la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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ENCUENTRO CON FLORIANO MARTINS por BERTA LUCÍA ESTRADA

 




BERTA LUCÍA ESTRADA

Encuentro con Floriano Martins [1]

 

Floriano Martins es insaciable, semeja un náufrago que navega con aparente certeza en los océanos cibernéticos, pero sin ocultar esa evidencia de todo alucinado, de todo sujeto extrañado de sí mismo, sediento de ser y estar al mismo tiempo en el lugar del deseo, el propio y el ajeno.

 

José Ángel Leyva

 

Conocí a Floriano Martins (Fortaleza, Brasil, 1957) debido a ciertas preocupaciones que, en su momento, me diera la obra y la figura de Humberto Díaz-Casanueva. Persuadido por las reiteradas menciones que hiciera sobre el chileno en no pocas entrevistas en las que se hablaba de autores claves para Hispanoamérica decidí rastrear algún punto de contacto. Llegué, entonces, a dos de sus proyectos editoriales: Agulha Hispánica y Banda Hispánica. Un descubrimiento feliz porque es realmente difícil encontrar revistas que tengan una línea editorial tan ambiciosa y que, al mismo tiempo, la sigan a cabalidad; teniendo por fin la discusión del fenómeno poético en Latinoamérica (entiéndase, en los 19 países que la conforman) esta revista conjunta autores tan definitivos como Eunice Odio (Costa Rica), Manuel del Cabral (República Dominicana), Rosamel del Valle (Chile), Martín Adán (Perú), Aurelio Arturo y Jorge Gaitán Durán (Colombia) además de otros más oficialmente distribuidos, pensados y criticados. Ensayos, entrevistas, antologías, éstas revistas son un banco de datos sin ningún tipo de priorización o exclusión externa a la calidad poética de los textos revisados: una suerte de eje en cruz, un centro expansivo por definición encargado de recoger las diversas modulaciones que la poesía ha alcanzado no solo en lengua española sino también en portuguesa.

 

Ignacio Rauld

 

Comienzo por traer a colación estas dos citas de José Ángel Leyva e Ignacio Rauld porque definen muy bien el universo literario de Floriano Martins; e incluso antes de leerlas yo pensaba algo similar.

Floriano Martins es un intelectual que estimula al creador, y es, además, un gran pedagogo.

Floriano Martins, el escritor de los mil retos, es un intelectual en todo el sentido de la palabra, es un hombre generoso, y no duda en lanzar permanentes desafíos aun cuando el autor que los recibe no se crea capaz de llevarlos a buen término.

Floriano Martins, es un piloto de naos imaginarias, conduce bajeles por mares ignotos, escribe bitácoras en el aire y lleva siempre consigo astrolabios; es un buscador de estrellas y de otros universos. Nunca duda en invitar a un neófito a que suba a su nave y lo acompañe en el timón. Conocerlo ha sido uno de los mejores obsequios que me ha dado la vida y el oficio de escribir.

 

BLE | Antes de comenzar con nuestra charla Floriano Martins me gustaría hacerte una pregunta muy convencional. Generalmente la obra de los escritores y artistas suele girar en torno a una o varias obsesiones; ¿cuáles es son las tuyas?

 

FM | Desde muy temprano me ha interesado el mundo de los abismos psicológicos, los caprichos del alma, la vorágine de los deseos y los trucos de identidad, sus disfraces mientras buscamos saber –o devorar– lo que pasa en lo más íntimo del ser humano. La misma palabra abismo es una de las más presentes en mi léxico.

 

BLE | Vives en un país donde el machismo y la misoginia son una de las peores plagas, y donde el feminicidio tiene tasas altísimas. Y por supuesto, esto no es inherente únicamente al Brasil. Lastimosamente la violencia de género es una constante en toda América Latina. Mi pregunta va encaminada al hecho innegable que eres un hombre feminista, respetuoso de las mujeres y de sus capacidades cognitivas e intelectuales. Así que me gustaría preguntarte cómo enfrentas a la sociedad, no sólo en tu rol de esposo, padre y abuelo, sino como escritor, intelectual y artista ¿Has debido luchar contra los prejuicios que una postura respetuosa como la tuya entraña?

