IRENA ha muerto sin el Nobel.
Es verdad.
Pero al nombrarla
emana su coraje, su nobleza.
La tortura infligida por los nazis.
Los niños judíos que salvó.
Y repetiremos su Verbo
a la HUMANIDAD
donde niñas y niños
no temerán
por su libertad dado
que IRENA SIEMPRE ESTÁ.
Es verdad.
Pero al nombrarla
emana su coraje, su nobleza.
La tortura infligida por los nazis.
Los niños judíos que salvó.
Y repetiremos su Verbo
a la HUMANIDAD
donde niñas y niños
no temerán
por su libertad dado
que IRENA SIEMPRE ESTÁ.
©Beatriz Iriart
http://beatriziriart.blogspot.com/
http://beatriziriart.blogspot.com/
Nace en
otoño en La Plata,
Argentina. Miembro de la "Sociedad de Escritores Latinoamericanos de
California y Capítulo Internacional en Internet (SELC y CII), California,
Estados Unidos. Menciones y premios: S.A.D.E
(Sociedad Argentina de Escritores), Argentina; S.E.P. (Sociedad de Escritores
de la Provincia
de Buenos Aires), Argentina; Revista Marie Claire, México;Salón Almafuerte, La Plata, Argentina;Librería
Contemporánea, La Plata,
Argentina; Revista Magazín, La Plata.
Argentina.
Libros: "Perspectivas"
(1977); "Collage de Cinco"
(1981); “Extraño Linaje” (1984); "La
Muerte Quiere…” (2003).
Formó parte
del movimiento underground argentino en la década del '70, colaborando con la
revista literaria "Machu Picchu". Actualmente publica en revistas digitales e
impresas de Estados Unidos, Canadá,
España, Brasil, Venezuela, Uruguay, Argentina, Alemania, entre otros países, en
diferentes idiomas.
Irena Sendler
nació en Polonia en 1910, en un pueblo llamado Otwock a 23 kilómetros al
sudeste de Varsovia.
Su padre,
Stanislaw Krzyzanowski, un medico que contaba mayormente con pacientes judíos
pobres, fue activista del partido socialista polaco (PSP). Sus ideas fueron una
gran influencia para la joven Irena quien estudió literatura polaca, pertenecía
a la izquierdista Unión de la Juventud Democrática, participó en protestas
contra un ”ghetto de escritorio” en salones de lectura y finalmente se unió al
PSP.
Irena trabajaba como administradora superior en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia que operaba los comedores comunitarios de la ciudad, cuando Alemania invadió el país en 1939.
Gracias a Irena,
estos comedores no solo proporcionaban comida, asistencia financiera y otros
servicios para huérfanos, ancianos y pobres; sino que sumaron la entrega de
ropa, medicinas y dinero a las familias judías. Para evitar las inspecciones,
se las registraba bajo nombres católicos ficticios y se las anotaba como
pacientes de enfermedades muy contagiosas como el tifus o la tuberculosis.
Pero en 1942, con
la designación de un área cerrada para alojar a los judíos, conocida como el
gueto de Varsovia, las familias sólo podían esperar una muerte segura.
Horrorizada por
las condiciones en que vivían los judíos, Irena se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos, Zegota,
organizado por la resistencia polaca. La joven fue una de las primeras
organizadoras del rescate de niños judíos. En ese entonces 5000 personas morían
mensualmente de hambre y enfermedades.
Irena logró
obtener un pase del Departamento de Control Epidémico de Varsovia para poder
ingresar al gueto en forma legal. Iba diariamente con el fin de reestablecer
contactos, llevar comida, medicinas y ropa vistiendo un brazalete con una
estrella como signo de su solidaridad para con los judíos.
Persuadir a los
padres de separarse de sus hijos era una labor horrorosa para una joven madre
como Irena. ”¿Puedes asegurar que vivirá?” Irena recordaba a los angustiados padres
preguntando. Pero sólo podía garantizar que morirían si se quedaban. ”En mis
sueños, todavía puedo oírlos llorar cuando dejaban a sus padres”, decía.
Tampoco era fácil
encontrar familias que quisieran darle cobijo a niños judíos.
