma que ese miedo ya se ha ausentado de sus pesadillas. Pero mantiene la guardia: “No obstante, me temo, que la guerra y una situación parecida pudieran repetirse”.
Pintar resultó una evasión. Después un destino, porque dedicó su vida a ello. “Hizo posible poder relajarme, encerrarme dentro de un mundo propio en un ambiente sin privacidad existente. Hasta cierto punto me levantaba la autoestima”. Las humillaciones y la sospecha de una muerte más que probable, les sumían a veces en un estado de parálisis. Hoy, guarda aquellos dibujos que hizo y los que pintó después de salir con la memoria, en un rincón oculto de su casa. Lo que puede verse en Madrid y luego en Huesca son copias. Los originales, apenas los quiere mostrar.

TEREZIN, ESA TERRIBLE ARMA DE PROPAGANDA

Helga Weissová.
Helga Weissová.
Cuando atraviesas los muros de Terezin, sientes la argucia de aquella pantalla en los baños que los prisioneros no podían utilizar. El gueto en el que Helga Weissová ingresó con 12 años fue toda una maniobra de distracción. Un trampantojo destinado a la Cruz Roja y a los observadores internacionales, que se tragaban la patraña. Hoy es una ruina permanente del espanto, a 70 kilómetros de Praga. Como el talento de los judíos checos resultaba un elemento de irradiación aprovechable, los nazis utilizaban aquel lugar previo a la deportación hacia los campos de exterminio como un elemento de propaganda a nivel mundial. Rodaron hasta un documental: El Fhürer regala una ciudad a los judíos. Más de 2.000 deportados lo animaron con actividades culturales. La mayoría de ellos –como la mayor parte de los 150.000 que pasaron por ahí- no lo pudo contar. No lo lograron los compositores Hans Krása, Viktor Ullman, Pavel Haas, Heinz Alt…, los cuatro muertos en Auschwitz. Su arte sí se las arregló en parte sobrevivir al humo de los hornos. Weissová, también. Hoy cuenta su experiencia a jóvenes de todo el mundo, como los más de 500 alumnos de institutos de Huesca que han viajado durante varios años allí para verlo. Por eso, del Centro Sefarad de Madrid, la exposición de Weissova pasará a la ciudad aragonesa. Solo cabe esperar, que ese lazo especial con los oscenses se forje en otros lugares.

Fuente: El País





Marielle Franco Presente: Rejeição da família, pedido de casamento e luto: a história de amor interrompida de Marielle e Monica/ por Julia Dias Carneiro, BBC, 4/4/2018







Era 7 de janeiro de 2017. Marielle Franco tinha acabado de tomar posse como vereadora pelo PSOL no Rio, seu primeiro mandato legislativo. No entusiasmo daquele ano que começava, ela e sua parceira, Monica Benício, acompanhavam o show da sambista Mart’nália no Circo Voador, na Lapa.
Por Júlia Dias Carneiro* Do BBC

‘O mundo inteiro está vendo que Marielle não pode ser calada. E não será’,
diz Monica (Foto: ARQUIVO PESSOAL)

‘As coisas foram muito atropeladas. Ainda nem comecei a viver o luto’,
diz mulher da vereadora Marielle Franco (Foto: Reprodução/BBC)

Marielle esperou começar Namora comigo, música especial para as duas, e abriu a mão de Monica, colocando no meio de sua palma uma aliança.
“Ela estava realizando um sonho da minha vida quando fez isso”, conta Monica. “Era a realização de uma história que foi interrompida muitas vezes, mas nunca sem o desejo de ser vivida.”
Com a voz embargada, ela acena com a cabeça para confirmar que, sim, o bonito anel com pedras de granada em que vinha mexendo ininterruptamente durante a conversa com a BBC Brasil é a aliança.
Monica nos recebe na casa em que ela, Marielle e sua filha, Luyara, viviam juntas havia apenas um ano e três meses, em uma vila na Tijuca, na zona norte do Rio.
Mudaram-se para lá na mesma época do pedido de casamento, enfim consolidando uma história de amor iniciada quando ainda eram jovens, mas interrompida inúmeras vezes pelas dificuldades que enfrentaram ao assumir um relacionamento entre duas mulheres.
Monica e Marielle tinham planos de se casar em 2019 e cogitavam
a hipótese de um filho (Foto: MARCUS FAUSTINI)