 

FM | Hace tiempo he tomado un cuidado de no permitir que la sociedad –esa abstracción que a todo instante se hace pasar por el hombre o que el hombre la pone en su papel en un teatro de horrores de la realidad– tome lugar en mi creación. Por ende, en mi propia vida. Hay un vicio de clasificaciones que determina lo que podemos ser o no. Recuerdo la bellísima película de Agnés Merlet, Artemisia (1997), que cuenta la historia de una joven artista, en el siglo XVI, que se ve prohibida de pintar desnudos, sobre todo masculinos, porque a las mujeres está determinado que deben pintar paisajes, naturalezas muertas etc. El hombre es el guardián de la llave de las clasificaciones. Más que un hombre feminista –que ya es suficiente transgresión– yo puedo ser mujer, en el sentido de la percepción de los dones de la mujer. Pero es como digo, la sociedad en mi vida cumple su papel de abstracción.

 

BLE | En Con los ojos abiertos, la excelente entrevista que le hiciera Matthieu Galley a Marguerite Yourcenar, ella le dice: Un hombre que lee o que piensa o que calcula, pertenece a la especie y no al sexo; en sus mejores momentos escapa incluso a lo humano. Y recuerdo esta cita puesto que tienes la capacidad para cambiar de piel; y cuando lo digo pienso específicamente en cambiar de género. José Ángel Leyva lo dice mejor que yo: la poesía floriana se trasviste o se desdobla y habla desde la feminidad con la misma intensidad que imprime la voz masculina. Una vez más, el amor reitera su lugar en la existencia, en la voluntad de entrega, de dejarse preñar hasta la muerte, hasta el último suspiro del amante. La trasgresión está en cada acto amoroso, en cada pregunta sobre los límites de lo convencional. En otras palabras, puedes escribir como un hombre o como una mujer; lo que rompe con el mito que las mujeres escribimos diferente a los hombres. ¿Qué puedes decirnos al respecto?

 

FM | Esto fue algo que siempre me ha despertado indignación. Una vez más los desastres de las clasificaciones, el torneo de los estereotipos. Es una tontería que tiene que ver con el mundo lírico, porque en la narrativa o en el teatro, el creador siempre se encuentra frente al desafío de ser varias voces, distintas no solamente en los géneros, pero sobre todo en sus singularidades psicológicas. Lo que cambia en la creación es la firma de cada creador, no importa que sea hombre o mujer. En el mismo mundo lírico yo tengo poemas escritos como hombre o mujer. Es un modo de uno desentrañarse, lo que es fundamental para la propia vida. Ahora esa aberración de los géneros, que ha dado cosas como literatura femenina, es del mismo orden que nos ha llevado a otras deformidades, como literatura negra, literatura gay, lo que resume muy bien la hipocresía que tanto caracteriza el ser humano.

 

BLE | Y ésto me lleva a la siguiente pregunta. Generalmente el oficio literario, me refiero a la creación propiamente dicha, es un trabajo solitario; no obstante, tú buscas trabajar en proyectos colectivos; bien sea con un autor o con varios. Lo que Federico García Lorca denominó al alimón; esa hermosa y poética expresión que le robó al metalenguaje del toreo. ¿Por qué lo haces? ¿Cómo es esa dinámica? ¿De dónde te surge la idea? ¿Es una aventura? Aunque ya sabemos que todo acto creativo es una aventura; sin embargo, explícanos cómo lo vives.

 

