la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


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Ayala, Mario (2014) “Explorando las redes transnacionales de derechos humanos en América Latina: los orígenes de la Federación de Latinoamericana de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Una entrevista con Patrick Rice” / Revista Cantariera, Universidade Federal Fluminense, Brasil.


DOSSIÊ  OS  LEGADOS DAS DITADURAS  CIVIS - MILITARES

ENTREVISTA con PATRICK RICE
por Mario Ayala*



Introducción

En 1978 sólo tres países latinoamericanos no estaban bajo gobiernos autoritarios: Colombia, Venezuela y Costa Rica1. Ese mismo año en Caracas, un grupo religiosos y de exiliados chilenos y argentinos que trabajaban en la solidaridad con los refugiados y en la denuncia internacional de los gobiernos autoritarios de la región, decidieron crear la Fundación Latinoamericana por los Derechos Humanos y el Desarrollo Social (FundaLatin), una organización ecuménica de Derechos Humanos con perspectiva regional. Los miembros de FundaLatin compartían la visión estratégica que desde Venezuela se podía realizar un trabajo de solidaridad humanitaria hacia la región y el ámbito internacional, aprovechando la situación excepcional de este país durante la década de 1970, definida por la existencia de libertades democráticas plenas, receptividad política para realizar la denuncia y el trabajo humanitario, y por su no participación en la coordinación represiva de las Dictaduras de Seguridad Nacional (DSN), lo que la transformaba en un país seguro para realizar encuentros y gestiones públicas. Uno de los proyectos de FundaLatin fue reforzar su vinculación con la activa red regional-transnacional de defensa de los Derechos Humanos e impulsar organizaciones regionales de carácter humanitario, como el plan de una federación latinoamericana de familiares de víctimas de desaparición forzada.

De modo que la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos (FEDEFAM), constituida en Caracas en noviembre 1981, fue el resultado del trabajo coordinado de redes transnacionales religiosas, de exiliados, de organismos de derechos humanos y de organizaciones de familiares víctimas locales y en el exilio, que se trazaron como meta la construcción de una organización regional de Derechos Humanos centrada en la denuncia de las desapariciones forzadas como política común de las DSN y gobiernos autoritarios de la región. Desde su creación, la FEDEFAM llevó a cabo un trabajo jurídico, político y perfomático regional e internacional centrado en tres objetivos: 1) garantizar la coordinación de organismos de familiares de desaparecidos de la región; 2) sistematización de información y organización de campañas internacionales de denuncia y concientización pública de la política de desapariciones forzadas; 3) gestiones ante instituciones intergubernamentales de Derechos Humanos para lograr la sanción de una Convención Contra las Desapariciones Forzadas en el sistema Interamericano y de Naciones Unidas, frente a la necesidad de tipificar una convención específica para una práctica violatoria no incluida en los tratados internacionales hasta ese momento y que se masificó como política de algunos Estados del Tercer Mundo a partir de la décadas de 1960 y 1970. En la actualidad FEDEFAM está integrada por 20 Asociaciones de Familiares de Desaparecidos de doce países latinoamericanos, y comparte su experiencia y coordina sus acciones con la Federación Asiática Contra la Desaparición Forzada (AFAD) y la Red Africana contra las desapariciones Forzadas. Su trabajo fue reconocido luego de 29 años con la aprobación en la ONU de la Convención Internacional que protege a todas las personas contra las desapariciones forzadas, la cual entró en vigencia en diciembre de 20102.

En este texto presento y analizo parte de una entrevista a Patrick Rice, primer Secretario Ejecutivo de la FEDEFAM y activista clave en la coordinación del proyecto hasta mediados de la década de 1980. Rice era irlandés y llegó a la Argentina en 1970 como religioso de la congregación del Verbo Divino para trabajar en un colegio de Esperanza, provincia de Santa Fe. En 1972 se incorporó a la congregación de la Fraternidad de los Hermanos de Foucault como sacerdote obrero trabajando en la industria de la construcción y viviendo en el popular barrio porteño de Villa Soldati. Fue detenido por las fuerzas de seguridad y estuvo desaparecido desde fines 1976 hasta inicios de 1977. Su caso se hizo conocido internacionalmente y la dictadura militar argentina lo liberó expulsándolo del país gracias a la presión de Irlanda y organizaciones de todo el mundo. A principios de 1977 Rice tomó la decisión de encarar una lucha contra el tipo de abusos que había sufrido y comenzó a participar de actividades de denuncia de la dictadura. También ese mismo año formó parte de la organización del Comité Argentino de Derechos Humanos en Londres, y entre 1977 y 1980 trabajó en actividades de denuncia en Nueva York y Washington. Se radicó en Caracas en 1979, e integró al equipo de trabajo de FundaLatin, coordinando el proyecto de organización de los congresos fundacionales de la FEDEFAM, entre enero y noviembre de 1981, llegando a ser su primer secretario ejecutivo. En 1987, ya casado y con hijos, retornó a la Argentina donde se radicó con su familia, debiendo rearmar su vida. Desde entonces y hasta su fallecimiento en 2010 continuó siendo activista de derechos humanos y asesor de FEDEFAM.

Nuestra entrevista con Patrick Rice se concentró en su participación en la FundaLatin y posteriormente como coordinador y Secretario Ejecutivo de FEDEFAM hasta mediados de la década de 1980, momento en el cual la organización se había consolidado y adquirido el perfil que mantiene hasta la actualidad. Su condición de protagonista clave en los orígenes de la federación y su visión del proceso en retrospectiva, nos permiten visualizar diferentestemas y problemas de la organización y también líneas de investigación para abordar la reconstrucción histórica de la experiencia de la FEDEFAM. El primer tema que salta a la vista es el rol de los activistas transnacionales de de derechos humanos y la existencia de una arena pública internacional pro derechos humanos que permitió desarrollar estrategias colectivas para denunciar la política de desapariciones forzadas en América Latina ante la opinión pública mundial, los gobiernos y organismos multilaterales. La trayectoria de Rice es un ejemplo del aprovechamiento de este campo político internacional por una red de activistas emprendedores, organismos locales, organizaciones regionales e internacionales de derechos humanos y de la incorporación de los repertorios de acción y protesta del campo de los derechos humanos en ámbito internacional y local. A esto deben agregarse du condición de sacerdote-víctima y sus vinculaciones con las redes humanitarias y religiosas en Estados Unidos y Europa, además del manejo del idioma inglés y su conocimiento de la política estadounidense.

El segundo tema que destaca es la importancia de las redes religiosas y de exiliados para apoyar a los familiares locales y en el exilio en la formación de la FEDEFAM. Lo cual permite observar que la lucha contra las violaciones de los derechos humanos reunió a organizaciones locales, en el exilio y en terceros países en planes de acción transnacionales, destinados a afectar las políticas internas de sus Estados y la legislación internacional sobre el tema, borrando los fronteras y jerarquías entre los activistas “de adentro” y “los de afuera” de las fronteras nacionales. Y además destaca la importancia de la lucha humanitaria y la solidaridad internacional para el desarrollo, mantenimiento y protección de las organizaciones locales que trabajaban en distintos contextos represivos.

Un tercer tema que se aborda en la entrevista es el la dinámica interna y externa de FEDEFAM, que según Rice tuvo cuestiones a favor y en contra: como por ejemplo la pocacapacidad de la Presidencia y Secretaria Ejecutiva para desarrollar iniciativas y el férreo control de base de las organizaciones locales. Asunto que tuvo como resultado que el equipo directivo en Caracas se concentrara más en el trabajo para lograr la sanción de una Convención contra las Desapariciones en Naciones Unidas y en la coordinación de campañas internacionales y la organización de los Congresos de la Federación. Por otra parte, al mismo tiempo el testimonio de Rice deja entrever que la creación de FEDEFAM también planteó debates y tensiones al interior (y entre) de las organizaciones de familiares de víctimas de desaparición forzada, tales como: a) la afirmación del criterio de vinculo sanguíneo con la víctima como elemento excluyente de pertenencia y como representación legítima (la mayoría de las veces silenciando su identidad política y relación con otras víctimas de la represión, incluidos los sobrevivientes de desaparición forzada); b) las resistencias de algunas organizaciones locales para incluir en la Federación a las agrupaciones y familiares que actuaban en el exilio; c) las tensiones por unificar en acciones comunes a organizaciones que operaban en diferentes contextos represivos y cuyos componentes sociales eran distintos.

Trascribo a continuación un fragmento de una primera entrevista que realizamos con Patrick Rice en la Ciudad de Buenos Aires el 12 de diciembre de 2008.

Entrevistador: ¿Podría explicarme cómo surgió el proyecto de la Federación de Latinoamericana de Familiares de Detenidos Desaparecidos (FEFEFAM) a inicios de la década de 1980?

Patrick Rice: No sé por dónde comenzar… Voy a empezar hablando de la Federación Latinoamericana para el Desarrollo Social (FundaLatin). FundaLatin se nuclea alrededor de la figura del padre Juan Vives Suriá, un sacerdote español que fue presidente de Cáritas Venezuela por muchos años y así obtuvo contactos internacionales con todos los países en función de eso. Además, él tenía un talento muy particular como artista y como comunicador. Era un gran comunicador social. Yo aprendí mucho con él. Vives se comunicaba a los diarios, saludaba, comunicaba, llamaba a las cinco de la mañana. Siempre estaba llamando, sino salía la nota, si salía o no salía, era un obsesivo de ese tema.