Na noite de 14 de março, Monica esperava por Marielle como sempre fazia, acendendo velas e incenso em casa para criar um ambiente acolhedor que compensasse as pautas pesadas com que a companheira lidava no trabalho.
Marielle havia acabado de avisar por mensagem que já estava a caminho de casa quando foi brutalmente assassinada com quatro tiros na cabeça, no bairro do Estácio. O ataque que matou a vereadora de 38 anos e seu motorista, Anderson Gomes, de 39 anos, ainda está sendo investigado.
A entrevista às vezes é interrompida por lágrimas, mas Monica segue em frente. Fala com firmeza sobre o que considera ter sido um crime político contra a parceira, sobre as tentativas subsequentes de difamá-la com notícias falsas na internet e sobre o temor de que sua morte seja usada para reforçar argumentos em prol da intervenção federal na segurança pública no Rio. Para ela, isso seria um segundo crime contra Marielle, crítica feroz da intervenção.
Monica diz que pretende fazer o possível para “honrar a memória e o trabalho dessa mulher extraordinária”. Mas, antes, precisa “conseguir sobreviver” ao assassinato de Marielle – o grande amor de sua vida. “Nesse momento, a minha única luta é pela sobrevivência.”

Mãe preta, mãe branca

Monica veste uma camiseta branca com o desenho do rosto de Marielle. Em um adesivo pregado do lado esquerdo do peito, se lê: “Marielle Vive!”.
Quem entra na vila dá de cara com o mesmo adesivo, colado no centro do portão de ferro pichado. Um longo corredor de concreto dá acesso a casas de classe média. As casas da favela do Morro do Salgueiro, visíveis ao fundo, não estão muito longe dali.
Na parede de casa, um mural pintado por Monica traz dois ícones femininos,
Frida Kahlo e Angela Davis, e São Jorge, de quem Marielle era devota

Ao ver o cachorrinho de estimação da casa, a repórter, querendo saber se deveria perguntar pelo nome “dele” ou “dela”, pergunta antes se é macho ou fêmea. “É macho, mas aqui não tem essa coisa de gênero, não”, diz Monica de bate-pronto. Vez por outra sua personalidade espirituosa se expõe em meio ao luto, assim como o jeito para fazer piadas enquanto mantém o rosto impassível.
“O nome dele é Maddox. Ele é preto e branco, porque é filho de mãe preta e mãe branca. Isso é importante”, diz, abrindo um sorriso.
Na parede da sala, um mural pintado por Monica traz dois ícones femininos, Frida Kahlo e a ativista afro-americana Angela Davis, e São Jorge, de quem Marielle era devota. Na mesa abaixo, um retrato antigo mostra Monica, Marielle e Luyara ainda menina.
Monica a conheceu quando Luyara tinha 5 anos e, desde então, começou a tratá-la como filha. Hoje com 19 anos, Luyara está na casa dos avós, em Bonsucesso, onde tem dormido desde que Marielle morreu.
Como figura pública, Marielle não economizava declarações de amor e postagens com selfies sorridentes ao lado da mulher nas redes sociais, geralmente seguidas do hashtag #M2 – uma referência às iniciais do casal – e #nossasfamiliasexistem.

Monica conheceu Luyara, a filha de Marielle, quando a menina tinha 5 anos
 e, desde então, começou a tratá-la como filha (Foto: ARQUIVO PESSOAL)

“Não tem outra maneira de sintetizar o que se vivia aqui que não afirmar que nossas famílias existem e que isso era uma configuração familiar. Quer parte das pessoas e da sociedade aceitem isso ou não.”
A afirmação, sempre reiterada por Marielle, vai contra a proposta do Estatuto da Família, um polêmico projeto de lei que busca definir a “entidade familiar como o núcleo social formado a partir da união entre um homem e uma mulher”.