FM | Qué bueno que estamos pasando a limpio todos los manchones de nuestra existencia. La vida solitaria del poeta es otro sufrible estereotipo. ¿Cómo un ser tan pleno de vida puede seguir como un solitario en el más alto momento de su percepción de los misterios de la existencia humana, como lo es el acto creador? El jazz siempre me ha encantado, por ese resplandor de los vértigos compartidos, la música hecha por todos y hecha en el exacto momento en que se la está ejecutando. Así es la vida, una improvisación compartida. La primera vez que he pensado en esto fue cuando he comenzado a crear escuchando una música como si estuviera en conversación con ella. En este sentido mágico –no olvidar que la creación es pura magia– Keith Jarrett debe haber sido mi primero partenaire de aventura al alimón. He escrito todo un libro en diálogo permanente con su The Koln Concert. Luego he pasado a la creación en vivo, en completo estado de improvisación, ya no recuerdo el momento en que percibimos, en nuestra correspondencia –jamás nos conocimos personalmente–, un relámpago ha tomado el centro de escenario y nos pusimos a escribir todo un libro. Hablo de la poeta brasileña Viviane de Santana Paulo, residente en Alemania. Luego vinieron otros, Manuel Iris, Leila Ferraz, Zuca Sardan, Berta Lucía Estrada, incluso un ensayo escrito al alimón, con el crítico de arte Jacob Klintowitz. ¿Por qué lo hago? Yo no me pregunto esas cosas. La dinámica, aunque su principio sea el de la creación compartida, cambia de acuerdo con el proyecto, igual que con el partenaire. El libro Overnight medley, escrito con el poeta mexicano Manuel Iris, tuvo una partitura mínima, porque queríamos que fuera un libro-jazz, sobre la cual improvisamos. Ya en las obras de teatro escritas con Zuca Sardan, dejábamos al azar conquistar sus modos de expresión, y el mismo tema llegaba de modo natural, como se estuviéramos descuadernando el azar y sus caprichos. No es el acto creativo el que es una aventura. El acto creativo es parte de la rara aventura que es vivir.

 

BLE | Además de tu oficio como escritor, poeta y artista plástico, eres traductor, investigador del surrealismo y la poesía hispanoamericana, y por si eso fuera poco eres editor. ¿Cómo se compaginan todas esas actividades que para mucha gente son imposibles de ejercer al mismo tiempo?

 

FM | No tengo la sensación de sacrificio o dificultad en realizar todas esas vertientes de mi vida. Ahora mismo pienso en escribir una novela. Yo creo que hay dos cosas que ayudan a comprender lo que pasa: primero, la lógica fascinante de los desafíos –a todo instante tengo que desafiarme, es como un aliento cósmico –, seguido de la salud orgánica –sin olvidar que el cerebro es parte del organismo–, ese mineral revelador de las más altas percepciones. Más que eso no puedo decir, pues sería lo mismo que arrojar la toalla a las tentaciones del ego.

 

BLE | En la entrevista “Conversas”, de Alfonso Peña. San José, Costa Rica, 2014, dices lo siguiente: A principios de los 80, comencé a descubrir Hispanoamérica, un mundo completamente nuevo para mí, recordando que el periódico Resto do mundo surge de la necesidad de fundar un espacio específicamente dedicado a la difusión de literaturas desconocidas en Brasil. El dilema era el de siempre, por lo que pasamos todos, editores de cualquier parte del mundo. No hubo apoyo financiero para continuar la aventura editorial. Mis primeros contactos con el surrealismo en América Latina coinciden con este período. Por supuesto, antes conocía las residencias nerudianas, pero aquí hablo de otra dimensión del surrealismo, que es más profunda (desde el punto de vista del lenguaje y también del carácter de la escritura y su autor) y que tiene un tono diferente al surrealismo europeo. En ese momento mantuve correspondencia con estudiosos como los españoles Jorge Rodríguez Padrón y Ángel Pariente, y también con el rumano Stefan Baciu. Fueron años de correspondencia muy intensa, especialmente con Rodríguez Padrón. Grabé todo esto en forma de entrevistas. Si bien eres claro y contundente con el deseo de publicar autores hispanoamericanos cercanos al Surrealismo quisiera que nos explicaras de dónde nace ese interés no solo por el tema sino por acercarte a autores desconocidos en Brasil. En otras palabras, ¿de dónde nacen esas ansias por derribar fronteras lingüísticas y culturales? ¿Podría decirse que esa postura es completamente derridiana?

 

FM | Sí, aquí utilizas la llave maestra que abre todas las puertas. Más que ansiedad, es una propensión para el desafío. En este caso el desafío está en derribar fronteras lingüísticas y culturales, como dices. No se trata de Surrealismo u otros minerales. Cuando estamos dentro de un laberinto, lo primero que pensamos es descubrir una salida, pero luego comprendemos que la salida es una consecuencia de algo mayor: formar un solo cuerpo con el laberinto, una sola alma. Y cuando descubrimos eso ya no necesita salir, pues el mismo laberinto deja de existir.