Vives tuvo conflictos con su obispo, que lo cuestionaba, pero él era una institución en si mismo. Entonces en 1973 se da el golpe militar de Pinochet en Chile. Este hecho sacudió mucho el mundo político en Venezuela. Vives se hace eco de eso y comienza su trabajo de apoyo a los refugiados políticos que llegaban a Venezuela. Entonces Vives se encarga de este tema desde Cáritas y finalmente creó una organización para apoyar a los refugiados que se llamó Programa Venezolano Pro Refugiados latinoamericanos. En ese momento Venezuela estaba en un boom económico a raíz del aumento del precio del petróleo, entonces había muchas oportunidades para la instalación de los refugiados. Es decir, entonces enseguida los ubicaban y les conseguían trabajo. Bueno, entonces, Vives decide comenzar a trabajar con un grupo de exiliados en esta tarea de ayudar a los refugiados. Uno de estos exiliados fue el chileno Joaquín Undurraga, vinculado a los sectores de la izquierda cristiana de Chile. Vives y Undurraga tenían  la visión estratégica que desde Venezuela se podía hacer un trabajo sobre América Latina en su conjunto. Entonces Vives decidió crear la FundaLatin, con él como presidente, Guido Zuleta, que es un venezolano, como secretario, Joaquín Undurraga como vicepresidente, y una comisión integrada por exiliados argentinos y chilenos.

Yo comencé a trabajar en la FundaLatin en el año 1978-1979. Vives como que se sentía solo, yo era cura, entonces bueno, si bien estaba en la Fraternidad de los Hermanos de Foucauld, y trabajaba en la solidaridad, iba y venía bastante a Estados Unidos. En Caracas estaba el local de Maryknoll, que es una congregación misionera norteamericana, de la cual era miembro el padre Miguel D’Escoto, de Nicaragua. Además, yo en el año´78 trabajaba bastante en un proyecto de otro argentino de la Fraternidad, que estaba como yo en una situación especial, y que estaba haciendo un trabajo de apoyo a Cristianos para la Liberación en Argentina, cuyo grupo principal ese año fue casi todo diezmado. Pero sucedió la Conferencia Episcopal Latinoamericana en Puebla, México, y entonces se decidió sacar una publicación que se llamó Puebla 79. Este amigo y otros la redactaban, yo colaboraba consiguiendo financiamiento y lo publicábamos. En Venezuela la revista se publicaba con la gente de Vives y de FundaLatin, se puede decir que ambos proyectos corrían juntos. Este era un poco el trabajo concreto que yo estaba haciendo en esos años.

FundaLatin poseía muchos contactos y relaciones con el exterior. Pero su fuerte fue primero en Chile y después se extendió a Centroamérica, sobre todo a partir del contacto con Monseñor Arnulfo Romero y otros. Al producirse el asesinato del Monseñor Romero Vives fue al entierro y es fotografiado dando la extrema unción a una de las personas asesinadas en la masacre que ocurrió durante el sepelio. Publicamos un número de la revista Puebla 79 dedicado al tema con la foto de Vives en la portada. Y después de eso FundaLatin comienza a trabajar en un proyecto que se llamaba la “Fundación Latinoamericana Oscar Arnulfo Romero de Derechos Humanos”, donde participaban las Asambleas Permanentes de Derechos Humanos de Bolivia, Chile y varios otros lugares. Pero este proyecto empezó a tener problemas porque un sector del Consejo Mundial de Iglesias que estaban en Brasil, como el del pastor Jaime Wrigths, no lo veía con tan buenos ojos. En esos momentos estaba el CELADEC (Centro Latinoamericano de Desarrollo y Comunicación) en Perú, FundaLatin en Venezuela y el Comité Ecuménico por Derechos Humanos en San José de Costa Rica, coordinado por el pastor García, un anglicano episcopal. Entonces estos fueron un poco los nexos. También estaba la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador, con la doctora María Elena García Dillas, que fue asesinada también en el año ochenta. El año 1980 fue muy fuerte por lo que se vivió. Porque ese año fueron asesinados Luís Espinal en Bolivia, un jesuita, un amigo, digo amigo del grupo; María Elena García Dillas en El Salvador y después el Monseñor Romero.

Bueno, entonces, como verás, FundaLatin tenía ese plan estratégico [sonríe]: quería nuclear a la gente campesina, a los familiares de desaparecidos y no sé que otro proyecto. Y entonces lo que sí concretó fue este último. Cuando yo llego a Venezuela de vuelta en 1979-1980, el grupo de FundaLatin estaba preparando el congreso, que iba a ser el Primer Congreso Latinoamericano de Familiares de Desaparecidos, que se realizaría en San José de Costa Rica en enero de 1981. En ese proyecto había gente de Chile, de Argentina, de distintas organizaciones, estaban todos trabajando ahí y bueno fuimos al congreso, y ahí se quedó la idea de crear FEDEFAM y a mí me nombraron como coordinador del proyecto. Entonces todo el año 1981 me dediqué a coordinar ese proyecto, tuvimos otra conferencia fundacional con los estatutos, después incluso se consiguió el reconocimiento de FEDEFAM por el gobierno de Venezuela.

Entrevistador: ¿Este segundo congreso donde se oficializa la FEDEFAM fue en Caracas?

Patrick Rice: Si, y fue un acontecimiento la solidaridad. Imagínese que organizamos este congreso casi sin apoyo económico del exterior, pero fuimos sorprendidos por el apoyo que
recibimos y de lo recaudado con el estreno de la película Missing de Costa Gavras. Creo que juntamos tres, cuatro mil dólares. Y después hicimos el congreso en un Convento toda la gente quedó hospedada de forma solidaria. Lo que pasaba era que como en Venezuela había tantos exilios y exiliados, la gente llegaba y se la hospedaba en las casas. Eran otros tiempos, ahora es todo hoteles. Pero había exiliados que se sentían bien haciendo eso y de verdad yo creo que si FEDEFAM pudo nacer fue gracias al exiliado y los exilios. Se sentían, digamos, parte de este proyecto y esta fue una etapa muy, muy linda…

Entrevistador: ¿Quiénes y qué organizaciones participaron de la reunión de donde se acordó la creación de la FEDEFAM?

Patrick Rice: Bueno, se pueden decir muchas cosas. FEDEFAM se crea en Costa Rica a inicios de 1981. Participaron organismos de desaparecidos de varios países. Eso fue un poco original. Y también participaron familiares que se encontraban en el exilio. Y fue ese juntarse, ese entrometerse, por primera vez, porque antes… antes los dirigentes políticos al salir de Argentina no querían saber nada con el exilio porque como acá seguía “la campaña antiargentina” y entonces eso influía mucho. En mi opinión las Madres de Plaza de Mayo fueron las primeras que empezaron a romper eso y lo rompían porque fulano, mengano, el hermano de mengano tenía familiares desaparecidos. Y creo que ese sentimiento de madres las llevo a romper esa imagen negativa que estaba muy instalada. Pero fue en Costa Rica que se hizo esa juntada.

En el Segundo Congreso, en Caracas, en noviembre de 1981, se decidió en primer lugar que los familiares en el exilio tenían derecho a existir y a ser reconocidos por la FEDEFAM. Por ejemplo, había una cosa en los estatutos sobre los ocho votos por país y esto fue hecho para que los exiliados pudieran tener su propio voto en el Congreso. En este punto me acuerdo que Susana Migues –que falleció hace varios años y en que ese momento estaba en México—era una gran defensora de los exiliados. Y de verdad yo me alegré mucho porque –sé que tal vez lo que voy a decir no lo va a creer mucha gente— ser familiar de desaparecido y ser exiliado lo hace aún más complicado. En el exilio se está lejos, no se sabe qué pasa en el país de origen, se vive en cierta sensación de aislamiento. Y yo no quiero entrar en esto de que es más o menos, porque cada uno sufre, pero creo que el reconocer a los familiares en el exilio dio mucha fuerza de participación. Después estaba el gran debate: ¿dónde vamos a colocar la sede de FEDEFAM? Al final se decidió por establecerla en Venezuela. Algunos insistían, pero “¿Qué va a pasar si la situación con derechos humano cambiaba?”. Pero muchos pensábamos que debíamos ser consecuentes. Por ejemplo, Isabel Letelier decía “bueno, si vamos a ser puristas entonces vamos a tener todos los organismos de derechos humanos en Suecia. Pero tenemos que tratar de sobrevivir en América Latina”. Ese fue el criterio.