Preconceito


Monica tem 32 anos, é arquiteta e, assim como Marielle, é uma “cria da Maré”, como sempre repetia a vereadora ao contar que nasceu e cresceu no enorme complexo de favelas na zona norte do Rio.
Como a companheira, ela mantém a ligação com a Maré atrelada à vida profissional. Em mestrado na PUC-Rio, vem estudando como a violência influencia a relação de jovens dali com outros espaços da cidade.
Monica e Marielle se conheceram quando tinham 18 e 24 anos, respectivamente, numa viagem de Carnaval com um grupo de amigos para a Praia de Jaconé, em Saquarema (RJ).
“Tivemos um ano de relacionamento como amigas até entender que aquilo era mais que amizade. Por influência religiosa e pelo contexto em que vivíamos, não entendíamos bem o que estava acontecendo. Até que um dia aconteceu um beijo”, lembra Monica.
“As histórias foram acontecendo, foram se intensificando e fomos nos vendo cada dia mais apaixonadas.”
Ambas nasceram e foram criadas no Complexo da Maré,
na Zona Norte do Rio (Foto: ARQUIVO PESSOAL)

Durante os primeiros sete meses, não contaram para ninguém sobre o namoro. E já estavam juntas havia dois anos quando assumiram de vez a relação.
“Quando a gente assumiu para a família, foi rejeição para todos os lados. Foi muito difícil. Você não tem auxílio na rua, entre amigos, e quando mesmo a família não te dá suporte, o mundo vira um lugar bastante complicado.”
Isso foi mais de dez anos atrás, época em que “nem na Lapa era razoável ver duas mulheres andando de mãos dadas”, lembra Monica, referindo-se ao bairro carioca com a vida noturna mais agitada e plural da cidade, e aos próprios amigos, católicos como Marielle e que também resistiram à relação das duas.
“Éramos duas mulheres que não se encaixavam no estereótipo do que rotulavam como sapatão. Havia riscos na favela. Era perigoso. ‘Vocês gostam de mulher porque não conheceram homens de verdade’. ‘Você nunca conheceu um peru de verdade.’ Ouvimos isso muitas vezes. Às vezes, vinha de amigos mesmo. Mas, quando vinha de estranhos, era amedrontador. Além de tudo, temíamos a possibilidade de um ‘estupro corretivo’.”
A pressão ao redor, ao lado de dificuldades financeiras, acabou colocando o relacionamento em xeque. “A gente terminou muitas vezes, voltou muitas vezes.” Monica teve relacionamentos com outros homens e outras mulheres; Marielle, com outros homens. “Buscar relacionamentos com homens era uma forma de simplificar a vida. Eram histórias mais fáceis de se viver.”

‘Leoa com armadura’

A reaproximação definitiva veio quando Marielle estava pensando em se candidatar para a Câmara dos Vereadores e quis saber a opinião de Monica. Não teve a resposta que queria ouvir. Monica disse ter certeza de que ela faria um trabalho “belíssimo” e que teria seu voto. Porém, de uma perspectiva pessoal, não queria que ela se candidatasse.
“Conheço a Marielle que não é a Marielle que grita, que não é a Marielle que bota o dedo na cara dos outros, que não é a Marielle que tenta parar o caveirão (como são conhecidos os carros blindados usados pelo Bope). E, conhecendo essas fragilidades, sabia que ela teria uma vida muito difícil.”
Marielle, porém, já estava decidida – e a parceira deu seu apoio.
‘Éramos opostos complementares’, diz Monica
(Foto: ARQUIVO PESSOAL)

