Marlene Dietrich en las Tablas del Paradisi , exposición virtual de José Augusto Paradisi Rangel/ Argentina-México-El Mundo, 3 de octubre de 2021

 













José Augusto Paradisi Rangel
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JOSÉ AUGUSTO PARADISI RANGEL


Querida Viviana te presento algunas de mis Marlenes en las Tablas del Paradisi,  óleos sobre madera de pequeños formatos, producción realizada en la alborada del vuelo de un maldito murciélago chino en los estómagos salvajes del bárbaro y totalitario pueblo de Mao Tse Tung. Exposición que fue pospuesta para mediados de este año.

 

Desde mis años 20 promisorios el drama de El Ángel Azul deslumbrando a Emil Jannings como el profesor Unrat , encarnado por una legendaria Marlene Dietrich es marca indeleble en mi asombro y mi querencia. Ese prodigioso ejemplo de aplastante seguridad femenina ha sido vestal del templo de mis investigaciones estéticas y anímicas sobre el hondo misterio femenino inmarcesible a la constreñida masculinidad, como diría mi Maestra de Canto, la genial María Luisa Tamez, de órganos externos que no sangran ni reproducen en sus entrañas la especie humana a la que pertenecemos. 

El Rostro del Misterio femenino encarnado en la mirada de Marlene Dietrich ha sido visitado y revisitado por mi pincel y mi silencio múltiples veces mientras escucho Lili Marlene y pienso en las desgracias de los autoritarismos y los enloquecidos hijos de Marte.

 

Por otra parte, me pides un breve currículum. Sólo te digo que con casi 40 años de trayectoria artística  en la aurora de mis 64 giros al sol: Nací Niño Gerber 1957 Special Edition en mi pueblo: Villa de Cura, para asombrarme del mundo y los seres que lo habitan. Comprendo que  como Jorge Luis Borges, a quien conocí en su única visita a Caracas en la extinta Librería Lectura, cuando degustó de la mano de Maria Kodama su primer zumo de papaya, que nosotros llamamos lechosa, y abrió sus inmensos y desorbitados ojos azules exclamando ¡Qué cosa linda que es este jugo!, no me enorgullezco de lo creado por mi angustia expresiva, sino del asombro constante y firme de la obra de los otros amanuenses de Dios rebasando geografías, idiomas e ideologías y repitiendo en mi memoria a Susana Rinaldi cantando: A un semejanteEs un asombro tener tu hombro y es un milagro la ternura. Y así, cantando con medio melón en la cabeza, así, hasta el último suspiro quiero seguir reflejado en los otros, como diría Octavio Paz, que me dan plena existencia.

 

Un enorme beso de aquí a las pampas argentinas de este nacido en las puertas de los llanos venezolanos,


José Augusto Paradisi Rangel.


 Ciudad de México, 27 de septiembre de 2021