Presidía el congreso, el embajador sandinista Leonte Herdocia, también con un hijo que había sido asesinado. Hubo conflicto porque [se ríe] en ese congreso se había elegido a la delegación de México para la parte internacional. Pero quién representaba a México era Rosario Ibarra de Piedra, que era opositora acérrima del PRI [Partido Revolucionario Institucional]. Entonces al final tuve que informarle que se retirarían todos si ella quedaba en ese puesto. Entonces Rosario muy noblemente renunció al cargo, ella era una mujer sensata, una gran persona de verdad. Porque su enemigo era el PRI y personas como los sandinistas o Isabel Letelier no deseaban una situación crítica con el PRI. Y así nació FEDEFAM y yo fui nombrado Secretario Ejecutivo por el Congreso y los demás cargos los tenía que nombrar cada país. En Chile la agrupación de Chile organizó una elección nacional. Y de ahí salió la primera presidenta de FEDEFAM, la chilena Pamela Pereyra, elegida en 1982. Y bueno, en este contexto, una de las primeras cosas que planteó Pamela es que ya habían pasados dos años desde el comienzo fundacional con la comisión, y que teníamos que dejar de funcionar en las oficinas de FundaLatin y crear la propia sede de FEDEFAM en Caracas.

Ella consideraba esto por varias razones, que no solamente tenían que ver con la autonomía de FundaLatin. Al principio fue conflictivo. La decisión fue tomada en el Congreso que hicimos en Perú en 1982 y a partir de eso buscamos una oficina. Luego Vives, presidente de FundaLatin, quedó como presidente honorario si iba a los congresos.

Entrevistador: ¿Este cambio en la relación con FundaLatin fue resultado de tensiones o un producto del proceso de desarrollo del espacio de FEDEFAM?

Patrick Rice: Se detuvo. Alguna gente se fue conmigo a trabajar a la oficina de FEDEFAM. Lo que pasa es que el fenómeno de FEDEFAM tenía puntos de fortaleza y de debilidad. Su fortaleza era que los familiares de los países participaban y controlaban fuertemente la actividad de la federación. Y su debilidad se relacionaba con lo mismo: no dejaban mucho espacio para el trabajo de la Secretaría, digamos, uno no podía desarrollar muchas publicaciones porque ellos sentían que tenían que controlar, no es la palabra, pero era el modo en como estaban acostumbrados a manejarse en sus países.

Por ejemplo, luego de regresar, observé que aquí en Argentina se sacaba una declaración y capaz que pasaban un mes discutiendo los términos de la declaración. No iban a dejar a una oficina en Caracas realizar las declaraciones. Por eso digo que fue la misma fortaleza del movimiento de los familiares que participaban de la FEDEFAM, lo que no permitió otros proyectos. Uno de los proyectos más importantes que nunca se pudo concretar (y que había avanzado bastante) era hacer un listado de desaparecidos de América Latina. Porque en cada país los familiares de desaparecidos se apoyaban en alguna institución jurídica: en Argentina, la Asamblea permanente por los Derechos Humanos (APDH) y el Centro de Estudios legales y Sociales (CELS); en Chile en la Vicaría de la Solidaridad y los juristas; y la organización de Derechos Humanos Centroamérica. Entonces, en nuestro trabajo internacional notamos que, después de tres años denunciando a los veinte mil desaparecidos de América Latina, nos decían “¿Dónde está la lista?” Y bueno…

Entrevistador: Pero ustedes tenían un trabajo en ese sentido ¿No se logró sistematizar y/o coordinar toda la información?

Patrick Rice: ¡No se podía! Hasta el día de hoy es muy difícil, por los criterios…todo eso. Esta es una cuestión que creo que a lo largo de tiempo demostró ser una debilidad de FEDEFAM. Pero se logró otra cosa. Se logró trabajar mucho la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Es decir, la fortaleza fue trabajar más centrados en la Comisión de Protección de Desaparición Forzada, se organizaban campañas internacionales, campañas por los países, etc.

Entrevistador: ¿Estas campañas y acciones en organismos multilaterales los visualizó mucho en esos años?

Patrick Rice: Si, si, claro porque a raíz de la experiencia de desaparición forzada que viví (y también otros habían vivido eso), yo había participado bastante en el ´77 en Naciones Unidas, con los argentinos, yo di mi testimonio en la Comisión de Derechos Humanos creo que en febrero de 1977. Y ahí conocí el drama que se vivía, y del que no se podía escapar: los denunciantes teníamos que andar buscando una Organización No Gubernamental reconocida por la ONU para que te preste el lugar para hablar ante esa institución. Entonces una de las primeras cosas que hicimos con FEDEFAM fue solicitar el reconocimiento como organismo de consulta ante la ONU y fue finalmente en el año 1984-1985 que obtuvimos este reconocimiento.

FEDEFAM fue la primera organización del sur en lograr este reconocimiento y esto le dio mucha fortaleza. Hasta el día de hoy tenemos una representación en Naciones Unidas. Y entonces esta fue una de las actividades más importantes de la Federación en la búsqueda de la creación de una Convención contra las Desapariciones Forzadas, junto con las campañas y acciones, y la convocatoria mundial durante la semana del detenido-desaparecido.

Estas fueron todas actividades que organizamos. Además, para 1980 las dictaduras militares y el sistema de desaparición forzada se había extendido bastante en América Latina, con bastante influencia del modelo represivo argentino. Yo me acuerdo que visité Honduras en 1982 y allí habían implementado el modelo argentino mediante un militar que había estado aquí, creo que se llamaba Álvarez. Entonces, después en Perú, en Colombia. Realizamos visitas a países como FEDEFAM, sobre todo cuando estuvo en la presidencia la boliviana Lara Loyola Guzmán, que era muy buena para realizar visitas. Sucedía que para estos gobiernos el hecho de que la visita venga de una organización con sede en Venezuela no le parecía demasiado, no era que los visitaba Human Rights Watch, su idea era que no teníamos influencia en el ámbito internacional y consideraban que no le representaba tanto peligro. Y a partir de estas experiencias de visitas empezamos a trabajar mucho en la organización de los familiares de desaparecidos de esos países. En Honduras había una organización que era controvertida, que había ayudado mucho en la reunión de Costa Rica…

Porque otra fuente de conflicto fue que siempre había intentos de tratar de encuadrar a los centroamericanos con los sureños. Y esto es complicado, no es nada fácil porque las realidades son diferentes. Y además estaban en distintos momentos. Y bueno, esto fue parte del debate. También creo que es justo reconocer a otras entidades latinoamericanas de de derechos humanos de esos momentos. Por ejemplo en Ecuador estaba la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos (ALDHU)3, que fue el otro país de la región que tuvo un perfil parecido, con un presidente como Jaime Roldós al que mataron o que supuestamente murió en un accidente. Y mientras tanto FundaLatin seguía su trabajo. Pero yo ya no tenía tanto contacto con ellos como antes.

Entrevistador: ¿O sea que entre 1979 y 1982, usted estuvo muy vinculado a FundaLatin y después pasó a formar parte de FEDEFAM?

Patrick Rice: Sí. Así fue después. Yo estaba trabajando con FEDEFAM. Y luego a raíz de toda una serie de temas, y después de seis o siete años de trabajo y residencia en Venezuela, te digo que yo quería también volver a la Argentina. Y entonces decidimos hacer el retorno a Argentina hacia 1987 y Lara Loyola Guzmán quedó como Secretaria Ejecutiva de FEDEFAM en Caracas. Y después ingresó otra gente. Luego yo me alejé del trabajo de la Federación. Y fue recién hace más o menos diez años que volví a un papel más activo en FEDEFAM, pero con relación a la campaña internacional, con Asia, con Europa, por el tema de que manejo el idioma inglés.

En este contexto que le vengo describiendo participe del trabajo con los exiliados argentinos en Venezuela, como un exiliado más. Como dije al principio, después de casarme, tener hijos, me acerqué mucho más a la comunidad argentinos. Por ejemplo, nosotros conseguimos vivienda gracias a los exiliados uruguayos. En aquel tiempo se trabajaba muy cerca de los exiliados. Como dije, los exiliados participaban de forma mayoritaria en las actividades que se organizaban por el día del desaparecido, en las manifestaciones. No había una participación importante de venezolanos. Venezuela y el exilio eran dos realidades diferentes.


* Instituto Interdisciplinario de Estudios e Investigaciones sobre América Latina, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Becario doctoral SeCyT-UBA. E-mail: marioayala@filo.uba.ar
1 ROUQUIÉ, Alain. A la sombra de las dictaduras. La democracia en América Latina. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2011, p. 113.
2 Desarrollo estos temas de forma más detallada en: AYALA, Mario. Redes religiosas y de exiliados en la creación de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos (1979-1981). Ponencia presentada en el II Ciclo de Palestras Ditaduras Segurança Nacional. Campo Grande: Universidad Federal de Mato Grosso Do Sul, 12 al 16 de mayo de 2014.
3 Fundada en 1980 en Quito, Ecuador, como un organismo internacional no gubernamental dedicado a la defensa, promoción y protección de los derechos humanos entendidos desde su perspectiva integral.








Patrick Rice. Foto  agregada por nuestro blog.




Feminista, lesbiana y activista: Ilse Fusková, de reportera gráfica en "Para Tí" a artista y símbolo de los derechos de las mujeres / Juan Batalla, Infobae, Buenos Aires, 17 de agosto de 2019

El ojo fotográfico de Ilse Fusková

Comenzó como fotógrafa para varios medios y con el tiempo su obra se convirtió en activismo y arte. Fue la primera artista que habló de lesbianismo en la televisión argentina y estuvo detrás de la primera Marcha del Orgullo Gay, así como de importantes publicaciones de género. Hoy, una muestra de Walden recupera su obra detrás de la cámara.