“Era o lugar dela. É o lugar das leoninas, o centro dos holofotes”, considera. “A Marielle tinha luz própria. Não precisava de palco, de microfone, de nada disso para chamar atenção. Era dessas pessoas que os outros percebem quando entram na sala.”
As duas estavam em relacionamentos firmes, mas reataram pouco antes de a campanha começar. A relação, agora, era mais madura, entre duas mulheres e não mais meninas, diz Monica – ainda alternando o presente e o passado para falar da companheira.
“Ela é leonina, e eu sou aquariana, são opostos complementares. Sou extremamente metódica, organizada, racional; ela trazia muita emoção. Isso gerava um equilíbrio harmonioso”, conta.
Monica diz que só uma coisa mudou em Marielle ao se eleger: “Ela me convenceu a deixá-la comprar mais roupas”, ri. Seu guarda-roupa era “um carnaval” de estampas e cores vibrantes. As unhas estavam sempre pintadas cada uma de uma cor. E era Monica quem separava suas roupas de manhã.
“Ela era sempre muito atarefada. Se deixasse, saía com tudo da mesma cor. Eu ficava nervosa”, conta, orgulhosa de “assinar como autora” do estilo da companheira.
Dentro de casa, Marielle era muito diferente da “leoa com armadura” que o mundo conheceu, diz Monica.
“Eu tenho a impressão que ela pendurava a armadura do lado de fora quando chegava e vestia de novo quando saía”, afirma. “Aqui, precisava de afeto, de carinho, queria ser cuidada e cuidava também. Era muito bonito. Tínhamos muita cumplicidade.”

‘Ingenuidade’

Monica não tem dúvidas de que o assassinato de sua mulher – “muitíssimo bem executado, de forma fria, no meio de uma via pública” – foi um crime político.
Os temas delicados com os quais a vereadora lidava reforçam a convicção. Marielle denunciava brutalidade policial e violação de direitos humanos em favelas do Rio. Falava abertamente, mas não sofrera ameaças, e o casal não temia represálias.
“Nesse sentido, acho até que a gente beirava uma certa ingenuidade. A gente nunca teve receio por qualquer fala ou denúncia. Era o trabalho dela, sabe? Ela nunca falou de ameaças ou de um medo real de risco de morte. Isso nunca fez parte das nossas conversas.”

Monica diz que as manifestações realizadas no Brasil e em cidades
no mundo todo para a Marielle ‘dão força’

Para Monica, o assassinato foi um crime “contra a democracia”. Ela diz que mais importante do que descobrir quem matou Marielle é descobrir quem a mandou matar.
Marielle fazia críticas veementes à intervenção federal anunciada pelo presidente Michel Temer no dia 16 de fevereiro. Havia sido nomeada relatora de uma comissão formada na Câmara dos Vereadores para monitorar as ações do gabinete coordenado pelo interventor, o general Braga Netto.
Após o crime, o ministro da Segurança Pública, Raul Jungmann, afirmou ao jornal O Globo que o assassinato poderia ter sido planejado “para confrontar ou abalar a intervenção”, levando o crime a reagir.
A afirmação foi vista pelo deputado federal Marcelo Freixo (PSOL-RJ), padrinho político de Marielle, como uma tentativa de usar a morte da vereadora para justificar a intervenção, acusação negada por Jungmann. Para Monica, isso equivaleria a um segundo crime contra a companheira.
“A sensação de segurança que pode ser produzida com a intervenção é só para a zona sul (a área mais abastada do Rio) e o asfalto. Para quem está na favela, ela é mais medo, mais terror, mais dor, mais morte, mais sangue. A intervenção em nada pode ser justificada a partir do que aconteceu à Marielle. Seria mais um crime contra sua memória.”

Difamação

A comoção produzida pela morte de Marielle nas redes sociais foi seguida de uma onda de notícias falsas sobre a vereadora, espalhando boatos de que teria sido eleita com dinheiro do tráfico e defendia bandidos, entre outros.
Monica evitou contato com tudo isso. Tirou os jornais da porta de casa pouco antes da reportagem da BBC Brasil chegar, intocados. Tem evitado ver TV, ouvir rádio, entrar nas redes sociais. Se amigos contam sobre boatos, pede para pararem no meio. Só pede que lhe enviem “as coisas que forem bonitas”.
“A Marielle era uma defensora pelo direito à vida e à igualdade. Coisa que a nossa sociedade não permite para pobre, não permite para negro, não permite para favelado”, diz Monica.

