"Los Espacios del Adiós y otros poemas", antología virtual de José Pulido, prólogo y selección Milagros Mata Gil, Ed. Itaca, Caracas 2020


 A mi madre, Victoria, que me hizo como soy. Y a Petra, mi amada, que me

enseñó a querer lo que ella y mi madre han sido






Prólogo de Milagros Mata Gil

(...)

VI.

Dividí la Antología en dos partes: Los espacios del adiós y De amores será. En la primera de las mencionadas, incluí poemas que se refieren a los aconteceres de nuestra vida. En la segunda, los poemas de amor que reflejan toda una vida consagrada a ser uno con otros: esposa, hijos. Ignoro si los poemas escogidos son los mejores, o no, de los 100 que he recogido. Ya mencioné las limitaciones de mi competencia. Sólo diré que esos fueron los que más me agradaron, los que más me hablaron en esas horas matinales en que acostumbro leer a Pulido. Leer poesía para, como dice el grafiti, parar de sufrir.


LOS ESPACIOS DEL ADIÓS


ORACIONES

Gracias Señor

por este nuevo día

que le das a todos los seres humanos,

a todos los seres creados por ti

en este planeta y en todos los planetas

de todos los universos.

Y gracias por el amor

que nos has enseñado.

Gracias Señor,

suspiro del cosmos,

por la transida noche

aunque traiga desmanes y artilugios.

Gracias por borrar el cerro hasta el amanecer

para que tengamos añoranzas

y por llenarnos de sabores que cantan

la breve estancia del cuerpo en su niñez.

Gracias Señor por dejarnos la intensidad del recuerdo

al arrancarnos cada paraíso.

Gracias por enseñarle amor

a seres desesperados tan distintos

que te dibujan con sus sombras de feroz melancolía

buscando la reconciliación

como si no sintieran este miedo.


EL UNO Y EL OTRO

Con su lengua de seda y telaraña

Dios procede a soñar

Con su lengua de brisa que penetra

el abismo de una corola

Dios prueba la poesía

Con su lengua de pez a punto de ser tragado

Dios habita en las palabras del poeta

Con su niñez entre pecho y espalda

el poeta compone un oído para escuchar

los pasos de la luz

La espera del destino

es una flor de sal en el desierto

y Dios saca su lengua de sombra de camello

Bajo el peso de tantas veces

que pasó la luna

el poeta sufre un ala rota

Dios jamás ha usado sus pies para correr

los poetas no pueden huir a ras de ejidos

aunque vayan dejando

un alpiste de amores por la senda

El poeta le asigna un verso a los ángeles

y establece la soledad

los ángeles sólo se posan

en el centro mismo del amor.

El poeta con su voz de sueño anegado

tendrá que cantar

Dios le ha dado el dolor

para que sufra en las alturas

Con sus ojos de poeta enfermo

Dios mira la alegría y se alegra



PARA QUE DESPUÉS NO TE QUEJES

Desconozco la ubicación del porvenir

todo el que llegue lo sabrá

creyendo que no ha llegado

será como la sombra del celaje

de una huidiza maravilla

oro escapado en el agua de las manos

inconformidad en el momento de estremecerse

con cualquier divino placer que se presente

Espero que después no tengas que aferrarte

a los recuerdos del porvenir

que inevitablemente serán los mejores

los tormentosos

los que hieren con su orgasmo fantasmagórico

-alegóricolos

que contienen el desnudo espíritu

de Dios ejerciendo pasiones en el cuerpo de uno

porque él siempre ha querido conocer

a través de estas carnes

cómo es querer, cómo es morir,

cómo es lanzar plegarias al abismo

Solo tu cuerpo ha sido mejor que una playa

agua de coco en el aire azul

curando el vértigo de las ninfas saladas

Solo tu alma ha sido mejor que una madre

amamantando con ilusiones asesinas

todo lo recién nacido de nosotros

Solo tu comportamiento ha sido peor que el diablo

me has dejado soñando para siempre



DE AMORES SERÁ


AQUÍ ENTRE NOS

Tenía un beso guardado desde 1975

te lo quise entregar en la cocina

y se deshizo en el aire como algo egipcio

al saber lo ocurrido me dijiste

déjalo que se pierda


El día que amanecí recordándolo todo

me alegré con un sueño del año antepasado

que había olvidado en un instante griego

-morir flechado sin conocer a Helenaquise

contarlo porque estuviste en sus entrañas

pero un hollín nubló mi cielo pensador

y un tanto maternal me aconsejaste

déjalo que se pierda


las islas del pensar visito en nuestro cuarto

el cuarto es un océano

donde algo de Jonás se está moviendo


ahora no me atrevo a revelar

la enormidad de amor

que he estado descubriendo



ÓPTICA DE PECHO ABIERTO

No se puede tener la bienaventuranza,

el gran bien, la felicidad de larga duración

es menester ensanchar el alma, atrapar lo que puedas

y saborear lo breve


La beatitud se funda en el acto de ver,

y no en el amor a Dios, que viene después.

decía Beatriz


Guardo los ojos mientras van pasando

injertos de cantares en bandadas

vientos rotundos que no reconocen

el andar de las piedras

ni el callar de los lobos


Cierro los ojos

para que no sufran desmoronamiento

las habitaciones


(en el silencio abundan

respiraciones de otros seres,

hierbas de fuego,

música durmiendo debajo de los pisos)

apago la mirada

para que se extravíen mis pecados

que se la pasan inventando selvas

y fabricando aguardiente propio

con flores nacidas

en las entrepiernas de las inspiraciones

y ahora esta sensación carnívora

más vieja que una iglesia

copia tus facciones mientras me devora


Por eso no despejo las pupilas

para que no se quiebren

las botellas de ajenjo de lord Byron

y no se desparramen

las rumas de tantas bibliotecas

¡ay, tus libros!