Fusková en 1948


"¿Hay muchas lesbianas en la Argentina?, ¿y sospechadas muchas?" La pregunta -que hoy sería alimento de Twitter- la realiza la conductora de TV Mirtha Legrand, en un almuerzo de los '90. La que responde es la fotógrafa Ilse Fusková, quien presenta estos días una muestra en Walden: "Muchas. Pienso que es un gran dolor no poder decirlo abiertamente, porque es como tener una vida dividida, una para afuera y otra en la intimidad".
Aquel programa histórico, en el que se dialogó abiertamente sobre homosexualidad, hoy regresa con mayor fuerza, situado en un momento de recuperación de ciertas personalidades que realizaron, lejos de las cámaras, grandes aportes por los derechos civiles, en especial el de las minorías, y que en muchos casos, sean intelectuales, artísticos o militantes, fueron silenciados. Ya no más.
Su participación en Almorzando es una más de las tantas historias que colocan a Fusková como una referente de los movimientos feministas y lésbicos. Un par de años después, la artista marchaba con otras 249 personas en la primera marcha del orgullo gay. Su presencia no fue casual, ella había sido organizadora del encuentro junto a Carlos Jáuregui. Y hoy, la muestra de Walden vuelve a poner el acento en los trabajos de una fotógrafa que mostraba una sensibilidad para revelar, durante los '50, la desigualdad como respuesta al desarrollo y ya en los '80, una postura estética organicista (y militante) a favor de los derechos de las mujeres.
Cuenta la historia que aquel programa de Mirtha anduvo muy bien en el ráting y que esperaban organizar otra mesa del mismo tenor. "Mis compañeras me decían que no vaya, ¡que me iban a decir de todo! No les hice caso. Fue tan impresionante la repercusión que tuve que Mirtha quería repetirlo, pero no la dejaron. El texto de un sacerdote escrito en un diario decía que yo había dicho algo terrible. ¡No me importó! Habíamos instalado el tema", dijo Ilse a Hamartia, en una entrevista.

Fusková fue azafata de Scandinavian Airlines (Gentileza DamiselasEnApuros.blogspot.com)



De azafata a fotógrafa documental
Fusková (Buenos Aires, 1929) ingresó al mundo de las instantáneas y los cuartos oscuros a través del periodismo. Felka —pseudónimo que utilizó para firmar sus primeras capturas— se desempeñaba como azafata y periodista en medios como El Hogar, Chicas, Histonium, Mundo Argentino, Para Tí y Lyra.
Su vida es la de una artista que supo reinventarse, no siguiendo las vanguardias o las tendencias del momento, sino buscando su propio sentir, su propia voz. Esa mutación constante puede verse en un detalle, nada menor y es cómo el que a lo largo de su trayectoria fue modificando su firma: sus primeras imágenes llevaban el nombre Felka a secas; luego -estuvo casada por 30 años y tuvo tres hijos- sería Felka Kornreich; a fines de los 70, antes de divorciarse, fue Ilse Kornreich y luego de la separación eligió el apellido paterno, Ilse Wunche, hasta que finalmente adoptó el actual.
En la planta baja de la galería Walden, se pueden apreciar dos series fundacionales de aquellos años '50 en los que su labor fotográfica comenzaba a destacarse. Son, por un lado, seis piezas de la Serie Isla Maciel y otras 7 de la Serie San Telmo.

En la primera, Felka se centra en captar a las niñas y niños, donde se destacan expresiones sencillas, tamizadas por la inocencia. La mirada tiene un corte social, de exposición, casi de denuncia si se piensa que más allá de que no son "robadas" desde la distancia, el contexto está allí, la pobreza de los pies descalzos, el orgullo por poseer un barrilete, la ropa gastada de talles más pequeños, que transitan el camino a convertirse en jirones, aunque a ellos no parezca importarle. Las expresiones de desasosiego, la alegría instantánea, la mirada melancólica como si fueran pinturas de Ramón Gómez Cornet, todo está allí.
La Serie "Isla Maciel"

“Hombre y niño frente a la casa”, de la serie San Telmo, 1956


En la segunda serie, la artista captura pequeños momentos del emblemático barrio porteño, postales que se centran más en los detalles, que revelan más su curiosidad inquieta y el juego con la forma y la luz, por sobre el concepto. Ventanas rotas, largos pasillos que llevan hacia algún lugar no revelado o una escultura, allí, con esa soledad de soledades, de una pieza de arte que es en sí una excusa para otra.
La libertad de pasear sola, tal el nombre de la muestra, revela esa transición, la de una mujer que a partir de su profesión comienza a desandar una ciudad que se abre, que se revela. La curadora de la muestra, María Laura Rosa, conoce como pocos (quizá como nadie) la obra y la vida de Fusková. En ella basó su tesis doctoral y fue parte de su libro Legados de libertad: el arte feminista en la efervescencia democrática (Biblos, 2014), además de haber curado otras muestras con obra de Felka.
A fines de los '40, Fusková abandonó su trabajo como azafata y comenzó a trabajar en la Revista Chicas, dirigida por el playboy argentino Divito, padre de la masiva Rico Tipo. Eran años en que la bohemia se concentraba en la zona de Retiro, que vibraba por sus galerías de arte, el café del Florida Garden, el Instituto de Arte Moderno, el teatro Los Independientes o la redacción de la Revista Sur, lo que significaba un devenir constante de artistas, intelectuales y estudiantes, entre otros.
De su relación con el mundo del arte
La muestra presenta 26 retratos de figuras de la cultura

"Ilse era una mujer de los 50, que pasea libremente por la ciudad de Buenos Aires, algo que todavía no era muy frecuente, pero tampoco muy extraño. Ella escribe entonces en la Revista Chicas y a partir del '51 ya tomaba fotografías. Ese caminar libre, favorecido en parte por su labor de reportera, la lleva a capturar de manera poética a personas simples, generando un contraste entre la riqueza cultural y aquellos que quedaron en los márgenes", explicó Rosa a Infobae Cultura.
En uno de aquellos paseos por el corazón de la ciudad conoció a quien se convertiría en una persona fundamental en su vida, el artista Alberto Greco. Cuenta Ilse en una entrevista que él se le acercó para preguntarle si ella era Felka y que a partir de aquel encuentro no se separaron, hasta que él partió hacia París. En la exposición, esta cercanía con Greco se reproduce en tres imágenes: en una él está con su familia, en otra con Isabel Molinero y en la tercera en su atelier.
Alberto Greco, por Ilse Fusková

Retrato de Beatriz Guido, Carlos Alonso en su estudio  y Marta Gavensky y Sergio De Cecco
en una función de títeres en San Telmo 






"Ella fue reportera y ya había tomado fotografías antes de Alberto Greco. Aunque conocerlo le posibilita llegar a personajes del ámbito de la cultura, pero ya había retratos por San Telmo y la Isla Maciel". Y es que en la muestra de Walden además se puede apreciar más de 20 fotos de personas relacionadas con la cultura, desde Landrú y Carlos Alonso a Fernando Birri y Beatriz Guido.


"Luego, tuvo una amistad con Horacio Coppola, a quien conoce a través de Greco. También conoce a Grete Stern, pero no estudia con ellos. Su conocimiento del arte fotográfico es autodidacta y surge un poco desde su experiencia gráfica. Con Coppola toma clases pero recién a partir de los '80, cuando forma parte del grupo Imagema, donde tiene un contacto más directo con él, pero no fue por mucho tiempo", agrega la curadora.

El Zapallo o el paso al arte conceptual y al activismo


"Este andar libre de los '50 alimenta su espíritu activista de los 80 y 90, se conecta con esa militancia posterior durante última dictadura militar y la democracia".

Como en 1947, The Buenos Aires Herald causó un impacto profundo en su vida. La primera vez, cuando aún era una adolescente, leyó un anuncio de búsqueda de azafatas por parte Scandinavian Airlines. En 1978, otra vez un aviso en contratapa, tuvo conocimiento de la revista Persona, una de las primeras publicaciones feministas de Buenos Aires, y a partir de aquella inquietud conoció a María Elena Oddone, fundadora del Movimiento de Liberación Femenina y su arte comenzó a dejar la representación documental y se volcó hacia lo conceptual, con el eje puesto en la mujer.


Así surge su emblemática serie el Zapallo (1982), presente en la muestra de Walden, que se expuso en los últimos tiempos de la dictadura en los Talleres Brígida Rubio y en Lugar de Mujer y en la que realiza una analogía biologista entre la fecundidad -representada en las semillas-, lo interior como motor por sobre lo exterior, la forma.


"La del Zapallo es la primera serie de arte específicamente feminista que tuvo Buenos Aires, ya sobre el final de la dictadura. Ella explora la mirada desde una mujer al cuerpo de otra mujer, con un contacto directo con el cuerpo, con la fertilidad femenina y ese jugar con un zapallo cortado a la mitad que remite a formas orgánicas".


Otro momento crucial en su aporte de activismo artístico fue la publicación del primer Cuaderno de existencia lesbiana, en 1987, que llevó adelante junto a Adriana Carrasco, y que fue la piedra basal de difusión sobre un tema del que hasta ese momento no se hablaba y mucho menos publicaba. Hace una poco más de una década, la obra fue reeditada en un solo volumen por la Librería de Mujeres, aunque hallarlo no es sencillo.





