BERTA LUCÍA ESTRADA
Encuentro con Floriano
Martins [1]
Floriano Martins es insaciable, semeja un náufrago que navega con aparente
certeza en los océanos cibernéticos, pero sin ocultar esa evidencia de todo alucinado,
de todo sujeto extrañado de sí mismo, sediento de ser y estar al mismo tiempo en
el lugar del deseo, el propio y el ajeno.
José Ángel Leyva
Conocí a Floriano Martins (Fortaleza, Brasil, 1957) debido a ciertas preocupaciones
que, en su momento, me diera la obra y la figura de Humberto Díaz-Casanueva. Persuadido
por las reiteradas menciones que hiciera sobre el chileno en no pocas entrevistas
en las que se hablaba de autores claves para Hispanoamérica decidí rastrear algún
punto de contacto. Llegué, entonces, a dos de sus proyectos editoriales: Agulha
Hispánica y Banda Hispánica. Un descubrimiento feliz porque es realmente difícil
encontrar revistas que tengan una línea editorial tan ambiciosa y que, al mismo
tiempo, la sigan a cabalidad; teniendo por fin la discusión del fenómeno poético
en Latinoamérica (entiéndase, en los 19 países que la conforman) esta revista conjunta
autores tan definitivos como Eunice Odio (Costa Rica), Manuel del Cabral (República
Dominicana), Rosamel del Valle (Chile), Martín Adán (Perú), Aurelio Arturo y Jorge
Gaitán Durán (Colombia) además de otros más oficialmente distribuidos, pensados
y criticados. Ensayos, entrevistas, antologías, éstas revistas son un banco de datos
sin ningún tipo de priorización o exclusión externa a la calidad poética de los
textos revisados: una suerte de eje en cruz, un centro expansivo por definición
encargado de recoger las diversas modulaciones que la poesía ha alcanzado no solo
en lengua española sino también en portuguesa.
Ignacio Rauld
Comienzo por traer a colación estas dos citas de José
Ángel Leyva e Ignacio Rauld porque definen muy bien el universo literario de Floriano
Martins; e incluso antes de leerlas yo pensaba algo similar.
Floriano Martins es un intelectual
que estimula al creador, y es, además, un gran pedagogo.
Floriano Martins, el escritor de
los mil retos, es un intelectual en todo el sentido de la palabra, es un hombre
generoso, y no duda en lanzar permanentes desafíos aun cuando el autor que los recibe
no se crea capaz de llevarlos a buen término.
Floriano Martins, es un piloto
de naos imaginarias, conduce bajeles por mares ignotos, escribe bitácoras en el
aire y lleva siempre consigo astrolabios; es un buscador de estrellas y de otros
universos. Nunca duda en invitar a un neófito a que suba a su nave y lo acompañe
en el timón. Conocerlo ha sido uno de los mejores obsequios que me ha dado la vida
y el oficio de escribir.
BLE | Antes de comenzar
con nuestra charla Floriano Martins me gustaría hacerte una pregunta muy convencional.
Generalmente la obra de los escritores y artistas suele girar en torno a una o varias
obsesiones; ¿cuáles es son las tuyas?
FM | Desde muy temprano
me ha interesado el mundo de los abismos psicológicos, los caprichos del alma, la
vorágine de los deseos y los trucos de identidad, sus disfraces mientras buscamos
saber –o devorar– lo que pasa en lo más íntimo del ser humano. La misma palabra
abismo es una de las más presentes en mi léxico.
BLE | Vives en un país
donde el machismo y la misoginia son una de las peores plagas, y donde el feminicidio
tiene tasas altísimas. Y por supuesto, esto no es inherente únicamente al Brasil.
Lastimosamente la violencia de género es una constante en toda América Latina. Mi
pregunta va encaminada al hecho innegable que eres un hombre feminista, respetuoso
de las mujeres y de sus capacidades cognitivas e intelectuales. Así que me gustaría
preguntarte cómo enfrentas a la sociedad, no sólo en tu rol de esposo, padre y abuelo,
sino como escritor, intelectual y artista ¿Has debido luchar contra los prejuicios
que una postura respetuosa como la tuya entraña?