 

BLE | Cuando hablas de Cinzas do sol dices lo siguiente: El libro Cinzas do sol (cenizas del sol) se rige por un accidente o por una casualidad objetiva. El personaje central del libro corresponde a mi abuela materna. Estaba acostada en la cama, muy enferma, claramente esperando la muerte. Frente a ella, pensando en la intensa vitalidad con la que conducía sus días, casi resistí el impulso de matarla. Salí de allí y nunca la volví a ver. Al llegar a la casa, abrí al azar las páginas de Le coupable, de Georges Bataille, y salta ante mí la frase: La vida es un efecto de inestabilidad, de desequilibrio, seguido pronto de otro no menos revelador. Pero es la fijeza de las formas lo que lo hace posible. A partir de ahí, dejo de ser un mero observador y comienzo a descubrirme como un personaje de mi escritura. ¿Podría decirse, a la manera sabatiana, que las coincidencias no existen? Y yo pregunto: ¿El azar no existe? ¿Todo está preparado de antemano? ¿Sólo somos piezas en un juego de ajedrez del que ya se ha decidido cómo será la partida?

 

FM | Yo creo que una de las trampas más fecundas de la existencia humana es esta de la bifurcación de dos caminos que se presentan como antípodas. Es una trampa teológica, que nos lleva a pensar que debemos elegir entre Dios y el Diablo. O entre el destino y el azar. En la juventud he soñado muchas noches con una mujer que entraba en el bus donde yo estaba y con un gesto fuerte me mandaba salir. Una tarde yo estaba en la casa de un amigo cuando llegan sus primos y en la mujer descubro el personaje de mis sueños. De inmediato salí de la casa, sin que nadie entendiera el motivo. El día siguiente fue informado de que aquella tarde, luego que me fui, hubo un asalto en la casa y uno de los hombres armados había disparado en mi amigo y a su hermano, los cuales murieron de inmediato. ¿Todo estaba preparado de antemano? Por supuesto el libre albedrío es una ilusión, pero es una ilusión muy proficua en que importa tanto pensar en nuestro diálogo, ahora mismo, como una libertad de elección o como una consecuencia de la bifurcación de nuestros caminos. ¿Eso importa?

 

BLE | En una entrevista con Consuelo Tomás dices lo siguiente: Como había una clara distorsión en relación a la lectura del surrealismo en Brasil, me uní a un grupo surrealista, a partir de entonces llamando la atención sobre los vínculos de nuestra cultura con el surrealismo. Mantengo esta línea, pero recuerdo que mi poesía no corresponde únicamente a ese universo estético que suele asociarse al surrealismo. (Suplemento Talingo, La Prensa, Panamá, mayo de 2000). Lo que me lleva a recordar a Alejo Carpentier cuando decía lo siguiente:

 

En el año 1943 voy a Haití, casualmente, en compañía del actor Louis Jouvet y me hallo allí entre los prodigios del mundo mágico, de un mundo sincrético, de un mundo donde hallaba al estado vivo, al estado bruto, ya hecho, preparado, mostrado, todo aquello que los surrealistas, hay que decirlo, fabricaban demasiado a menudo a base de artificio. […] Surge en mí esa percepción de algo que desde entonces no me ha abandonado, que es la percepción de lo que yo llamo lo real maravilloso, que difiere del realismo mágico, y del surrealismo en sí. (Alejo Carpentier, Conferencia “Conciencia e identidad de América” dictada en el paraninfo de la Universidad Central de Venezuela el 15 de mayo de 1975; publicada en La Novela Latinoamericana en Vísperas de un Nuevo Siglo y otros ensayos. Siglo XXI Editores, 2a edición, abril 1981.)

 

¿Cómo podrías compaginar tu respuesta y la explicación de Carpentier?

 

