la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Miranda, Tu País Está Feliz / por Carlos Giménez, El Nacional, Caracas 28 de febrero de 1991








(Día de San Leandro)
Para Antonio Miranda, autor de “Tu país está feliz”

Recordado Antonio:

Es mejor encender una luz

que maldecir la oscuridad.

(Proverbio chino)





Hoy, Día de San Leandro, Rajatabla cumple años. Son veinte, contados a partir de aquel 28 de febrero del 71, cuando en el viejo escenario del Ateneo se escuchó por primera vez la voz de Xulio Formoso invitando a nuestra generación a venir al teatro por el camino de la poesía. Poesía que era “un amor comprometido, traducido en exigencias y duras penas, verbo metálico, blandido clamando el despertar de tu conciencia”. 

Tú vivías en Los Chaguaramos, Edificio Edén, Tercer piso, Apartamento 15, y “lanzabas un grito de socorro”. Como lo confesabas desde tu libro “éramos egoístas y pobres, la soledad nos hacía daño y coleccionábamos tarjetas postales”. Al llamado de tu poesía respondieron miles de jóvenes, la ciudad se llenó de pintas donde se denunciaba la falsa felicidad del país, y la música de Xulio – simple y desasistida – se puso clandestinamente de moda. 

Miriam Fletcher lanzaba su toque de atención desde su leída columna El Mundo que yo veo y Napoleón Bravo nos sostenía desde sus primeros-gloriosos-programas de radio. Era tiempo de esperanza. Desde esos días nada nos fue “a medias”; los intelectuales negaron el espectáculo al principio, y al grupo después. Se nos acusó sólo de todo. No obstante el agua siguió el curso del río, y con nosotros creció la alegría, el entusiasmo, la polémica, nuestra propia vida, por decirlo de una vez.


Rajatabla se hizo nuestra vida. Como virtud y defecto ha sido y es difícil determinar los límites que definen al artista-rajatabla del hombre-rajatabla. Seguramente se hizo carne en nosotros aquello que pregonabas con inocencia adolescente: “El hombre ama todas las cosas, las individualiza, se proyecta en ellas, y en amar se recupera”. Dando tumbos nos hemos recuperado en los fracasos y en los éxitos.

Debes saber que estamos en deuda  con casi todo el mundo. Con el Ateneo (recuerdas qué esplendor) que abrió sus puertas y ventanas a esa locura que “destruía puertas y ventanas”. No alcanzaban los días para un público que vivía su ritual como protagonista de tu poema. Estamos en deuda con los actores que pasaron por nuestros elencos, llenos de entusiasmo, siempre cerca de nuestras angustias y alegrías. Son tantos, que citar algunos y obviar a otros, desvirtuaría el sencillo homenaje que intenta este recuerdo. Nuestra deuda alcanza a los amigos e instituciones que, dentro y fuera del país, nos pusieron frente al reto de crecer, ofreciéndonos oportunidades de confrontar nuestro proceso creador. Aprender rectificando. La adolescencia del grupo quedó atrás, como en la vida, dolorosamente. 

Rajatabla perdió y ganó. Pero como dice el joven de Tu país está feliz: “donde perdí, me salvé”. En este débito de afecto ¿cómo olvidarte? ¿Cómo no lamentar que no puedas compartir nuestro Macondo este Día de San Leandro?

Tú, lo sabes muy bien, Rajatabla es un grupo de inmigrantes. Algunos de provincias cercanas como Yaracuy o el Táchira, otros de algunas más remotas como Córdoba o Montevideo o más lejos aún de Ermúa o Barcelona.


Por eso nos afectan tanto los recuerdos, las fechas, los días de cumpleaños, los nacimientos y las despedidas. Algo de nosotros se queda en los calendarios sin uso, tal vez para continuar aquella tradición temprana de coleccionar tarjetas postales. 