FM | Hace tiempo he tomado
un cuidado de no permitir que la sociedad –esa abstracción que a todo instante se
hace pasar por el hombre o que el hombre la pone en su papel en un teatro de horrores
de la realidad– tome lugar en mi creación. Por ende, en mi propia vida. Hay un vicio
de clasificaciones que determina lo que podemos ser o no. Recuerdo la bellísima
película de Agnés Merlet, Artemisia (1997), que cuenta la historia de una joven artista,
en el siglo XVI, que se ve prohibida de pintar desnudos, sobre todo masculinos,
porque a las mujeres está determinado que deben pintar paisajes, naturalezas muertas
etc. El hombre es el guardián de la llave de las clasificaciones. Más que un hombre
feminista –que ya es suficiente transgresión– yo puedo ser mujer, en el sentido
de la percepción de los dones de la mujer. Pero es como digo, la sociedad en mi
vida cumple su papel de abstracción.
BLE | En Con los ojos abiertos,
la excelente entrevista que le hiciera Matthieu Galley a Marguerite Yourcenar, ella
le dice: Un hombre que lee o que piensa o
que calcula, pertenece a la especie y no al sexo; en sus mejores momentos escapa
incluso a lo humano. Y recuerdo esta cita puesto que tienes la capacidad
para cambiar de piel; y cuando lo digo pienso específicamente en cambiar de género.
José Ángel Leyva lo dice mejor que yo: la poesía floriana se trasviste o se desdobla y habla desde la feminidad
con la misma intensidad que imprime la voz masculina. Una vez más, el amor reitera su lugar en la existencia, en la voluntad
de entrega, de dejarse preñar hasta la muerte, hasta el último suspiro del amante.
La trasgresión está en cada acto amoroso, en cada pregunta sobre los límites de
lo convencional. En otras palabras, puedes escribir como un hombre o como
una mujer; lo que rompe con el mito que las mujeres escribimos diferente a los hombres.
¿Qué puedes decirnos al respecto?
FM | Esto fue algo que
siempre me ha despertado indignación. Una vez más los desastres de las clasificaciones,
el torneo de los estereotipos. Es una tontería que tiene que ver con el mundo lírico,
porque en la narrativa o en el teatro, el creador siempre se encuentra frente al
desafío de ser varias voces, distintas no solamente en los géneros, pero sobre todo
en sus singularidades psicológicas. Lo que cambia en la creación es la firma de
cada creador, no importa que sea hombre o mujer. En el mismo mundo lírico yo tengo
poemas escritos como hombre o mujer. Es un modo de uno desentrañarse, lo que es
fundamental para la propia vida. Ahora esa aberración de los géneros, que ha dado
cosas como literatura femenina, es del mismo orden que nos ha llevado a otras deformidades,
como literatura negra, literatura gay, lo que resume muy bien la hipocresía que
tanto caracteriza el ser humano.
BLE | Y ésto me lleva a
la siguiente pregunta. Generalmente el oficio literario, me refiero a la creación
propiamente dicha, es un trabajo solitario; no obstante, tú buscas trabajar en proyectos
colectivos; bien sea con un autor o con varios. Lo que Federico García Lorca denominó
al alimón; esa hermosa y poética expresión que le robó al metalenguaje del toreo.
¿Por qué lo haces? ¿Cómo es esa dinámica? ¿De dónde te surge la idea? ¿Es una aventura?
Aunque ya sabemos que todo acto creativo es una aventura; sin embargo, explícanos
cómo lo vives.
FM | Qué bueno que estamos
pasando a limpio todos los manchones de nuestra existencia. La vida solitaria del
poeta es otro sufrible estereotipo. ¿Cómo un ser tan pleno de vida puede seguir
como un solitario en el más alto momento de su percepción de los misterios de la
existencia humana, como lo es el acto creador? El jazz siempre me ha encantado,
por ese resplandor de los vértigos compartidos, la música hecha por todos y hecha
en el exacto momento en que se la está ejecutando. Así es la vida, una improvisación
compartida. La primera vez que he pensado en esto fue cuando he comenzado a crear
escuchando una música como si estuviera en conversación con ella. En este sentido
mágico –no olvidar que la creación es pura magia– Keith Jarrett debe haber sido
mi primero partenaire de aventura al alimón. He escrito todo un libro en diálogo
permanente con su The Koln Concert.