FM | Una vez más el tormento de las clasificaciones. Específicamente el tablado de las vanguardias, donde cada uno de los creadores sentía la necesidad vital de inventar su propia vanguardia. Surrealismo, realismo mágico, real maravilloso, patafísica, creacionismo, pánico, teatro del absurdo etc. Hay puntos de convergencia entre todas esas brújulas, puntos inaceptables para los preceptores de cada una de esas agujas seducidas por su mismo norte. El colombiano Carlos Martín, en su magnífico libro Hispanoamérica: mito y surrealismo (1986), observa que el surrealismo intenta la reconquista de la perdida integración cósmica en que el universo es un todo en movimiento, residido por el ritmo, así como la reconquistada la relación viviente del hombre con ese todo. Yo pienso que es lo mismo que podemos decir de estas otras vertientes referidas. En esta concepción, dime, ¿no está presente el real maravilloso evocado por Carpentier? El mismo surrealismo se multiplica en lecturas en que por veces la práctica sigue caminos casi distintos de los sembrados por los manifiestos. La relación con el principio de la juventud transgresora defendido por la patafísica es algo que encontramos en muy pocos surrealistas, de que son ejemplos Hans Arp y Jean Miró, que es el mismo modo de ser de la escritura de un Vicente Huidobro –sin olvidar que el creacionista tuvo una relación muy intensa de amistad con el surrealista Hans Arp, con quien incluso ha creado al alimón aquellas Tres novelas ejemplares, puro ejercicio de escritura automática– o en el teatro de Fernando Arrabal. Hay además el tema de los estilos que se multiplican, de modo singular, por todos estos movimientos, cuando se rompe con la chaquetilla de fuerza de las escuelas de creación –tanto tiempo para comprender que no puede haber escuela de creación, sino de artesanía–. Pero hay en el surrealismo algo curioso, cuando entra en conflicto la negación de este principio referido con la práctica de los caminos varios que comienzan a definir nuevos rumbos éticos-estéticos en nombre del amor, la poesía, la libertad.

 

BLE | Y, por supuesto, está tu faceta de crítico literario y de arte. ¿Cómo llegas a ese oficio tan mal reconocido en el mundo literario, así los autores persigan a los críticos literarios por una nota que los saque del anonimato o que engalane lo que a veces es una mala literatura?

 

FM | Ya estaba aquí con nosotros el crítico (risas), pues son todos ellos personajes inseparables en mi vida. Lo primero que debemos tener en cuenta es que la crítica debe ser entendida como una actividad de iluminación de la creación (literaria, plástica, musical…), que no puede ser una caja de herramientas para reparar los errores de la misma. Tampoco puede ser lo que es muy común en el ejercicio de esta profesión, o sea, un duelo personal con la creación, donde están pendientes sus intereses, la envidia, el comercio de las luces, las enemistades. Cuando escribo sobre algo lo primero que me mueve es la necesidad –mía, por supuesto– de mejor comprender el objeto de mis estudios. Así que no me interesa cuestionar los trucos de lenguaje, sino comprenderlos. Lo mismo pasa con el ejercicio de la traducción, en que muchos lo deforman seducidos por la ilusión profana de mejorar los originales. ¿Cómo he llegado a los dos oficios? Primeramente, por necesidad de sobrevivencia profesional, precisamente con la escritura de reseñas para la prensa y la traducción de libros (tuvo el honor de ser invitado por una casa editorial para traducir libros de Federico García Lorca y Guillermo Cabrera Infante). Después, ya como editor, considerando el desafío de derribar fronteras lingüísticas y culturales, fui ampliando el espacio de reflexión y difusión de la poesía de otros puntos del planeta en mi país.

 

BLE | Tú has trabajado con la gran poeta y crítica literaria y de arte María Estela Guedes; ¿podrías hablarnos un poco de los proyectos que han llevado a cabo? ¿Al menos el más importante?

 

FM | Antes de todo, una curiosidad: en 1987 he publicado un librito titulado As contradições terríveis (Las contradicciones terribles), que abre sus páginas con este epígrafe: No es Dios quien apaga su fuego; es Lucifer quien se le acerca cuando liquida la diferencia. Yo había leído este epígrafe en un poema en uno de los periódicos portugueses que me llegaban por correo. Su autora, Maria Estela Guedes, era una completa desconocida para mí. En los primeros años de este siglo, cuando ya he creado la Agulha Revista de Cultura, es que nos descubrimos uno al otro, pues ella, Estela –a quien desde el principio llamo Meg, las tres primeras letras de su nombre–, también dirige este importante vehículo de difusión de ideas y creación que es Triplov. Trabajamos en muchos proyectos, al principio compartiendo materias en nuestras publicaciones, luego creamos un banco de dados dedicado al estudio del surrealismo, publicamos libros nuestros –los míos en Portugal, los suyos en Brasil–, incluso llegamos a crear una revista paralela, firmadas por los dos, titulada Revista Triplov de Artes, Ciências e Religião. Aunque sea muy relevante la publicación de una edición especial dedicada a la presencia femenina en el surrealismo –edición que ha funcionado como base de un libro que hace poco he publicado, 120 noches de Eros (2010) –, lo más importante, es indudable, es nuestra amistad, su incondicionalidad reveladora.