-Cada nueva emoción es una tumba

donde lord Byron se levanta


no quiero abrir los ojos

mi cara ha sido tapiada por la tuya

de tanto detallarte


(mirarte fijamente la frente, la nariz,

entre ruidos y espuma,

desde el Polifemo de la lavadora,

-como clavos calientes los ojos en la bruma-

¿Por qué tanto mi rostro te enamora

que no ves el jardín? dijo Beatriz)


Las pestañas extrañas sospechan un delirio

no me atrevo a mover tus poderosos labios

mis huesos creen que cantan porque tu piel los toca

flautas miserables


Estoy orbitando en el silencio de una fotografía

la caseta callejera toma retratos sin sonrisa

mientras indicas como por encanto

que hunda el botón cuando se ponga verde

no sé calcular la seriedad que exige este momento

y la cámara invisible es una potestad que nos rodea


Cierro los ojos para no distraerme

con la inmensa pizarra, tu pizarra

líneas de tiza marcando

las huellas de quienes se fueron por los aires


Para decirlo de una vez y sin adornos:

sé que si abro los ojos

estarás ubicada detrás de una cortina

y tienes que ser tú, porque si no lo fueras

significaría que no he llegado todavía al purgatorio



LA VAGANCIA DE ESTAR SOÑANDO

Muéstrame dónde vivías,

le ruego, le suplico, le solicito en sueños

y él ni siquiera parece descubrirme

igual que si una tarde oyeras a alguien aporreando un metal

sin interesarte lo que está por suceder

¿latonería y pintura? ¿espadas? ¿campanadas?

a veces mi voz es como una sombra en la garganta


he estado tan pendiente de elucubrar

las palabras tejidas como suéter para no morirme de frío

de la tejedora amada en mis delirios y en mis momentos de

alcurnia dolida

ella, Wislawa Szymborska, con sus agujas de vuelo de picargo,

de Haliaeetus albicilla, de mujer sometida a esta soledad de lanas

que se

cruzan

un suéter partido en dos por el pecho, pero escondiendo el alma


Me ha tenido tan absorto indico:

que he olvidado otro sueño, uno emocionante en cuyas tramas

sumidas en volutas

conocí a una reina y entonces nos vimos y entonces le dije

muéstrame a una princesa

también he imaginado que la reina se enredó con Plotino

y el muy zamarro le susurró soy uno porque te quiero


Nunca se sabe qué puedes conseguir en la relación con un poema

no sería extraño saborear un corazón en medio de las palabras

a una amiga le advertí por esta vía “No te retrates más.

He visto en tus ojos a unos ángeles que se asomaban

y eso me surgió porque había estado soñando con divinidades

y luego presencié otras muy concertadas ellas en la vida real

divinidades como la ilusión de mis viejas amistades

ahora con la precipitación de los nietos

y luego una especie de canario extranjero que vino y se posó en

mi hombro

y arrancó su canto en lengua totalmente local

como si yo fuera exactamente un árbol arrasado


Muéstrame dónde vivías antes de someterte a estos trances

repito para no olvidar que había estado soñando sin estribos

y juro que ni se dignó dirigir sus ojos hacia este lado:

el padre Adán se quedó como si no fuera con él

Con las manos heridas por las espinas de los naranjos

está llora que llora frente a la Plaza Pilsudski

que ni en sueños he visitado

y pregunto quién es esa belleza que llora sin parar

y viene la reina y me dice

Te presento a Wislawa Szymborska








LA ANTOLOGISTA



MILAGROS MATA GIL

Caracas, 1951.

Narradora, periodista y docente investigadora en el campo de la Literatura Venezolana contemporánea. Es egresada del Instituto Pedagógico de Caracas en la especialidad de Castellano, Literatura y Latín. Miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua desde 2011. 

Ha publicado varios libros de narrativa:

“Estación y otros relatos” (1986), “La casa en llamas” (Premio FUNDARTE de Novela, 1987), “Memorias de una antigua primavera” (Premio Planeta Venezolana de Novela “Miguel Otero
Silva, 1989), “Mata El Caracol” (1991), “El diario íntimo de Francisca Malabar” (Premio Mariano Picón Salas de Novela, Univ. De Los Andes, 1993) Ensayos: “Balza, el cuerpo fluvial” (1985), “Los Signos de la Trama” (1991), “Tiempo y muerte en Alfredo Armas Alfonzo y José Balza” (1993), “El pregón Mercadero” (1997) entre otros. 

Desde muy joven ha escrito y publicado artículos de opinión, reportajes y entrevistas en diversos diarios regionales y nacionales. En los últimos años, ha publicado varios ensayos y relatos en grupos de Facebook y se ha dedicado a entrevistar personas que proyecten
la cultura venezolana actual. Además, es una intensa activista social, defensora de los derechos de los artistas, de las mascotas y del ambiente, así como de los logros vecinales.

La foto es de Juan Raydán, 2019


Foto de portada: Golcar Rojas
Diseño gráfico y diagramación: Milagros Mata Gil y Eréndira Maita

Todos los derechos reservados José Pulido y Ed. Itaca

Contacto: editorial.itaca.56@gmail.com