De la serie “Zapallo”, 1982, fotografía blanco y negro




Cuaderno de existencia lesbiana (Librería de Mujeres), Amor de mujeres. El lesbianismo en la Argentina, hoy (Planeta) y Legados de libertad: el arte feminista en la efervescencia democrática (Editorial Biblos)




La serie prohibida


En 1988, como parte de la muestra Mitominas II. Los mitos de la sangre, presentó una serie fotográfica inspirada en el informe de Shere Hite, socióloga y sexóloga estadounidense de origen alemán. Allí, capturaba a una pareja de lesbianas pintando su cuerpo con sangre menstrual.


El escenario fue el Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires; en la actualidad Centro Cultural Recoleta, y aún antes de la apertura hubo polémica y la serie de cinco imágenes nunca fue exhibida.

Infobae Cultura consultó a la curadora por la ausencia de estas imágenes en la exhibición: "Esta serie fotográfica no se llegó a exponer en el ámbito del arte, pero sí en el feminista. Estaba pensada para la exposición Mitominas II, pero finalmente el grupo decidió que no se expusiera por temor a que las censuraran. Lo anecdótico es que una obra de Liliana Maresca, que era un cristo con una transfusión de sangre, no le hizo ninguna gracia al párroco de la Iglesia del Pilar, que estaba al lado en Recoleta, y terminaron desplazando la obra hacia un espacio no visible". Sin quererlo, Fusková exponía las contradicciones dentro del colectivo lésbico.

En 2016, en la muestra Mitominas, 30 años después, también en el Recoleta, parecía una buena oportunidad para finalmente conocer estas piezas que por mucho tiempo parecieron pertenecer al ámbito de la leyenda. Pero otra vez no fue posible, en esta oportunidad porque una de las modelos que posó para la obras no dio su autorización para que fueran mostradas en público.

"Esas fotografías son un trabajo colectivo, una de las mujeres que posa no quiere que circule por el ambiente del arte. Esas obras están en la casa de Ilse, las he trabajado, y se encuentran en mi libro Legados de libertad en el capítulo dedicado a Ilse. Allí están, pero no se puede mostrarlas, una pena, pero hay que respetar la decisión de la persona que posa", dice Rosa.

De su relación de 22 años con la fallecida activista Claudina Marek surgió Amor de mujeres. El lesbianismo en la Argentina, hoy (Planeta, 1994), en diálogo con Silvia Schmid. Marek fue una de las tantas mujeres que le escribieron luego de haberla visto en el show de Legrand.

En 2008 fue homenajeada en el Primer Encuentro Nacional de Mujeres Lesbianas y Bisexuales de Rosario y en 2015, declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires por la Legislatura porteña, convirtiéndose así en la primera activista lesbiana oficialmente reconocida en el marco de los derechos humanos.

"Su lucha tenaz por modificar un sistema patriarcal heterosexista que somete a las mujeres y a las lesbianas la eleva a la máxima referencialidad lésbica de nuestro país, ejemplo y estímulo para muchas de las generaciones posteriores", dijeron durante la ceremonia de premiación porteña.




Fusková el día que fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad (Infojus)





La muestra está compuesta por seis series diferentes y también fotografías y notas de su labor periodística






Con Claudina Marek coescribió “Amor de mujeres. El lesbianismo en la Argentina, hoy”


Como en sus fotos de los '50, como en su serie del Zapallo, Fusková siempre reveló un ojo por el compromiso, más allá de la estética, y hoy, pasados los 90 años, pone su energía en campañas contra la contaminación y el respeto por la ecología, dentro del grupo Conciencia Solidaria. Su espíritu, su deseo de avanzar, de luchar por las causas que parecen imposibles sigue vigente. Como su arte.
Por Juan Batalla
jbatalla@infobae.com





*Ilse Fusková, la libertad de pasear sola
Walden, Viamonte 452, San Nicolás
De lunes a viernes de 13 a 17 hs
Hasta el 6 de septiembre
Entrada gratuita


Fuente: Infobae


ILSE FUSKOVÁ
LA LIBERTAD DE PASEAR SOLA

Fotógrafa, artista, reportera y flâneuse urbana, Ilse Fusková es un importante personaje de la cultura urbana de Buenos Aires.

En los años 50, Fusková captura poéticamente tanto a personajes simples, a quienes enaltece, como a destacados intelectuales y artistas, a quienes humaniza. Asimismo se detiene en su riqueza cultural y en quienes quedan a los márgenes del proceso modernizador.

Por entonces, la esfera pública y la privada se configuran, estableciendo al ámbito doméstico como el territorio femenino obligado. Son atípicas las mujeres que se desplazan, no por necesidades económicas, sino por el placer de experimentar la libertad de caminar y de estimular la imaginación y el sentido creativo. Dicho acto significa un gran paso para la mujer en su afirmación como sujeto autónomo. La fotografía, arte nacido durante la modernidad, coincide y promueve estas conquistas.

A finales de los años 70 Ilse Fusková se une al Movimiento de Liberación Femenina. En este contexto lleva a cabo una profunda reflexión sobre la mirada de la mujer y la construcción de su identidad a través del desnudo femenino. En su serie El zapallo (1982) busca ampliar los cánones tradicionales de su representación fotográfica, conformando una de los más importantes trabajos artísticos feministas aún bajo gobierno de facto.

Durante los 80 realiza varios talleres en Lugar de Mujer, espacio creado en Buenos Aires en agosto de 1983. Allí comienza su práctica activista —primero feminista y luego lésbica— en paralelo con la urgencia por emprender el proceso de despatologización de la homosexualidad en Argentina. En 1992 organiza junto a Carlos Jáuregui la primera marcha del orgullo LGBTTQ+ de Buenos Aires.

Fusková es una flâneuse moderna y a una activista contemporánea. Durante la modernidad ve a la ciudad como fotógrafa sensible y fascinada. Décadas después, la toma como un laboratorio en donde subvertir al sistema heteronormativo.

Su caminar es político, su contemplación, poética.



Fuente: Galería Walden


Amazona del paraná 

Por Ilse Fuskova, Página 12, Buenos Aires, 5 de febrero de 2016


La semana pasada murió Claudina Marek (1947-2016), coautora del libro publicado en 1994 Amor de mujeres –emblemático testimonio sobre el lesbianismo en tiempos en los que era sinónimo de silencio– y chonga entrerriana pionera de las primeras marchas del orgullo. Aquí la recuerda Ilse Fuskova, su gran amor por más de veinte años y amiga para siempre.


Claudina pasó los últimos años de su vida en su pueblo natal, Diamante, en Entre Ríos. Todas las semanas hablábamos por teléfono, muchas veces más de una hora. Era increíble que después de tantas décadas tuviéramos tanto que decirnos, pero así era. En parte era por la energía que tuvo toda la vida, que le permitía trabajar de sol a sol como maestra en Entre Ríos para juntar lo suficiente para mantener a sus hijos adoptivos, luego, sus jornadas maratónicas en Buenos Aires, estudiar joyería, la carrera de grabado en la Escuela Prilidiano Pueyrredón. Claudina era, y viviendo juntas lo pude corroborar, un torbellino vital. Estuvimos veintidós años juntas, con las altas y bajas propias de las parejas de larga data. Hoy puedo decir que ha sido mi gran amor. Ella se crió en un pueblito y era maravilloso porque hasta que nos conocimos no tenía idea del término “lesbiana”, pero al mismo tiempo había sido una lesbiana segurísima desde muy pequeña, enamorada de maestras y compañeritas de colegio. Nuestra vida juntas estuvo llena de sorprendentes casualidades. Para empezar, el día en el que yo salí en lo de la Legrand –es historia conocida la del mensaje lésbico que transmití desde su mesa televisada– Claudina estaba en su casa porque se había enfermado y por eso estaba mirando la tele. Hubiera sido imposible que me viera cualquier otro día, porque trabajaba sin parar. Ella me contaba que ahí fue: verme en la pantalla, flechazo y revelación. Empezó a escribirme y llamarme por teléfono. Yo estaba algo miedosa, sorprendida, separada después de haber estado treinta años casada con un hombre, y esta jovencita –porque en ese momento Claulina andaba por los treinta y yo por los cincuenta– me descolocaba un poco. Me contaba cosas tremendas desde Diamante, como que al “enterarse” la habían sacado de su rol de maestra y la habían puesto como bibliotecaria. Pero pronto eso fue un problema porque a la biblioteca también van los niños y en esa época se creía que nosotras éramos realmente peligrosísimas para ellos.
A los cuatro meses se vino a vivir conmigo y comenzó un amor muy entrelazado con la militancia. Nos acercamos juntas a ATEM (Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer), nos reuníamos horas y horas para leer material teórico sobre lesbianismo. La recuerdo incansable, durmiendo conmigo apenas algunas horas para levantarse casi de madrugada para irse a trabajar como docente al Conurbano. Yo por esa época había descubierto que si administraba lo que tenía y me ajustaba un poco el cinturón, podía vivir sin trabajar, que a mí me parecía maravilloso en ese momento. Comenzaron también nuestras vacaciones en el Chuy (Uruguay), a donde íbamos con otras amigas lesbianas y con nuestras gatas. Fundamos Convocatoria Lesbiana, desde donde contribuimos a impulsar la Primera Marcha del Orgullo. Carlitos Jáuregui se volvió muy amigo nuestro y nos invitó a que formáramos parte de su grupo gay, donde leían entre otras cosas muchísimo feminismo. En la primera marcha Claudina tuvo que ponerse una máscara, yo no, porque, claro, yo no trabajaba. Era todo muy osado para la época, o así lo veíamos: marchar y cantar frente a la Catedral, frente a los ministerios, disfrazarnos de milicas y besarnos en plena calle. En 1994 publicamos juntas Amor de mujeres. El lesbianismo en la Argentina, hoy. Surgió después de vivir algunos años juntas. Había contraste entre nosotras. Yo venía de una familia de clase media intelectual. Me interesaba por las mujeres, pero en un sentido más etéreo. Me interesaba lo que escribían, lo que pensaban. Pero el sexo y la piel de las mujeres no habían formado parte de mi mundo hasta que fui bastante grande. Y Claudina que venía de un pueblito rural, que nunca había escuchado la palabra lesbiana, lo tenía todo muy claro desde los cinco años. Entonces pensamos: tenemos que hacer un libro con estas dos historias tan contrastantes. Pensamos en fotocopiarlo y repartirlo de mano en mano. Pero al poco tiempo lo aceptó la editorial Planeta.
Ahora, después de despedirla, releo en Amor de mujeres la historia de Claudina. Revivo su amorosidad. Los recuerdos incalculables después de tanta vida juntas. Y sé que Claudina no va a salir de mí hasta el último minuto de mi vida. Ambas compartimos creencias sobre el alma. Y en esas extensas charlas telefónicas de los últimos años hemos fantaseado con la posibilidad de que en algún momento nuestras almas puedan tal vez encontrarse en algún otro lugar del cosmos. Estoy segura de que todo esto no se termina en el cuerpo. Así que, hasta pronto, amor.