 

BLE | Otra de las facetas que te habitan es el de antologador. ¿Qué criterios son los que tienes en cuenta a la hora de hacer la selección de autores y textos?

 

FM | Yo sinceramente no me hago esta pregunta. Es posible que su ausencia revele una relación muy íntima con la naturaleza de cada dilema que apunta la necesidad de elegir los proyectos a ser realizados. Recuerdo uno de ellos que fue frustrado por la muerte inesperada de mi cómplice, la poeta brasileña Lucila Nogueira. Con ella diseñamos una serie de 19 antologías, cada una dedicada a un país hispanoamericano, que llevaba por título Mundo mágico, seguido de un subtítulo que indicaba el país que tratábamos. Publicamos el primer tomo: Mundo mágico: poesía colombiana del siglo XX (2007). Luego empezamos a trabajar en el tomo dedicado a Venezuela, cuando Lucila murió dejando sin continuidad este proyecto. De algún modo, es algo que ahora retomo con la creación del “Atlas lírico de Hispanoamérica”, para la revista brasilera Acrobata. Otro proyecto muy amplio tiene que ver con el Surrealismo, lo que remite a diversos libros hasta aquí publicados, y otros dos que tengo en obras. También en este caso los criterios son tan naturales para mí, que simplemente no pienso en ellos. En un primero caso, revelar al lector de lengua portuguesa –sobre todo a los brasileños– la grandeza y diversidad de la tradición lírica de Hispanoamérica, investigando sobre los autores más importantes –que no es siempre que coinciden con los más conocidos, por una deformidad del mundo editorial– y, en su obra, aquellos poemas que me parecen más conformadores de cada poética. Ya el segundo caso, igualmente amplio, he comenzado por investigar sobre la presencia del surrealismo en el continente americano, luego pasando por una lectura lo más abarcadora posible de los caminos trazados por el surrealismo en todo el mundo. En medio a este segundo momento, que ha propiciado la publicación de un primero tomo, titulado Viajes del surrealismo (2018) –inicialmente una antología con 860 páginas dedicadas a la poesía surrealista en todo el mundo, ahora trabajo en el segundo tomo, de estudios sobre el tema de los desplazamientos, rupturas etc.– he publicado una serie de 24 ediciones quincenales en Agulha Revista de Cultura dedicada al centenario del surrealismo.

 

BLE | Y llegamos a la gran aventura que es Agulha Revista de Cultura. ¿Podrías contarnos cómo se origina y cuáles han sido los momentos más importantes de este medio que ya cumple veinte años ininterrumpidos de publicación periódica?

 

FM | El origen de la revista está en el desastre editorial de un proyecto anterior. Yo compartía con otro poeta la dirección de una revista impresa de amplia circulación en todo el país, cuya irresponsabilidad de planeamiento financiero del equipo encargada de esa parte no permitió que saliera más que el primer número. Así que me vi con un largo conjunto de materias solicitadas y sin opción de publicarlas. Fue cuando nace la idea de una revista virtual, aunque en aquel entonces la Internet fuera algo impensable, tanto es verdad que fuimos pioneros, la primera revista de cultura en todo el mundo. La revista ha pasado por dos fases, caracterizadas por la presencia de dos amigos que fueron los editores asistentes. En sus 10 primeros años estuvo conmigo el poeta-traductor Claudio Willer; cuando sale, trato de invitar al poeta-editor Márcio Simões, director de Sol Negro Edições. La primera fase fue dedicada a desbravar las venas de la virtualidad, diseñamos una estrategia de difusión, de circulación de la revista, tomando por base un mailing que se ampliaba a cada número. Es también el momento de creación del Projecto Editorial Banda Hispánica, que guarda afinidad con las antologías planeadas con Lucila Nogueira y el actual Atlas Lírico de Hispanoamérica. Luego viene la segunda fase que toma una característica más osada, porque es cuando ampliamos el proyecto para el mundo físico, gracias al hecho de que Márcio Simões tiene una casa editorial de libros manufacturados, y luego yo mismo he creado el sello ARC Edições, cuyo nombre es formado por las primeras letras de la revista. Es una editorial inicialmente de libros impresos que luego desarrolla una actividad editorial paralela gracias a la decisión mía y de Leda Rita Cintra, a su vez directora de la Editora Cintra, de crear una colección de libros virtuales, pero también con opción de adquisición impresa, gracias al sistema on demand.