Luego he pasado a la creación en vivo, en completo estado de improvisación, ya no
recuerdo el momento en que percibimos, en nuestra correspondencia –jamás nos conocimos
personalmente–, un relámpago ha tomado el centro de escenario y nos pusimos a escribir
todo un libro. Hablo de la poeta brasileña Viviane de Santana Paulo, residente en
Alemania. Luego vinieron otros, Manuel Iris, Leila Ferraz, Zuca Sardan, Berta Lucía
Estrada, incluso un ensayo escrito al alimón, con el crítico
de arte Jacob Klintowitz. ¿Por qué lo hago? Yo no me pregunto esas cosas. La dinámica,
aunque su principio sea el de la creación compartida, cambia de acuerdo con el proyecto,
igual que con el partenaire. El libro Overnight medley, escrito con el poeta mexicano Manuel Iris,
tuvo una partitura mínima, porque queríamos que fuera un libro-jazz, sobre la cual
improvisamos. Ya en las obras de teatro escritas con Zuca Sardan, dejábamos al azar
conquistar sus modos de expresión, y el mismo tema llegaba de modo natural, como
se estuviéramos descuadernando el azar y sus caprichos. No es el acto creativo el
que es una aventura. El acto creativo es parte de la rara aventura que es vivir.
BLE | Además de tu oficio
como escritor, poeta y artista plástico, eres traductor, investigador del surrealismo
y la poesía hispanoamericana, y por si eso fuera poco eres editor. ¿Cómo se compaginan
todas esas actividades que para mucha gente son imposibles de ejercer al mismo tiempo?
FM | No tengo la sensación
de sacrificio o dificultad en realizar todas esas vertientes de mi vida. Ahora mismo
pienso en escribir una novela. Yo creo que hay dos cosas que ayudan a comprender
lo que pasa: primero, la lógica fascinante de los desafíos –a todo instante tengo
que desafiarme, es como un aliento cósmico –, seguido de la salud orgánica –sin
olvidar que el cerebro es parte del organismo–, ese mineral revelador de las más
altas percepciones. Más que eso no puedo decir, pues sería lo mismo que arrojar
la toalla a las tentaciones del ego.
BLE | En la entrevista
“Conversas”, de Alfonso Peña. San José, Costa Rica, 2014, dices lo siguiente: A principios de los 80, comencé
a descubrir Hispanoamérica, un mundo completamente nuevo para mí, recordando que
el periódico Resto do mundo surge de la necesidad de fundar
un espacio específicamente dedicado a la difusión de literaturas desconocidas en
Brasil. El dilema era el de siempre, por lo que pasamos todos, editores de cualquier
parte del mundo. No hubo apoyo financiero para continuar la aventura editorial.
Mis primeros contactos con el surrealismo en América Latina coinciden con este período.
Por supuesto, antes conocía las residencias nerudianas, pero aquí hablo de
otra dimensión del surrealismo, que es más profunda (desde el punto de vista del
lenguaje y también del carácter de la escritura y su autor) y que tiene un tono
diferente al surrealismo europeo. En ese momento mantuve correspondencia con estudiosos
como los españoles Jorge Rodríguez Padrón y Ángel Pariente, y también con el rumano
Stefan Baciu. Fueron años de correspondencia muy intensa, especialmente con Rodríguez
Padrón. Grabé todo esto en forma de entrevistas. Si bien eres claro
y contundente con el deseo de publicar autores hispanoamericanos cercanos al Surrealismo
quisiera que nos explicaras de dónde nace ese interés no solo por el tema sino por
acercarte a autores desconocidos en Brasil. En otras palabras, ¿de dónde nacen esas
ansias por derribar fronteras lingüísticas y culturales? ¿Podría decirse que esa
postura es completamente derridiana?
FM | Sí, aquí utilizas
la llave maestra que abre todas las puertas. Más que ansiedad, es una propensión
para el desafío. En este caso el desafío está en derribar fronteras lingüísticas
y culturales, como dices. No se trata de Surrealismo u otros minerales. Cuando estamos
dentro de un laberinto, lo primero que pensamos es descubrir una salida, pero luego
comprendemos que la salida es una consecuencia de algo mayor: formar un solo cuerpo
con el laberinto, una sola alma. Y cuando descubrimos eso ya no necesita salir,
pues el mismo laberinto deja de existir.