©Ilse Fuskova



La cámara de Felka
entrevista de Silvana Jáuregui / Fotografía: Véronique Pestoni
Fuente: Hamartia

Estuvimos en la Sala Abraham Vigo del Centro Cultural de la Cooperación en la Muestra ¨La curiosidad de Felka: Ilse Fusková fotógrafa (1950-1980)". Es el subtítulo de la muestra que recorre treinta años de su mirada lúcida, libre y sensible.



Ilse Fusková, como finalmente decidió llamarse, nació en Buenos Aires, en 1929. Es una de las más destacadas referentes del lesbofeminismo en la Argentina. Cuenta que la ayudaron el azar y el momento oportuno. Como una partida de ajedrez, sus pasos fueron armando un maravilloso tablero de mujer libertaria, junto con el arte que supo teñir gran parte de su vida. De padre alemán y madre checoslovaca, Felka -seudónimo que utilizó para firmar sus fotografías de los años cincuenta- creció viajando y persiguiendo sueños: estudió periodismo, fue reportera gráfica y trabajó de azafata durante los años cuarenta. Colaboró con reportajes y comentarios de cine en revistas como El Hogar, Mundo Argentino, Para Ti y Lyra.

Ilse recuerda especialmente su paso por la Revista Chicas: “Una tarde vi colgada en un kiosco la revista Chicas, dirigida por Guillermo Divito, dibujante de la famosa revista Rico Tipo, con una tirada masiva. Chicas apareció en 1948, con una salida mensual. Abordaba todo tipo de temas: entrevistas a actrices famosas, análisis de películas argentinas, cuentos, diseños de muebles, críticas de libros y columnas sobre moda, cocina, reuniones sociales y horóscopos. Abandoné mi trabajo de azafata y dediqué mi tiempo a escribir sobre la mujer joven moderna. Firmaba mis columnas como Felka. Fui feliz.”

Eran los años cuarenta y la bohemia artística e intelectual se movía por la calle Viamonte, desde Florida hasta Plaza San Martín. Todo se concentraba en esas cuadras: las galerías de arte, la Facultad de Filosofía y Letras, la redacción de la Revista Sur, el Instituto de Arte Moderno y el teatro Los Independientes.

“Me encantaba caminar por esas calles cuando salía de la redacción. Tomar café en el Florida Garden, donde toda la bohemia se reunía. Una tarde de invierno fui a una exposición en una galería en Viamonte y Florida. De pronto, alguien se acercó para preguntarme si yo era Felka: ‘Sí, soy yo’, respondí. Entonces se presentó: ‘Soy Alberto Greco’, me dijo. Desde ese día estuvimos siempre juntos, hasta que se fue a vivir a París. Nunca me dijo que era homosexual. Contemplábamos en silencio aquella cuidad que se mostraba moderna y exultante”.

Greco y Felka fueron grandes amigos y confidentes. En una de las fotos de la exposición se los ve caminando por el Pasaje Seaver, en 1957, dejándose llevar por las circunstancias.

Greco le presentó al fotógrafo Horacio Cóppola. Enseguida empezó a estudiar con él y con su compañera, Grete Stern. Recuerda: “Mi primera obra como fotógrafa fue retratar la vida diaria de la gente en la Isla Maciel”. Ellos quedaron retratados en la Muestra y en su memoria.

También formaron parte de la muestra los retratos fotográficos de Beatriz Guido, Carlos Alonso, la titiritera Mané Bernardo, Carmen Gándara, Mabel Rubli, Landrú, todos amigos/as del mundo del arte y la literatura.

En 1979, gracias a un anuncio aparecido en el periódico Buenos Aires Herald sobre la revista Persona, de María Elena Oddone, conoció a la fundadora del Movimiento de Liberación Femenina, influida por la amistad que tenía con los fotógrafos Grete Stern y Horacio Cóppola. Fueron ellos quienes la incentivaron para girar hacia una fotografía más vinculada a lo artístico que a lo documental. Fue ahí cuando tomó contacto con las feministas argentinas.

Su cara se ilumina cuando dice: “¡El feminismo me salvó la vida! Me hizo ver que las cosas que estaba viviendo -la descalificación, la falta de apoyo en la vida doméstica, familiar- eran parte de un sistema. Cuando descubrí esto salí de una profunda depresión”.

Ahí llegó el fin de su matrimonio. Fueron años de búsqueda pero de gran aprendizaje para Ilse. En esto de hurgar y descubrir acerca de lo femenino, sobre cómo nos miramos y nos miran, es que observó en el mercado las sutilezas, pliegues, semillas y encantos que tenía un zapallo abierto. Así fue que comenzó una investigación sobre el desnudo femenino. En 1982 realizó una serie de fotografías exponiendo en los Talleres Brígida Rubio y en Lugar de Mujer, al año siguiente. El Zapallo consistió en una serie fotográfica integrada por diez trabajos que referían directamente a la fecundidad femenina.

“Ver zapallos grandes cortados por la mitad era ver un mundo de magia, porque estaban llenos de telones dorados, de semillas. Yo no sé si alguna vez vieron un zapallo así. Para mí era una cosa divina, llena de fertilidad y me dije: ‘yo quiero hacer una serie de fotografías con esto’. Me compré, entonces, el zapallo”.

María Laura Rosa, amiga de Ilse, curadora e historiadora feminista del arte argentino, además de ayudarla en la selección de los trabajos para la muestra, explicó y transcribió conceptos vertidos por Ilse sobre aquella serie. Una de sus obras fue expuesta y fue ícono de su gacetilla. “La serie se detenía poéticamente en dos desnudeces: la del zapallo – en toda su carnosidad interna – y la de la modelo”. Ilse Fusková expresó que el cuerpo desnudo de la mujer era un tema tabú por entonces en nuestra sociedad: “La mayoría de las mujeres en la cultura occidental nos vemos a través de la mirada distorsionada de una sociedad dominada por varones. Esto es verdad para todo nuestro ser y muy especialmente para la percepción que tenemos de nuestro propio cuerpo (…) Yo pienso que el cuerpo de la mujer es objeto de deseo del macho, que ese cuerpo le fascina y también le da miedo. Sin embargo el cuerpo desnudo de la mujer, sin las contorsiones de la seducción, es una imagen prohibida (…) La desnudez del cuerpo de la mujer es un derecho que nos es absolutamente negado”.

Continúa leyendo (y apreciando las fotos) en: Hamartia

Links relacionados: 








Serie JOSÉ PULIDO pregunta. JOSÉ IGNACIO CABRUJAS: “Este país ya nunca más volverá a ser el mismo”, foto Vasco Szinetar / El Diario de Caracas, 24 de abril de 1992- El Nacional, Caracas, 16 de enero de 2019


Vasco Szinetar ©
José Ignacio Cabrujas 



Por JOSÉ PULIDO


Hombres con monos de mecánico cruzan la calle. El asfalto está agrietado en algunos sitios y hundido en otros; arrimados a las aceras conviven carros de cauchos pinchados, con kioscos y tarantines donde venden perros calientes y otras comidas para el apresurado almuerzo de los obreros. Allí muy bien podía ambientarse el romance imposible entre una obrera de la fábrica de zapatos y el hijo del dueño de la empresa; ella se convertiría en dirigente sindical para defender sus derechos. El hijo del empresario le reclamaría el hecho de que pelea con mucho fervor la firma de un contrato colectivo, mientras que por su amor apenas si llora un poquito, escondida tras la máquina de hacer tacones.