 

BLE | ¿Cuáles son los aspectos fundamentales que te llevan a emprender una tarea poco menos que quijotesca? Más aún, ¿cómo logras que sobreviva y se fortalezca con autores y obras tan importantes como las que tiene tu catálogo? Y por supuesto, está tu alianza editorial con Leda Rita Cintra, de la cual surge la colección “O amor pelas palavras”; ¿podrías hablarnos un poco de esta alianza estratégica?

 

FM | Sí, es verdaderamente una alianza estratégica, aunque pueda ser interpretado como una aventura de pura locura. Una vez aquí estamos lado al lado con los riesgos, con este desafío luminoso que define mi vida. Por supuesto que no hay dinero. Los catálogos crecen como unos regalos cósmicos. La virtualidad funciona gracias a algunas ediciones impresas que generan algún capital, lo suficiente para los vinos de la amistad y nuevas ediciones. En el caso de la colección “O amor pelas palavras”, ya estamos con 85 títulos publicados, y ahora mismo damos inicio a la publicación de una serie de volúmenes con el contenido selectivo de 20 años de Agulha Revista de Cultura. O sea, estamos a plena máquina, trabajando, trabajando…

 

BLE | En un bellísimo ensayo Julia Otxoa dice lo siguiente: La poesía de Floriano Martins es filosofía poética, incesante búsqueda, diálogo a la intemperie entre la vida y la muerte, sin saber al cabo sobre el cambiante escenario del tiempo, quien es quien ante la calavera. Vida y muerte fusionadas en un solo anhelo, en un solo rostro bellísimo y terrible: la presencia de cenizas en el alma de todo árbol que crece. Un verso sorprendente en el que el nacimiento –léase origen– y tánatos están unidos. ¿Podrías explicarnos escuetamente la presencia de la metafísica en tu trabajo poético?

 

FM | Aquí regresamos al mundo de los abismos que he mencionado al inicio de nuestro diálogo, sin olvidar que más que la presencia aislada de la metafísica, importa las relaciones entre visible e invisible, transcendente e inmanente, el aquí y el más allá. O sea, lo que busco es establecer una relación entre los modos de ser de la naturaleza humana. Y fusionarlos al punto de identificación de su realidad esencial. Y lo hago naturalmente conviviendo con el impensable, lo inesperado, las inversiones de valores etc. Así que Eros y Tánatos son reconocidos como la misma entidad que puede llevarnos por varios senderos.

 

BLE | Y más adelante Julia Otxoa anota: La vida y la literatura. ¿Historias paralelas? ¿La poesía es una catástrofe compartida? ¿La poesía es una forma posible de vida o de muerte? Y si traigo a colación esta cita es porque a menudo algunos artistas, escritores o poetas suelen decir que la poesía representa una especie de salvavidas; en otras palabras, que los salva de caer al abismo. Esa palabra que nos es tan cara tanto a ti como a mí– ¿Qué puedes decirnos al respecto?

 

FM | Pero es fundamental saber caer al abismo… El mito de la salvación jamás me ha seducido. Hace parte de la religión y la política, las dos gemelas que tanta destrucción han traído al mundo. Crear y vivir no son realidades paralelas, sino la misma cosa, o mejor, la búsqueda inagotable de una misma cosa, una alquimia existencial de las fuerzas que tocamos y presentimos, recordamos y vislumbramos. Recuerdo un verso del brasileño Carlos Drummond de Andrade: He creado nuevas palabras y hecho otras más bellas. Es así con la vida, revelamos en cada acto la esencia de los movimientos, sea a través de nuevas formas o simplemente de la destrucción de los vicios semánticos. Definitivamente crear e vivir es la misma cosa, y no es salvación para nadie.