BLE | Cuando hablas de
Cinzas do sol dices lo
siguiente: El libro Cinzas do sol (cenizas del sol) se rige por un
accidente o por una casualidad objetiva. El personaje central del libro corresponde
a mi abuela materna. Estaba acostada en la cama, muy enferma, claramente esperando
la muerte. Frente a ella, pensando en la intensa vitalidad con la que conducía sus
días, casi resistí el impulso de matarla. Salí de allí y nunca la volví a ver. Al
llegar a la casa, abrí al azar las páginas de Le coupable, de Georges Bataille, y salta ante
mí la frase: La vida es un efecto de inestabilidad, de desequilibrio,
seguido pronto de otro no menos revelador. Pero es la fijeza de las formas lo que
lo hace posible. A partir de ahí, dejo de
ser un mero observador y comienzo a descubrirme como un personaje de mi escritura.
¿Podría decirse, a la manera sabatiana, que las coincidencias no existen?
Y yo pregunto: ¿El azar no existe? ¿Todo está preparado de antemano? ¿Sólo somos
piezas en un juego de ajedrez del que ya se ha decidido cómo será la partida?
FM | Yo creo que una de
las trampas más fecundas de la existencia humana es esta de la bifurcación de dos
caminos que se presentan como antípodas. Es una trampa teológica, que nos lleva
a pensar que debemos elegir entre Dios y el Diablo. O entre el destino y el azar.
En la juventud he soñado muchas noches con una mujer que entraba en el bus donde
yo estaba y con un gesto fuerte me mandaba salir. Una tarde yo estaba en la casa
de un amigo cuando llegan sus primos y en la mujer descubro el personaje de mis
sueños. De inmediato salí de la casa, sin que nadie entendiera el motivo. El día
siguiente fue informado de que aquella tarde, luego que me fui, hubo un asalto en
la casa y uno de los hombres armados había disparado en mi amigo y a su hermano,
los cuales murieron de inmediato. ¿Todo estaba preparado de antemano? Por supuesto
el libre albedrío es una ilusión, pero es una ilusión muy proficua en que importa
tanto pensar en nuestro diálogo, ahora mismo, como una libertad de elección o como
una consecuencia de la bifurcación de nuestros caminos. ¿Eso importa?
BLE | En una entrevista
con Consuelo Tomás dices lo siguiente: Como había una clara distorsión en relación a la lectura del surrealismo
en Brasil, me uní a un grupo surrealista, a partir de entonces llamando la atención
sobre los vínculos de nuestra cultura con el surrealismo. Mantengo esta línea, pero
recuerdo que mi poesía no corresponde únicamente a ese universo estético que suele
asociarse al surrealismo. (Suplemento Talingo, La Prensa,
Panamá, mayo de 2000). Lo que me lleva a recordar a Alejo Carpentier cuando decía
lo siguiente:
En el año 1943 voy a Haití, casualmente, en compañía del actor Louis Jouvet
y me hallo allí entre los prodigios del mundo mágico, de un mundo sincrético, de
un mundo donde hallaba al estado vivo, al estado bruto, ya hecho, preparado, mostrado,
todo aquello que los surrealistas, hay que decirlo, fabricaban demasiado a menudo
a base de artificio. […] Surge en mí esa percepción de algo que desde entonces no
me ha abandonado, que es la percepción de lo que yo llamo lo real maravilloso, que
difiere del realismo mágico, y del surrealismo en sí. (Alejo Carpentier, Conferencia “Conciencia e identidad
de América” dictada en el paraninfo de la Universidad Central de Venezuela el 15
de mayo de 1975; publicada en La Novela Latinoamericana
en Vísperas de un Nuevo Siglo y otros ensayos. Siglo XXI Editores, 2a edición,
abril 1981.)
¿Cómo podrías compaginar tu respuesta
y la explicación de Carpentier?
FM | Una vez más el tormento
de las clasificaciones. Específicamente el tablado de las vanguardias, donde cada
uno de los creadores sentía la necesidad vital de inventar su propia vanguardia.