No es muy difícil que se defina una telenovela en ese escenario y que alguien la escriba con buen sabor: cerca de allí, a la vuelta de la esquina, en el edificio de Marte TV, José Ignacio Cabrujas inventa historias de amor todos los días.

―Pase adelante ―dice una señorita recepcionista y muestra a Cabrujas metido en un cuartico junto con otros escritores. Están rodeados de computadoras que parecen señoras impacientes bajo las manos de unos masajistas. El escritor se levanta y busca una oficina cómoda para hablar. Una dama con porte de persona que toma decisiones, le cede la suya y José Ignacio se sienta al lado del escritorio, justamente donde un fax comienza a silbar advirtiendo que ahí viene el mensaje. Una lengua de papel aparece y baja lentamente como un ofidio.

Desde hace un año escribe en El Diario de Caracas y leerlo se ha convertido en una de las costumbres más interesantes del domingo. Sus escritos son la radiografía semanal del país, y resultan leídos con avidez y admiración porque ordenan el caos con un tono propio, con una estética latinoamericana. Y Cabrujas es un látigo verbal. Qué duda cabe.

Por una parte, él escribe del país político, social y cultural en su sección de El Diario y por la otra construye el país de los sueños realizables que tanto atrapa a los televidentes.

―El trabajo de escribir telenovelas está condicionado a que guste ―dice.

―Al escritor que publica libros no le importa demasiado si lo leen.

―Los escritores se liberaron de la relación con el público y tienen muy sólidas razones. El Ulises de Joyce no le gustó a nadie pero tú sabes que fue transcendental. Hoy en día un escritor exitoso es sospechoso. Le dicen best-seller. El oficio de escribir telenovelas está completamente ligado a la putería: obligatoriamente tiene que gustar y se escribe para eso, sin castidad ni reservas.

―Ustedes trabajan bajo una constante medición.

―Sí. Bajo la diaria interrogante de qué pasó ayer. La pregunta es respondida por el librito rojo que llega a los canales como a las doce y media del día. Yo me negaba a creer en ese librito. Pero me convencieron. Entendí que la opinión de ochocientas personas puede obedecer a una tendencia.

―Verdaderamente: ¿por qué escribe telenovelas?

―Porque me gusta.

―¿Y antes de que ocurriera eso?

―Al principio fue por ganarme la vida.

Cabrujas cuenta que cuando gobernaba Leoni, él y unos amigos publicaron la revista Etcétera, dedicados a vivir de ese trabajo. Un día los arrestaron y estuvieron en la cárcel casi un mes.

―Fue una prisión tan boba que yo todavía no sé por qué nos metieron presos. He hecho teorías acerca de eso pero el asunto es que me metieron preso y empecé a sentirme culpable. Supe que tenía un pecado y que además se me había olvidado. Eso es lo más terrible que le puede pasar a un pecador: que se le olvide su pecado.

―¿Fue torturado?

―No estaba mal. Me daban tres comidas al día y me permitían ir dos veces al baño. Un día me llevaron al despacho de un tal capitán Sánchez. Me saludó y yo le pregunté: “Mire ¿qué pasó? ¿Por qué estoy aquí?”. Y el tipo se echó a reír. Yo le preguntaba y él se reía como indicándome que me estaba pasando de vivo. Un día me mandaron a la barbería: “Aféitate, ponte bonito” y de pronto estaba en la avenida Urdaneta, más preso que el carrizo, porque no sabía qué hacer. José Antonio Gutiérrez, “Telaraña”, me habló de la posibilidad de un trabajo en RCTV: “Yo he hablado con ellos, se harán los disimulados con lo que te pasó” y así comencé a escribir los últimos setenta capítulos de La tirana, con Eva Moreno y Edmundo Arias.

―Para un intelectual eso fue duro, por los prejuicios, ¿no?


―Me sentía trabajando en un prostíbulo, pero luego comencé a interesarme por la dinámica que ocurría en mi vida haciendo televisión. Hay millones de espectadores que ven lo que haces y tienes la posibilidad de decir algo. Por último entiendes la libertad que te da: eres libre, no tienes que depender sino de tu propio trabajo que es un trabajo que produce dinero.

―Usted aprendió que el dinero es importante.


―En esa época hablaba mucho con Jacobo Borges y él, que siempre ha sido un atormentado, tenía el gran tormento del dinero, no porque fuera ambicioso sino porque vivía una situación económica maltrecha. Él me decía: “El dinero es la única libertad, si tienes dinero nada te puede pasar. Para poder ser libre tienes que tener dinero”. Yo dije: “Déjame hacer de la vida entonces dos parcelas. Una atadura es la televisión, con pérdida de la imagen intelectual (el tipo que te dice: “vi esas grotescas telenovelas, eres un traidor”, etc.) que unas veces me molesta y otras me deprime. Pero el resto es libre. Yo he jugado un juego que he ido entendiendo. Hoy en día me preguntan por qué hago TV y respondo “porque quiero”. Tuve una época en que jugaba. Hoy me emociona escribir en televisión.

―También tiene la satisfacción intelectual de la opinión periodística.

―Sí. Me hace feliz que me llamen por teléfono el domingo o que en el supermercado Los Campitos alguien me diga “Te leí”. Casi es una especie de bienestar físico.

―Debe ser agotador escribir “El país según Cabrujas”.


―La tortura para mí, es de qué voy a escribir. Yo escribo en función de los demás, de por dónde va la cosa. El periodismo de opinión tiene que ser eso. La inquietud personal no juega para mí ningún papel. Quiero sentir lo que está sucediendo y tener claro qué es lo que el lector quiere saber.

―¿Tiene usted un método?

―Cuando escribo esa columna pienso en determinadas personas. Pienso en Ugo Ulive y me digo “Ugo me está leyendo” y entonces empiezo a escribir como si estuviese hablando con él. A veces pienso en José Antonio Guevara y escribo para que él me lea. En otros instantes pienso en que Uslar Pietri me está leyendo y escribo como si hablara con Uslar Pietri. Deseo que lo que escribo le interese a la persona. Ese es el mecanismo que tengo. De todas maneras me divierto mucho. Tardo como tres días escribiendo esa columna.

―Su trabajo de opinión le ha proporcionado peso político. ¿Aceptaría ser candidato para ocupar un puesto en el Congreso?

―Ser parlamentario me quitaría independencia. Cuando pasas a tener la culpa tienes que cargar con el muerto. El Congreso es una cosa terrible para mí. Allí hay un tipo diciendo un discurso mientras otros están leyendo, hablando por teléfono o la fracción de un partido se encuentra reunida. Es insólito. Me dijeron que ahí se habla para que conste en un registro que hablaste, aunque haya sido en medio de la apatía general. Esto revela que el Congreso es un desastre.

―Que debe ser eliminado, según opinión muy actual...

―La razón fundamental para que este Congreso sea eliminado es esa. Hay que hacer un nuevo Congreso y decir: “Artículo primero: es obligatorio oír”. Si al congresante se le paga y goza de privilegios, de una placa, de una inmunidad para que abuse, es a cambio de que se siente y oiga. ¿Cómo crear leyes si ahí nadie oye? Yo creo que no oyen para que no los vean oyendo a otro y no los crean pendejos.

―¿Qué sucederá ahora en Venezuela?

―Estaba pensando en eso. El día del pito la presión bajó. Quizás se equivocaron de instrumento porque soplar es difícil, pero el asunto es que hacía menos ruido.

―Es como si hubiese pasado todo el agite.

―Yo creo que el país no va a ser el mismo. Los venezolanos en su inmensa mayoría están contra este Gobierno, pero se ha perdido la cultura de la oposición. Los partidos de oposición carecen de convocatoria y no tienen cultura de oposición. En Europa la gente sabe cómo tumbar un gobierno sin que pase ninguna catástrofe. Aquí hubo una cultura de tumbar gobierno a los cañonazos pero pasaron 34 años sin disparar cañones. Fíjate lo mal que lo hicieron los oficiales del intento de golpe. Son unas personas que no saben disparar bien, que no tienen cultura de disparos. Serán brillantes estudiantes de economía, pero cultura de cañonazos no tienen ninguna.

―¿Usted cree que algo cambió sustancialmente en el venezolano?

―El país ya no es el mismo: hay un sedimento, algo que se va a expresar en el desenlace de esta situación, sea cual sea. Yo creo que el país cambió radicalmente y fue un cambio sostenido que no ha salido a la luz.

―Su obra Acto cultural será leída en el Odeón de París, ¿va a estar presente?


―Voy a ir a darme bomba, pero tengo una gran desconfianza cuando me invitan a un festival en Europa. Esas invitaciones son, en el fondo, actos de cortesía de una total incomunicación. Yo soy un escritor parroquialísimo: a mí no me importa la relación con los extraños para nada. Yo tengo la ambición, como todo el mundo, de que una obra mía sea exitosa en uno de esos países grandotes que te dan nombre y respaldo. Pero siempre hay como un equívoco. Yo siento que mi obra es mejor que eso que estoy viendo allí. El público te observa, te trata cortésmente, pero no es la misma comunicación afectiva que siento en Caracas. Es como hablar con una persona que no te entiende, que no te comprende.