Marielle não economizava declarações de amor e postagens
ao lado da mulher nas redes sociais (Foto: ARQUIVO PESSOAL)

“Vemos nossos jovens negros na favela morrendo diariamente, porque a sociedade insiste em um discurso ignorante de achar que defender direitos humanos é defender bandido. É importante estudar um pouco para não falar tanta besteira, com tanta irresponsabilidade.”
Monica e Anielle Silva, irmã de Marielle, pediram na Justiça que vídeos difamatórios sobre a vereadora sejam retirados do YouTube. Já obtiveram uma vitória parcial, com ordem para a remoção de 16 vídeos. Monica diz que vão continuar lutando.
“Nenhuma mensagem difamatória a respeito da Marielle será tolerada. E isso diz respeito não só à responsabilização da plataforma, mas também daqueles que publicaram e compartilharam. Quando se faz uma publicação difamatória, tem sangue na mão de todo mundo”, afirma.

Viúva da Marielle

Nos dias seguintes ao assassinato de Marielle, houve críticas nas redes sociais de que a mídia não estaria entrevistando a sua viúva, como se fosse uma tentativa de ocultar a relação homossexual (e não uma espera imposta pelo luto). Monica diz não saber nem o que dizer a respeito.
“As coisas foram muito atropeladas. Ainda nem comecei a viver o luto. Ainda acho que, no fim do dia, a Marielle vai chegar em casa. Não consegui absorver a ideia de que a minha mulher não volta mais.”
Monica diz que as manifestações realizadas no Brasil e em cidades no mundo todo para a Marielle “são bonitas e, de certa forma, dão força”. “Porque a gente vê que o trabalho dela fez e vai continuar fazendo diferença”, diz.
“Mas eu trocaria todas essas coisas, todas essas manifestações, e, de forma bem egoísta, até o símbolo importantíssimo que ela já está se tornando para o mundo, para tê-la em casa no final do dia”, afirma.
Os planos para o casamento eram para 2019, escapando da loucura de mais um ano eleitoral. Marielle estava prestes a se lançar como vice-governadora pelo PSOL-RJ, em chapa formada com seu companheiro de partido, o vereador Tarcísio Motta.
O casal também pensava em ter mais uma criança, desejo compartilhado por Luyara. Mas ainda não havia consenso de quem deveria engravidar. Monica diz não ter vontade de gerar, e Marielle já se considerava velha  para tal. “Era um plano que seria pensado depois do casamento.”
Ao contrário do preconceito enfrentado pelo casal na juventude, Monica diz que as fotos que postavam juntas nos últimos tempos sempre recebiam palavras de apoio, nunca comentários homofóbicos. “Se dependesse da Marielle, ela postava uma selfie romântica de nós duas por dia. E eu falava: ‘É bom a gente postar coisas de trabalho também, né?'”
Ultimamente, ela diz que sair com Marielle era como estar com uma celebridade, com pessoas pedindo fotos e abraços em restaurantes, na rua, na fila do cinema. “Esse afeto lhe dava força. Mostrava que seu trabalho estava sendo respeitado e fazia diferença na vida das pessoas. Era muito importante para ela.”
Vendo Marielle alçada a símbolo internacional, Monica diz que sua imagem pode ser afastada das causas que defendia, mas não acredita que isso vá acontecer. “Distanciar a sua imagem do que foi a sua luta vai ser um trabalho muito mais difícil do que foi calar a Marielle”, considera.
“O mundo inteiro já está vendo que ela não pode ser calada. E não será.”
*Colaborou Rafael Barifouse, da BBC Brasil em São Paulo

Marielle Franco em Geledés: MF





Gaby Castro: Indiegogo Campaign 2018: La Guerrera EP//The Warrior EP









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