Surrealismo, realismo mágico, real maravilloso, patafísica, creacionismo, pánico,
teatro del absurdo etc. Hay puntos de convergencia entre todas esas brújulas, puntos
inaceptables para los preceptores de cada una de esas agujas seducidas por su mismo
norte. El colombiano Carlos Martín, en su magnífico libro Hispanoamérica: mito y surrealismo (1986), observa que el surrealismo
intenta la reconquista de la perdida integración cósmica en que el universo es un
todo en movimiento, residido por el ritmo, así como la reconquistada la relación
viviente del hombre con ese todo. Yo pienso que es lo mismo que podemos decir de
estas otras vertientes referidas. En esta concepción, dime, ¿no está presente el
real maravilloso evocado por Carpentier? El mismo surrealismo se multiplica en lecturas
en que por veces la práctica sigue caminos casi distintos de los sembrados por los
manifiestos. La relación con el principio de la juventud transgresora defendido
por la patafísica es algo que encontramos en muy pocos surrealistas, de que son
ejemplos Hans Arp y Jean Miró, que es el mismo modo de ser de la escritura de un
Vicente Huidobro –sin olvidar que el creacionista tuvo una relación muy intensa
de amistad con el surrealista Hans Arp, con quien incluso ha creado al alimón aquellas
Tres novelas ejemplares, puro ejercicio
de escritura automática– o en el teatro de Fernando Arrabal. Hay además el tema
de los estilos que se multiplican, de modo singular, por todos estos movimientos,
cuando se rompe con la chaquetilla de fuerza de las escuelas de creación –tanto
tiempo para comprender que no puede haber escuela de creación, sino de artesanía–.
Pero hay en el surrealismo algo curioso, cuando entra en conflicto la negación de
este principio referido con la práctica de los caminos varios que comienzan a definir
nuevos rumbos éticos-estéticos en nombre del amor, la poesía, la libertad.
BLE | Y, por supuesto,
está tu faceta de crítico literario y de arte. ¿Cómo llegas a ese oficio tan mal
reconocido en el mundo literario, así los autores persigan a los críticos literarios
por una nota que los saque del anonimato o que engalane lo que a veces es una mala
literatura?
FM | Ya estaba aquí con
nosotros el crítico (risas), pues son todos ellos personajes inseparables en mi
vida. Lo primero que debemos tener en cuenta es que la crítica debe ser entendida
como una actividad de iluminación de la creación (literaria, plástica, musical…),
que no puede ser una caja de herramientas para reparar los errores de la misma.
Tampoco puede ser lo que es muy común en el ejercicio de esta profesión, o sea,
un duelo personal con la creación, donde están pendientes sus intereses, la envidia,
el comercio de las luces, las enemistades. Cuando escribo sobre algo lo primero
que me mueve es la necesidad –mía, por supuesto– de mejor comprender el objeto de
mis estudios. Así que no me interesa cuestionar los trucos de lenguaje, sino comprenderlos.
Lo mismo pasa con el ejercicio de la traducción, en que muchos lo deforman seducidos
por la ilusión profana de mejorar los originales. ¿Cómo he llegado a los dos oficios?
Primeramente, por necesidad de sobrevivencia profesional, precisamente con la escritura
de reseñas para la prensa y la traducción de libros (tuvo el honor de ser invitado
por una casa editorial para traducir libros de Federico García Lorca y Guillermo
Cabrera Infante). Después, ya como editor, considerando el desafío de derribar fronteras
lingüísticas y culturales, fui ampliando el espacio de reflexión y difusión de la
poesía de otros puntos del planeta en mi país.
BLE | Tú has trabajado
con la gran poeta y crítica literaria y de arte María Estela Guedes; ¿podrías hablarnos
un poco de los proyectos que han llevado a cabo? ¿Al menos el más importante?
FM | Antes de todo, una
curiosidad: en 1987 he publicado un librito titulado As contradições terríveis (Las contradicciones terribles),
que abre sus páginas con este epígrafe: No es Dios quien apaga su fuego; es Lucifer quien se le acerca cuando
liquida la diferencia. Yo había leído este epígrafe en un poema en uno
de los periódicos portugueses que me llegaban por correo. Su autora, Maria Estela
Guedes, era una completa desconocida para mí. En los primeros años de este siglo,
cuando ya he creado la Agulha Revista de Cultura,
es que nos descubrimos uno al otro, pues ella, Estela –a quien desde el principio
llamo Meg, las tres primeras letras de su nombre–, también dirige este importante
vehículo de difusión de ideas y creación que es Triplov. Trabajamos en muchos proyectos, al principio compartiendo materias
en nuestras publicaciones, luego creamos un banco de dados dedicado al estudio del
surrealismo, publicamos libros nuestros –los míos en Portugal, los suyos en Brasil–,
incluso llegamos a crear una revista paralela, firmadas por los dos, titulada Revista Triplov de Artes, Ciências e Religião.