Para combatir la nostalgia, como fuerza natural que nos lleva al futuro, hemos llenado la casa de juventud. Organizaciones y movimientos, tanto o más polémicos que el Rajatabla del 71, están conquistando nuevos espacios para la imaginación. También a ellos los golpea el escepticismo antiguo de los que parecen no celebrar el Año Nuevo. A ellos, como a nosotros en tu poema, también les dicen “panfletarios, sentimentaloides, circunstanciales y hasta personalistas”.


Ni el hombre ni la poesía cambian. Pero el teatro, compañero inseparable de nuestras vidas, nos da el chance de inventar un territorio diferente. Nuestra casa está aquí, querido Antonio, abierta este día de cumpleaños, y todos los días, en el mismo espíritu que movió banderas blancas aquel febrero del 71. En este sentido nuestra deuda seguirá creciendo, con el público que no abandona su exigencia, con los jóvenes artistas implacables en la búsqueda de la perfección, con nuestra ansiedad de crecer luchando contra el tiempo, con esta alegría de saber que tuvimos el coraje de elegir, que en ello quedó una parte de nosotros, pero se levantó otra, más sencilla y menos poderosa, más lejos de la fama y el dinero, pero más próxima a ese desafío que hacía el climas de Tu país está felizPersigo la imagen que hice de mí, y siempre estoy en deuda conmigo mismo”.




© Carlos Giménez
Diario El Nacional, 
28 febrero 1991, Caracas.




Fuente texto:   Antonio Miranda

Fuente prensa: Ana Lía Cassina. Archivo: Carmen Gallardo






Retrato Barroco de Carlos Giménez, de Antonio Miranda



Como un muro
o una pared
(que puede ser trespasada)
como una cueva
como una ciudadela.
 
Detrás de la melena dos ojos escrutadores.
 
Como un cuchillo
como una lanza
(que se tiene reservada)
como un dardo
o un petardo.
 
Cuando nació le leyeron el horóscopo
su oráculo el camino
y antes de aprender a hablar
y antes de aprender a caminar
y antes de
y durante
y siempre
daba forma a su propio mundo
-escultor en el espacio
 músico en el tiempo-
y antes
y durante
y después.
 
“Carlito,
véte a joder más adelante”.
 
Reunió sus instrumentos
-improvisaba instrumentos
herrero de improviso-
se vistió un potro imaginario
y con arcilla
y con clavos
y alambres
le fue dando forma al paisaje
modelando modelando
rescatando imágenes
construyendo construyendo.
 
No cuestiona en cuanto
con sus manos de artesano
y ojos arquitectos:
no cuestiona su trabajo
su trabajo es su cuestionamiento.
 
Con este dedo mueve una palanca
con aquel otro una llave bizarra
y con estas manos
y con estos dedos
(argamasa
trapos “collages”
saltimbanquis)
pone de pie esta palabra
con este brazo alza esta oración
con este dedo
y con esta mano
construyendo y desmoronando
y reconstruyendo su mundo
con estas manos.
 
Y con estos ojos escrutadores
y con estos oídos que ven
con este olfato que apalpa
con estas manos, pálpebras
y con estos dedos y con estos ojos.
 
Lo que falta, inventa.
lo que necesita, improvisa
recapacita
en su manierismo barroco
su cultismo plástico
su gongorismo sonoro.
 
Cincel
artífice y orfebre
ojos, manos.
 
Una sílaba proyectada en el estómago del universo
un sonido, una onomatopeya
una carcajada sideral
un pozo
y una gaviota en pleno vuelo sorprendida.
 
Un paso,
de prisa
con fuerza.
 
Detrás del miedo está la confianza
detrás de la crónica inseguridad
su intuición de niño orfebre
cincel, ojos, manos.
 
Que es como detener el tiempo
y retener la esencia
plasmar la forma del tiempo
en ese espacio
poblado de mitos
símbolos
pesarlos
medirlos
lapidarlos.
 
E inaugurar en el aquí
el más allá.
 
Una corona que se convierte en un Imperio
y un Imperio que se desploma
corona
ojos y manos y pies.
 