 

BLE | Lo que me lleva a otra pregunta ¿La palabra rompe la realidad? Más que romperla, ¿la quiebra? ¿la palabra rompe, desgarra, violenta, lanza al abismo a la persona que la lee y la desentraña? ¿Estamos abocados, como los poetas malditos, a un eterno descenso a los infiernos? ¿y si logramos ascender de nuevo, somos los mismos? O bien, ¿la locura nos ha ganado la partida?

 

FM | Hay que convertir toda esa alegoría de las catástrofes en un modo natural de ser. La palabra es acto y su acción no está interesada en quebrar la realidad, sino en traerla al centro quemante de nuestras percepciones. De algún modo a toda maldición corresponde una bendición. La palabra sola no existe, lo que interesa es su realidad compartida, la cópula de sus sentidos, la alquimia de los contrarios etc. El conocimiento no es cíclico, sino una espiral sin fin, que nos lleva cada vez más a nuevos vértigos, nuevos encantamientos, nuevas experiencias. No hay partida. Desentrañamos la vida a cada paso. La locura no es más que una de esas fuentes de revelación de la existencia.

 

BLE | Y por supuesto, tu respuesta me lleva a pensar en los versos más conocidos de León de Greiff:

 

Juego mi vida, cambio mi vida,
de todos modos
la llevo perdida…

Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo…
La juego contra uno o contra todos,
la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a todo lo ancho y todo lo hondo
–en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo…–

 

Por lo que mi pregunta sería: ¿la vida es un juego de ajedrez maldito y perdido de antemano? O más bien, ¿la poesía de León de Greiff y de Floriano Martins navegan por los mismos océanos insondables y tenebrosos? ¿son los océanos dónde habitan los leviatanes? ¿es la vida una ursa horribilis? ¿no hay escapatoria posible?

 

FM | La poesía de León de Greiff me ha llamado la atención desde mi primero contacto con ella. Esa cordillera vertiginosa de voces que acentúa nuestra percepción de la caída. Inicialmente he pensado que había alguna relación con Fernando Pessoa, su contemporáneo, aunque el poeta portugués fuera más viejo que el colombiano. Pero en verdad son mundos distintos. Las voces en Pessoa son reflejos de la creación de realidades paralelas. Ya De Greiff actúa como un director de orquesta en una polifonía de voces que comparten el mismo escenario. En ese sentido los dos somos navegantes de los mismos paradojos. Vivir es siempre inesperado. La simple idea de un resultado de antemano desmantela todo el mecanismo de la existencia. No sabemos cómo llegaremos al final de este diálogo.

 

BLE | Y ya para terminar, aunque podríamos extendernos hasta escribir una enciclopedia, me gustaría saber que le respondes a Julia Otxoa cuando ella dice: Se diría que gran parte de la existencia es para Floriano Martins una gran puesta en escena de esperpentos goyescos, todo lo existente convertido en enigma. Nuestro pensamiento lo sostienen espejismos. Tan solo proyección de las cosas sobre nuestros aturdidos ojos, bien podría no existir el mundo y ser todo espejo, pura invención de nuestras necesidades y deseos. Tal vez nada se salve en esta lapidaria y apasionada dialéctica trágica, salvo ese incesante y arriesgado vivir en poesía. Y esa bendita capacidad del propio autor para traducir en belleza la narración de cuanto ocurre.

 

FM | La respuesta por supuesto nos llevará a la enciclopedia (risas). El enigma es parte de nuestra esencia. Ilusiones u espejismos, sueños o vislumbres. Se algo se salva o no, es algo que no importa. No estamos en la vida para salvarla, sino para vivirla. Llevamos adentro del árbol de la dialéctica tanto el Quijote como Alice, tanto Ahab como Lilith. Nuestras obsesiones son las perlas más significativas de esta puesta en escena evocada por mi querida Julia Otxoa. Estoy siempre agradecido por su amable lectura de mi poesía. El agradecimiento no como una devoción, sino como una de las infinitas maneras de compartir la vida. En eso estamos. Vivir es inevitable, una maravilla inevitable. Como la descubierta inagotable de nuevas estrellas.

 

 

 

 

 



[1] Entrevista realizada em 2020. Originalmente publicada en la revista Acrobata. Piauí, Brasil, noviembre de 2020. Berta Lucía Estrada es una poeta y ensayista colombiana actualmente residente en Francia. Con Floriano Martins ella ha escrito, al alimón, algunas obras de teatro.