Aunque sea muy relevante la publicación de una edición especial dedicada a la presencia
femenina en el surrealismo –edición que ha funcionado como base de un libro que
hace poco he publicado, 120 noches de Eros
(2010) –, lo más importante, es indudable, es nuestra amistad, su incondicionalidad
reveladora.
BLE | Otra de las facetas
que te habitan es el de antologador. ¿Qué criterios son los que tienes en cuenta
a la hora de hacer la selección de autores y textos?
FM | Yo sinceramente no
me hago esta pregunta. Es posible que su ausencia revele una relación muy íntima
con la naturaleza de cada dilema que apunta la necesidad de elegir los proyectos
a ser realizados. Recuerdo uno de ellos que fue frustrado por la muerte inesperada
de mi cómplice, la poeta brasileña Lucila Nogueira. Con ella diseñamos una serie
de 19 antologías, cada una dedicada a un país hispanoamericano, que llevaba por
título Mundo mágico, seguido
de un subtítulo que indicaba el país que tratábamos. Publicamos el primer tomo:
Mundo mágico: poesía colombiana
del siglo XX (2007). Luego empezamos a trabajar en el tomo dedicado a
Venezuela, cuando Lucila murió dejando sin continuidad este proyecto. De algún modo,
es algo que ahora retomo con la creación del “Atlas lírico de Hispanoamérica”,
para la revista brasilera Acrobata. Otro proyecto muy amplio tiene que ver con el
Surrealismo, lo que remite a diversos libros hasta aquí publicados, y otros dos
que tengo en obras. También en este caso los criterios son tan naturales para mí,
que simplemente no pienso en ellos. En un primero caso, revelar al lector de lengua
portuguesa –sobre todo a los brasileños– la grandeza y diversidad de la tradición
lírica de Hispanoamérica, investigando sobre los autores más importantes –que no
es siempre que coinciden con los más conocidos, por una deformidad del mundo editorial–
y, en su obra, aquellos poemas que me parecen más conformadores de cada poética.
Ya el segundo caso, igualmente amplio, he comenzado por investigar sobre la presencia
del surrealismo en el continente americano, luego pasando por una lectura lo más
abarcadora posible de los caminos trazados por el surrealismo en todo el mundo.
En medio a este segundo momento, que ha propiciado la publicación de un primero
tomo, titulado Viajes del surrealismo
(2018) –inicialmente una antología con 860 páginas dedicadas a la poesía surrealista
en todo el mundo, ahora trabajo en el segundo tomo, de estudios sobre el tema de
los desplazamientos, rupturas etc.– he publicado una serie de 24 ediciones quincenales
en Agulha Revista de Cultura
dedicada al centenario del surrealismo.
BLE | Y llegamos a la gran
aventura que es Agulha Revista de Cultura.
¿Podrías contarnos cómo se origina y cuáles han sido los momentos más importantes
de este medio que ya cumple veinte años ininterrumpidos de publicación periódica?
FM | El origen de la revista
está en el desastre editorial de un proyecto anterior. Yo compartía con otro poeta
la dirección de una revista impresa de amplia circulación en todo el país, cuya
irresponsabilidad de planeamiento financiero del equipo encargada de esa parte no
permitió que saliera más que el primer número. Así que me vi con un largo conjunto
de materias solicitadas y sin opción de publicarlas. Fue cuando nace la idea de
una revista virtual, aunque en aquel entonces la Internet fuera algo impensable,
tanto es verdad que fuimos pioneros, la primera revista de cultura en todo el mundo.
La revista ha pasado por dos fases, caracterizadas por la presencia de dos amigos
que fueron los editores asistentes. En sus 10 primeros años estuvo conmigo el poeta-traductor
Claudio Willer; cuando sale, trato de invitar al poeta-editor Márcio Simões, director
de Sol Negro Edições. La primera fase fue dedicada a desbravar las venas de la virtualidad,
diseñamos una estrategia de difusión, de circulación de la revista, tomando por
base un mailing que se ampliaba
a cada número. Es también el momento de creación del Projecto Editorial Banda Hispánica, que guarda afinidad con las antologías
planeadas con Lucila Nogueira y el actual Atlas Lírico de Hispanoamérica.
Luego viene la segunda fase que toma una característica más osada, porque es cuando
ampliamos el proyecto para el mundo físico, gracias al hecho de que Márcio Simões
tiene una casa editorial de libros manufacturados, y luego yo mismo he creado el
sello ARC Edições, cuyo nombre es formado por las primeras letras de la revista.