Un cuadrado se convierte en ventana
un círculo en una plaza
que es como ir de la abstracción
a la realidad.
a la realidad.
 
 


 
Caracas, noviembre de  1971.




"Tu país está feliz" (versão 1984) por Antonio Miranda


Carlos Gimenez fez muitas e sucessivas montagens de Tu País está Feliz, desde a primeira de 1971. Muitas vezes para acomodar novos atores, para atender a convites de viagens ao interior do país e a paises vizinhos.

A última foi, em verdade, uma nova montagem, comemorativa dos 13 anos de Rajatabla, no ano de 1984. Bem diferente das anteriores, uma espécie de “releitura”, atualizando textos, figurinos, linguagens. Uma versão mais “pop”, mais espetacular, com mais artistas, com versões musicais mais sofisticadas. Os atores vestidos com jeans e bonés, como os da rua, de toda parte, como para encaixá-los em cena.

Esteve em cartaz no Teatro Ateneo, depois no Teatro Las Palmas, não sei mais onde... Para os padrões de Rajatabla, acostumados que estavam a temporadas infinitas com o espetáculo, não foi considerada “exitosa”...

Dizem por aí que eu participei da montagem, discutindo, mudando textos. Não é verdade. Nem fui avisado, fazia anos que eu perdera contato com Carlos e com o grupo teatral. Por coincidência, fui a Caracas a convite da Oficina de la Unesco e me hospedei no Hilton Flat, de frente para o Ateneo, e descobri que a peça estava em cartaz...

Confesso que gostei muito da versão, mesmo sem a autenticidade e a espontaneidade da primeira. Sinceramente, estou seguro de que jamais conseguiremos repetir o êxito da primeira versão, em tempo algum, a menos que aconteça um fato auspicioso, um milagre... O fenômeno de Tu País está Feliz em 1971/1973 extrapolou qualquer lógica, saiu das dimensões teatrais para converter-se em um acontecimento sociológico, cultural, movido por forças que não residiam mais na qualidade do texto, das músicas ou da encenação.


Eu escrevi, na ocasião, sobre a versão 1984:

 “La pieza ya no es la misma: es otra cosa. Antes era un pretexto para gritar consignas existencialistas. Hoy es la constatación de que los problemas continúan siendo los mismos, que no fuimos capaces de superarlos… Solamente de denunciarlos…

Nuevos personajes pueblan las tablas. Voces más refinadas. Arreglos musicales más elaborados. Interpretaciones más apuradas. Iluminación esmerada. Más espectacular, más teatral. Y el público con mejor comportamiento…

Los nombres ya son otros: Benigno Acuña, Fanny Arjona, Cecilia Bellorín, Maria Brito, Mildred Chirinos, Luis Garbán, Gonzalo Vellutini, Amado Zambrano, Eduardo Bolivar, Sonia López, Vilma Otazo, Costa Palmides, Mira Parra, Juan Rodríguez e Daniel Uribe.

En el Ateneo encuentro a Rafael Daboin, que me informa que hizo otra versión de Tu País está Feliz, con otra música, en la Universidad del Táchira…
Termino la noche en un bar del Boulevard de Sabana Grande, con amigos. Oscar Alfonso Marquez recita unos versos míos que yo había olvidado. ¡Mi ego está para explotar!”

E arrisquei um último testemunho:

“Carlos Giménez continúa con su talentosa arte de osquestar piezas teatrales con una concepción plástica que lo lleva a mezclar la grandiosidad y elocuencia operística de un Wagner con la visión orgiástica y onírica de un Fellini. Él moldea aquellas figuras humanas que pueblan su escenario en acciones que superan la realidad y la fantasía y las coloca entre lo profano y lo divino para los sentidos estupefactos de su público cautivo.”

Já não temos mais Carlos Gimenez conosco, “se fue de gira” como eufemisticamente preferimos dizer... Mas seu estilo de trabalho continua de pé, com seguidores e admiradores.



Fuente: Antonio Miranda