Comenzó a sacar a
los niños en una ambulancia como victimas del tifus, pero enseguida bolsas de
arpillera, cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercadería,
bolsas de papas, ataúdes… cualquier elemento se transformaba en una vía de
escape en manos de Irena.
Otros métodos
incluían una iglesia que tenía dos accesos, uno del lado del gueto y el otro en
el lado ario de Varsovia. Los chicos entraban a la iglesia por un lado como
judíos y salían por el otro como cristianos.
Irena logró
reclutar al menos una persona de cada uno de los diez centros del Departamento
de Bienestar Social. Con su ayuda, elaboró cientos de documentos falsos con
firmas falsificadas dándole identidades temporarias a los niños judíos.
Era más fácil
escapar del gueto que sobrevivir en el lado ario. El rescate de un niño
requería la ayuda de al menos diez personas. Los niños eran los primeros
transportados a unidades de servicio humanitario (pogotowie opiekuncze) y luego
a un lugar seguro.
Luego les
encontraba ubicación en casas, orfanatos y conventos. ”Envié a la mayoría de
los niños a establecimientos religiosos,” recordaba. ”Sabía que podía contar
con las hermanas.” Irena también tuvo una gran cooperación para ubicar a los
más grandes: ”Nunca nadie se negó a aceptarme un niño,” dijo.
Irena tomaba
nota, por medio de una codificación, de los nombres de los niños y de sus
nuevas identidades.
El único registro
de sus verdaderas identidades lo conservaba en frascos enterrados debajo de un
árbol de manzanas en el patio de un vecino, frente a las barracas alemanas.
Tenía la esperanza de algún día poder desenterrar los frascos, ubicar a los
niños e informarles de su pasado.
En total, los
frascos contenían los nombres de 2.500 niños…
Finalmente lo
nazis se dieron cuenta de sus actividades y, el 20 de octubre de 1943, Irena
fue detenida y encarcelada por la Gestapo. Aunque era la única que sabía los
nombres y las direcciones de las familias que albergaban a los niños judíos,
soportó la tortura y se rehusó a traicionar a sus asociados o a cualquiera de
los niños ocultos. Le quebraron los pies y las piernas. Pero nadie pudo quebrar
su voluntad. Irena paso tres meses en la prisión de Pawiak donde fue
sentenciada a muerte.
Mientras esperaba
la ejecución, un soldado alemán se la llevó para un ”interrogatorio adicional”.
Al salir, le gritó en polaco ”¡Corra!” Al día siguiente halló su nombre en la
lista de los polacos ejecutados. Los miembros de Zegota habían logrado detener
la ejecución sobornando a los alemanes. Irena continuó trabajando con una
identidad falsa.
Al finalizar la
guerra, Irena desenterró los frascos y utilizó las notas para encontrar a los
2.500 niños que colocó con familias adoptivas. Los reunió con sus parientes
diseminados por todo Europa, pero la mayoría había perdido a sus familias en
los campos de concentración nazis.
Los niños sólo la
conocían por su nombre clave Jolanta. Pero años más tarde cuando su foto salió
en un periódico luego de ser premiada por sus acciones humanitarias durante la
guerra ”Un hombre, un pintor, me telefoneó,” dijo Sendler, ”`Recuerdo su
rostro’, dijo, ‘Eres tú quién me sacó del gueto.’ Tuve muchos llamados como
ése”.
Irena Sendler no
se considera una heroína. Nunca se adjudicó crédito alguno por sus acciones.
”Podría haber hecho más,” dijo. ”Este lamento me seguirá hasta el día que
muera.”
En 1965 la
organización Yad Vashem en Jerusalén
le otorgó el título de Justa entre las
Naciones y se la nombró Ciudadana Honoraria
de Israel.
Luego de la
guerra trabajó para bienestar social; ayudó a crear casas para ancianos,
orfanatos y un servicio de emergencia para niños.
En 2007 fue candidata al premio Nobel de la Paz.
Irena y su hija después de la guerra
Irena murió en el
año 2008.
En 2009 se filmó un película
en su honor, “El coraje de Irena Sendler” protagonizada por Anna Paquin