Es una editorial inicialmente de libros impresos que luego desarrolla una actividad
editorial paralela gracias a la decisión mía y de Leda Rita Cintra, a su vez directora
de la Editora Cintra, de crear una colección de libros virtuales, pero también con
opción de adquisición impresa, gracias al sistema on demand.
BLE | ¿Cuáles son los aspectos
fundamentales que te llevan a emprender una tarea poco menos que quijotesca? Más
aún, ¿cómo logras que sobreviva y se fortalezca con autores y obras tan importantes
como las que tiene tu catálogo? Y por supuesto, está tu alianza editorial con Leda
Rita Cintra, de la cual surge la colección “O amor pelas palavras”; ¿podrías hablarnos
un poco de esta alianza estratégica?
FM | Sí, es verdaderamente
una alianza estratégica, aunque pueda ser interpretado como una aventura de pura
locura. Una vez aquí estamos lado al lado con los riesgos, con este desafío luminoso
que define mi vida. Por supuesto que no hay dinero. Los catálogos crecen como unos
regalos cósmicos. La virtualidad funciona gracias a algunas ediciones impresas que
generan algún capital, lo suficiente para los vinos de la amistad y nuevas ediciones.
En el caso de la colección “O amor pelas palavras”, ya estamos con 85 títulos publicados,
y ahora mismo damos inicio a la publicación de una serie de volúmenes con el contenido
selectivo de 20 años de Agulha Revista de Cultura. O sea, estamos a plena máquina,
trabajando, trabajando…
BLE | En un bellísimo ensayo
Julia Otxoa dice lo siguiente: La poesía de Floriano Martins es filosofía poética, incesante búsqueda,
diálogo a la intemperie entre la vida y la muerte, sin saber al cabo sobre el cambiante
escenario del tiempo, quien es quien ante la calavera. Vida y muerte fusionadas
en un solo anhelo, en un solo rostro bellísimo y terrible: la presencia
de cenizas en el alma de todo árbol que crece. Un verso sorprendente en el que el nacimiento –léase origen– y tánatos
están unidos. ¿Podrías explicarnos escuetamente la presencia de la metafísica
en tu trabajo poético?
FM | Aquí regresamos al
mundo de los abismos que he mencionado al inicio de nuestro diálogo, sin olvidar
que más que la presencia aislada de la metafísica, importa las relaciones entre
visible e invisible, transcendente e inmanente, el aquí y el más allá. O sea, lo que busco es establecer una relación entre
los modos de ser de la naturaleza humana. Y fusionarlos al punto de identificación
de su realidad esencial. Y lo hago naturalmente conviviendo con el impensable, lo
inesperado, las inversiones de valores etc. Así que Eros y Tánatos son reconocidos
como la misma entidad que puede llevarnos por varios senderos.
BLE | Y más adelante Julia
Otxoa anota: La vida y la literatura. ¿Historias
paralelas? ¿La poesía es una catástrofe compartida? ¿La poesía es una forma posible
de vida o de muerte? Y si traigo a colación esta cita es porque a menudo
algunos artistas, escritores o poetas suelen decir que la poesía representa una
especie de salvavidas; en otras palabras, que los salva de caer al abismo. Esa palabra
que nos es tan cara tanto a ti como a mí– ¿Qué puedes decirnos al
respecto?
FM | Pero es fundamental
saber caer al abismo… El mito de la salvación jamás me ha seducido. Hace parte de
la religión y la política, las dos gemelas que tanta destrucción han traído al mundo.
Crear y vivir no son realidades paralelas, sino la misma cosa, o mejor, la búsqueda
inagotable de una misma cosa, una alquimia existencial de las fuerzas que tocamos
y presentimos, recordamos y vislumbramos. Recuerdo un verso del brasileño Carlos
Drummond de Andrade: He creado nuevas palabras y hecho otras más bellas. Es así
con la vida, revelamos en cada acto la esencia de los movimientos, sea a través
de nuevas formas o simplemente de la destrucción de los vicios semánticos. Definitivamente
crear e vivir es la misma cosa, y no es salvación para nadie.