―Es algo que va más allá de la diferencia idiomática.

―Todo lo que tú escribiste se te agrieta, se te convierte en un desaliento. Yo me siento ciertamente estúpido. Esto que me parecía tan emocionante, tan inteligente y que me felicité tanto por haber escrito, se convierte en otra cosa. Como si fueras un animal que están viendo por la placa de un microscopio desde otra cultura. Uno empieza a perder efecto. Yo por eso no soy universal.

―Europa ¿acompleja?

―Las veces que he ido a Europa y he tenido relación con el público europeo ha sido una desilusión. Los europeos quieren verte como ellos desean. Sin restarle ningún mérito (porque eso sería una idiotez), yo tengo la sospecha de que Gabriel García Márquez escribió exactamente lo que querían oír de nosotros los europeos. Si no somos pintorescos, no somos; si no somos primitivos, no somos; si no somos milagrosos, no somos. Yo nunca he creído que seamos pintorescos, primitivos ni milagrosos.

―¿Cómo es el latinoamericano según Cabrujas?

―Somos una gente cultísima. Nosotros somos más franceses que los franceses. Somos gente terriblemente culta. Pero los europeos no quieren que seas culto, ellos quieren verte primitivo.

―Hace unos meses dijo que está escribiendo una novela.

―Este año la termino. La titulé Camaleón. Tomé a Pedro Centeno Vallenilla como modelo.

―¿Por qué a él?

―De niño yo creía que él era el mejor pintor del mundo. Cuando me dijeron que no, que por el contrario era considerado aborrecible, sentí un gran desaliento. Me dijeron, además, que Goya era mejor que él y yo no podía creer eso. Goya no pinta tan bonito. Después, con los años, me di cuenta de que Goya tiene fuerza, que es perturbador y que Pedro Centeno no lo es. Sin embargo, ha podido pasar a la historia: Botero lo hizo pintando gordos y Pedro Centeno todo lo que pintaba era marico. Es sensacional, realmente genial, que él pintara unos toros que gracias a su imaginación se convertían en unos amanerados. Pero lo que sucede al personaje de mi novela no le ocurrió a Centeno Vallenilla. Solo lo tomé como modelo. Camaleón es un hombre que puede transformarse en otro durante diez minutos y hasta durante una hora.

Cabrujas deja de hablar cuando nota que el papel del fax se ha resbalado por sus piernas y va hacia el piso. “Qué mensaje tan largo”, comenta.

Afuera, una mujer joven vestida con una bata azul claro, en cuya espalda dice “Fábrica de zapatos La Nube”, pide una hamburguesa con todo. Aquí la puerta se abre y un huracán perfumado arranca la tira del fax.

La obrera come pensativa la hamburguesa acartonada y ni siquiera dirige una mirada al edificio para ver a este hombre prodigioso. Pensará que es un señor de oficina. Ella ni siquiera se imagina que muchas ilusiones, de las que giran en su pecho, han sido proyectadas por él. Mucho menos sabrá que es el único hombre capaz de hacerla millonaria y feliz. Un motorizado que pasa le susurra un piropo encendido y le toca una nalga fugazmente. Ella le suelta una maldición gitana con mentada de madre. Lo más delicadamente posible, por si acaso esté mirándola alguien importante.

© José Pulido

Esta entrevista fue publicada originalmente el 24 de abril de 1992, en El Diario de Caracas.

16 de enero de  2019 
Fuente: El Nacional


Nota: los links son un agregado de este blog.

Ana Melo: "El teatro venezolano sí está en crisis" / entrevista de Carolyn Manrique, El Universal, Caracas, 28 de julio de 2019





Tras el tercer apagón nacional, Ana Melo, directora y dramaturgo, esperaba el martes 23 de julio que regresara la luz en Colinas de Bello Monte para poder realizar el ensayo de luces de la obra que estrenaría cuatro días después. Esa es la espera y zozobra que vive todo aquel que se aventura a hacer teatro en el país. 

Pero si producir y dirigir resulta difícil, más aún lo es escribir, porque en alguna parte debe quedar registro de lo que se vive hoy. 

Esa tarea la tiene Melo también, por lo que bajo una inquietud presente, pero no detectada desde el inicio, escribió ¡Cuidado! El límite de su seguridad es la raya amarilla, que estrenó ayer en La Caja de Fósforos de Bello Monte. 

"Esta pieza fue el resultado de varias obras que fui escribiendo en tiempos distintos. Fui haciendo la revisión de todos los textos y me di cuenta de que tenían una conexión, las situaciones se van repitiendo y que hablan de lo mismo: los limites", cuenta la autora sobre el texto. 

Para ella, este texto está cargado de existencialismo y deja al público muchas preguntas, con las que para ella se pone a juicio la manera en la que el ser humano se maneja al estar en un entorno en hostil y duro, como en el que notoriamente se vive en Venezuela. 

"Era una búsqueda que estaba en mí y no lo había hecho consciente hasta que me senté y vi el panorama completo", afirma. 

La obra, además, cuenta con varios términos psicológicos, lo que hace Melo con cierta frecuencia: "Me gusta entrarle al teatro por otro lado. Me gusta leer de psicología y ahí siempre saco cosas que me sirven para escribir. Así le entro por los laterales al teatro", sostiene. 

Entre las obras de la actriz, y directora aragüeña se encuentran piezas cortas y largas como Shakespeare para todos, Sopa de tortuga, Indioman, Margarita te voy a contar un cuento y Cindy Ella, que formó parte de Todos los hombres tienen un sueño. Además se encuentra realizando actualmente algunos textos para Microteatro en Lima, Perú. 

Melo cuenta con una carrera teatral de 20 años, en la que comenzó con la actuación y en la que poco a poco se fue acomodando y encontrando mayor seguridad desde la dirección y la escritura, la cual comenzó seriamente en 2013. 

"Ahora actuar no está en mis planes. Fue una decisión que tomé como una necesidad creativa. El lugar desde donde me siento cómoda y segura, desde donde puedo comunicar algo, es en la escritura y la dirección", sostiene.

-¿Qué le dejó la actuación? 
-Actuar es algo que hice por mucho tiempo y me sirvió de plataforma y formación para poder hoy en día escribir y dirigir. Es bonito, porque es una forma de entrarle al teatro por lados distintos y luego quedarte en el lugar en el que te sientes útil. Porque de eso se trata, de ofrecer algo. 

Sus inicios en la actuación fueron en el Teatro de Cámara de Maracay, pasando luego por la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela, hasta llegar al grupo Contrajuego, dirigido por Diana Volpe, Orlando Arocha y Ricardo Nortier, hoy en día conocido como La Caja de Fósforos. 

-¿Qué autores la han inspirado? 
-Me gusta mucho el Siglo de Oro Español; Shakespeare, que es muy importante para cualquier persona de teatro. También me gusta mucho el trabajo de algunos dramaturgos contemporáneos como Esteve Soler. Y más propio, José Ignacio Cabrujas, porque describe cómo somos. 

-¿Qué es lo que más le preocupa de la situación actual del país? 
-Me preocupa que nos hundamos en la inmediatez y en la superficialidad. Que dejemos de profundizar en lo que nos está pasando y cómo esta crisis nos está transformando en otra cosa. Me preocupa que ese trabajo de meditación profunda no se haga, porque eso significa que nos va a costar mucho superarlo, porque nosotros no podemos ponerle nombre a la situación y al problema. 

-¿Cómo logra a través de sus obras que no suceda? 
-Con ellas me propongo plantearle al público las preguntas correctas, para que ellos puedan encontrar alternativas y soluciones. 

-¿Qué piensa sobre la situación del teatro? 
-El teatro venezolano realmente está en crisis. Hay mucha actividad teatral, pero a esa misma le falta rigor, estructura y contacto con el verdadero oficio. Es un drama en todo los sentidos, porque hay pocos recursos y es muy complicado engancharse en lo que es un verdadero proceso teatral. Son muy pocos los que están haciendo teatro serio, lo que es importante en una sociedad en la que se vive una gran crisis y en la que existe una gran distorsión de valores.

-¿Por eso se mantiene en La Caja, porque allí se hace buen teatro? 
-La Caja es mi lugar porque me siento afín a lo que se hace acá y afín a las personas que llevan este trabajo. A los que trabajan allí les tengo respeto, porque son un ejemplo. Y sí, la Caja de Fósforos es el lugar donde me gusta estar y donde me siento en sintonía. 

Cabe recordar en este punto que al momento de realizar esta entrevista se vivía el tercer apagón nacional en el año. Por lo que era oportuno preguntar

-¿Ha pensado en abandonar el país?
-Lo pienso, y es casi es un hecho. Está en mis planes para el próximo año. Quiero darle una pausa a mi trabajo acá y empezar a explorar otras cosas. Creo que es agotador el sistema venezolano, y es importante que las personas que tienen amor por Venezuela y quieren seguir creando por ella puedan darse esa pausa de tomar fuerzas para seguir. 
  

@carolynmanrique
El Universal
Caracas, 28 de julio de 2019
Fuente: El Universal


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