Leyenda serrana: "La vaca, la vibora y los hombres" cuento de Rodolfo Dominguez




Enero de 1915. En las Sierras Grandes el maravilloso sol cae a pleno sobre las lomas blancas de flores de paja brava, todo es abundante, los durazneros se quiebran por el peso de los perfumados frutos. De las parras trepadas a los molles y talas cuelgan racimos de uvas verdinegras entre un zumbido de abejas.
El arroyo de Los Amargos baja apurado saltando en cristalinas cascadas por entre las cortaderas de cimbreantes plumeros, a la orilla entre el verdor de los sauces y mimbres las higueras negrean de higos y zorzales.
Las grandes majadas de cabra pastan estornudando bajo los montes de espinillos mientras los cabritos saltan de piedra en piedra alegres como niños.
Por el sendero trepa que trepa, al trote va la vaca colorada mugiendo de vez en cuando. A caballo y a prudente distancia la siguen don León y su sobrino Silverio. A esta vaca van tres años que se le mueren los terneros pero siempre tiene leche.
Entonces ayer decidieron encerrarla para ver hoy a donde los lleva.  Ajena a todo esto dicha vaca apura cada vez más el trote, mugiendo más fuerte y seguido.  Baja al arroyo, lo cruza y vuelve a subir, despeñando piedritas a su paso. Cuando llega al rodeo tramontana comienza a hurgar nerviosa con su hocico entre los fragantes matorrales de peperina pispa, desde donde comienza a asomar primero la cabeza y luego reptando lentamente todo el cuerpo una enorme víbora tan gruesa como el brazo de un hombre.
León y Silverio, que han dejado sus cabalgaduras han llegado a pie; no pueden creer lo que ven, la serpiente enroscada en las patas traseras de la vaca mama golosa mientras ésta la lame amorosamente entre suaves mugidos.
Luego de saciarse,  la víbora se desenrosca dispuesta a tomar un poco de sol para después volver a su escondite, pero los paisanos que salen bruscamente de su asombro la atacan violentamente a pedradras: una, dos, cinco, diez, hasta que el reptil deja de moverse.
A todo esto la vaca desesperada se acerca y se aleja sin saber que hacer,  los hombres jadeantes por el esfuerzo examinan a la víbora: de las heridas le sale leche a borbotones, al darla vuelta con un palo ven que en el lomo tiene pelos duros como cerdas.
Después de un largo rato deciden volver a sus caballos.
El sol ha comenzado a bajar hacia las lomas del río de Los Sauces, las sombras comienzan a trepar las sierras para bajar al día siguiente y en el arroyo de Los Amargos se oyen retumbar los balidos lastimeros de la vaca colorada.

Rodolfo Dominguez


Este cuento está basado en una leyenda serrana y también tiene su moraleja: la intolerancia por lo diferente. Una víbora no debe mamar de una vaca, por eso la matan, imagino que debe ser muy fuerte ver mamar una víbora de una vaca. La serpiente simboliza el mal. Eso es edénico, pero en realidad es un bicho como cualquier otro. ¿Entonces por qué no puede tener un vínculo con una vaca?

RD