BLE | Lo que me lleva a
otra pregunta ¿La palabra rompe la realidad? Más que romperla, ¿la quiebra? ¿la
palabra rompe, desgarra, violenta, lanza al abismo a la persona que la lee y la
desentraña? ¿Estamos abocados, como los poetas malditos, a un eterno descenso a
los infiernos? ¿y si logramos ascender de nuevo, somos los mismos? O bien, ¿la locura
nos ha ganado la partida?
FM | Hay que convertir
toda esa alegoría de las catástrofes en un modo natural de ser. La palabra es acto
y su acción no está interesada en quebrar la realidad, sino en traerla al centro
quemante de nuestras percepciones. De algún modo a toda maldición corresponde una
bendición. La palabra sola no existe, lo que interesa es su realidad compartida,
la cópula de sus sentidos, la alquimia de los contrarios etc. El conocimiento no
es cíclico, sino una espiral sin fin, que nos lleva cada vez más a nuevos vértigos,
nuevos encantamientos, nuevas experiencias. No hay partida. Desentrañamos la vida
a cada paso. La locura no es más que una de esas fuentes de revelación de la existencia.
BLE | Y por supuesto, tu
respuesta me lleva a pensar en los versos más conocidos de León de Greiff:
Juego mi vida, cambio mi vida,
de todos modos
la llevo perdida…
Y la juego o la cambio por el más
infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo…
La juego contra uno o contra todos,
la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a todo lo ancho y todo lo hondo
–en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo…–
Por lo que mi pregunta sería: ¿la
vida es un juego de ajedrez maldito y perdido de antemano? O más bien, ¿la poesía
de León de Greiff y de Floriano Martins navegan por los mismos océanos insondables
y tenebrosos? ¿son los océanos dónde habitan los leviatanes? ¿es la vida una ursa
horribilis? ¿no hay escapatoria posible?
FM | La poesía de León
de Greiff me ha llamado la atención desde mi primero contacto con ella. Esa cordillera
vertiginosa de voces que acentúa nuestra percepción de la caída. Inicialmente he
pensado que había alguna relación con Fernando Pessoa, su contemporáneo, aunque
el poeta portugués fuera más viejo que el colombiano. Pero en verdad son mundos
distintos. Las voces en Pessoa son reflejos de la creación de realidades paralelas.
Ya De Greiff actúa como un director de orquesta en una polifonía de voces que comparten
el mismo escenario. En ese sentido los dos somos navegantes de los mismos paradojos.
Vivir es siempre inesperado. La simple idea de un resultado de antemano desmantela
todo el mecanismo de la existencia. No sabemos cómo llegaremos al final de este
diálogo.
BLE | Y ya para terminar,
aunque podríamos extendernos hasta escribir una enciclopedia, me gustaría saber
que le respondes a Julia Otxoa cuando ella dice: Se diría que gran parte de la existencia
es para Floriano Martins una gran puesta en escena de esperpentos goyescos, todo
lo existente convertido en enigma. Nuestro pensamiento lo sostienen espejismos.
Tan solo proyección de las cosas sobre nuestros aturdidos ojos, bien podría no existir
el mundo y ser todo espejo, pura invención de nuestras necesidades y deseos. Tal
vez nada se salve en esta lapidaria y apasionada dialéctica trágica, salvo ese incesante
y arriesgado vivir en poesía. Y esa bendita capacidad del propio autor para traducir
en belleza la narración de cuanto ocurre.
FM | La respuesta por
supuesto nos llevará a la enciclopedia (risas). El enigma es parte de nuestra esencia.
Ilusiones u espejismos, sueños o vislumbres. Se algo se salva o no, es algo que
no importa. No estamos en la vida para salvarla, sino para vivirla. Llevamos adentro
del árbol de la dialéctica tanto el Quijote como Alice, tanto Ahab como Lilith.
Nuestras obsesiones son las perlas más significativas de esta puesta en escena evocada
por mi querida Julia Otxoa. Estoy siempre agradecido por su amable lectura de mi
poesía. El agradecimiento no como una devoción, sino como una de las infinitas maneras
de compartir la vida. En eso estamos. Vivir es inevitable, una maravilla inevitable.
Como la descubierta inagotable de nuevas estrellas.
[1] Entrevista realizada em 2020. Originalmente
publicada en la revista Acrobata.
Piauí, Brasil, noviembre de 2020. Berta Lucía Estrada es una poeta y ensayista
colombiana actualmente residente en Francia. Con Floriano Martins ella ha
escrito, al alimón, algunas obras de teatro.