UN RECORRIDO POR LA CINEMATOGRAFIA DEL MUNDO: TORONTO, por Luis Sedgwick Báez, septiembre 2016






Primero las estadísticas, que otorgan peso, volumen y relevancia al Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF): se exhibieron 397 films de 71 países de los 6.933 que se presentaron; 266 fueron primicias mundiales.


Al llegar observo el panorama habitual: las nuevas construcciones a granel que han cambiado la geografía urbana de la zona, los rostros conocidos  pero desconocidos al no saber sus nombres,  rostros nuevos, otros que han dejado de venir, el bululú de los espectadores moviéndose de aquí para allá, los policías montados vigilando las calles con sus lustrosos caballos ( ya una reliquia del pasado empleada como atracción turística), el cierre de calles para convertirlas en peatonales durante unos días, los fanáticos que se apostan a la entrada de los hoteles con el aliento de horas de espera y la oportunidad de ver entrar o salir a algún director o actor de renombre ( los guardaespaldas, por doquier alertas, tienen ventaja), los voluntarios del TIFF, siempre atentos, sonrientes y solícitos. Los lugareños se mostraban orgullosos pues la revista “The Economist” escogió esta vez a Toronto como una de las 10 ciudades con más calidad de vida del mundo. Vi un total de 44 films.


Para aquellos periodistas que deseaban intercambiar ideas con los directores y actores, en la sección “Conversando con…” se encontraban en el podio Isabelle Huppert, Mark Wahlberg, Sonia Braga, Hiam Abbass (actriz palestina), entre otros. Todos sabemos qué significa Hollywood, Bollywood quedó atrás por ahora, ahora surge Nollywood., sinónimo de Nigeria. El TIFF dedicó en su sección “Ciudad a ciudad” a Nigeria, con algunos de los títulos más representativos de su cinematografía.


El primer día vi 5 films. El mejor? “Paterson” (EEUU) de Jim Jarmusch. Nos ubicamos en la ciudad de Paterson, Nueva Jersey donde Paterson (Adam Driver) funge como conductor de un autobús ( driver en inglés significa conductor), arrastrando una vida de rutina: se levanta, besa a su esposa, conduce por la ciudad, oye las conversaciones de los pasajeros, regresa a la casa a cenar, pasea el perro y entra a un bar a tomar una cerveza. En sus momentos libres, Paterson compone poemas. Jarmusch es un artista de la observación, de la universalidad cotidiana y el film apunta hacia la ilusión, a la ilusión truncada y a su resurrección. “Paterson” es una oda a la poesía y a su poeta William Carlos William, nacido en Paterson. Jarmusch construye aquí un film magnífico, sobrio, sin estridencias, relevante.




Los Hermanos Dardenne, Jean Pierre y Luc, siempre lúcidos en su confrontación con las relaciones humanas y comedidos en su enfoque llegaron esta vez con “La chica desconocida” (Bélgica) teniendo a una doctora (Adele Haenel) como faro de la trama. Una prostituta es hallada muerta cerca de su consultorio quién poco tiempo atrás trataba de entrar a la clínica en busca de ayuda. Arrastrando una crisis de conciencia, la doctora se convierte en detective, averiguando a diestra y siniestra la identidad de la occisa pues fue enterrada en una fosa común. Un film honesto, sin concesiones, donde los inmigrantes, la mayoría ilegales, adquieren tema de discusión vis-á-vis a la política, a la sociedad, a los organismos de seguridad.


Cada vez surgen más periodistas y gente de la industria en el TIFF. En varias oportunidades no pude entrar a la sala pues las colas eran inmensas y los asientos limitados. Tuve suerte de poder ver “Lalaland” (EEUU), estrenada en Venecia y  furor en el TIFF pues vino acompañada de una excelente crítica. El film es un homenaje a los musicales de Hollywood de los anos 50. La pareja conformada por Ryan Gosling como el músico que aspira a tener su propio club de jazz y Emma Stone como una dramaturga y actriz en potencia poseen una extraordinaria química ( esencial en estos casos) que el resultado es superlativo, como así la coreografía pletórica de imaginación y originalidad.





Tenía mis resquemores al ver en nuevo film de Kim Ki Duk “La red” (Corea del Sur) pues la vez anterior nos trajo un pasticho de sexo gratuito y violencia exacerbada que mereció nuestro rechazo. Ahora nos trae la historia de un pescador de Corea del Norte que sobrevive para dar de comer a su familia. Pero se siente feliz y no exige nada más a la vida. Por azar, el motor  de su barcaza se enreda en la red, deja de funcionar y el viento lo adentra en territorio enemigo: Corea del Sur. Allí comienza su pesadilla. Lo apresan y lo tratan de convertir en un espía. Después de mucho litigio pide que lo devuelvan a su país de origen que lo considera, ahora, otro espía. Kim Ki Duk nos presenta a un personaje que obviamente ha sido lavado el cerebro, un rechazo automático al sistema capitalista hasta el punto que mentalmente es incapaz de emitir comentario alguno cuando admira la abundancia de la oferta en Corea del Sur, so pena de castigo. El pescador  reconoce al final que los métodos de tortura y corrupción  de ambos países para sustraer información son idénticos.


Con la presencia de Terence Davies en la sala, presentó “Una quieta pasión” sobre Emily Dickinson, figura mayor en el canon  de la literatura norteamericana, quién creció en un ambiente ultra conservador y religioso y quién nunca abandonó su ciudad natal. La dirección de arte está meticulosamente estudiada pero los parlamentos entre los personajes resultan discursivos, como dictando cátedra, como si supieran lo que van a decir de antemano quitándole frescura y espontaneidad a la trama, aunque la sicología de la gran poeta asoma plausible con su carga de angustia existencial y el temor de Dios. Cynthia Nixon (que estaba sentada detrás de mí) encarna a la Dickinson con dignidad y mesura.







Una adolescente a punto de graduarse en el liceo es atacada pero se defiende de ser violada. Este repentino trauma incide en su rendimiento en el examen final y su padre, un médico respetable en su profesión,  utiliza todos los mecanismos, a veces fuera de la ley, para que su hija logre el puntaje necesario para obtener una beca en una universidad en el Reino Unido. “Graduación” (Rumania) de Cristian Mungiu (el mismo del soberbio “4 meses, 3 semanas y dos días”) es un estudio minucioso sobre las relaciones entre una familia y el entorno profesional y amical  y que obtuvo el premio al mejor director en Cannes.


Otro film, también exhibido en Cannes y que logró el premio al mejor guión fue “El vendedor” (Irán) de Asghar Farhadi presente en la sala junto Shahab Hossein que se llevó  el premio al mejor actor como el profesor que ensaya la obra de Arthur Miller  “La muerte de el viajante” . A punto de ser estrenada, la censura gubernamental exige que se eliminen ciertas escenas. Su mujer, que actúa también en  la obra,  oprime el botón de entrada a la puerta principal de su apartamento creyendo que es su esposo, el profesor. (Una mujer, de dudosa reputación,  habitaba en ese apartamento con anterioridad) y es violada en la ducha por un intruso que frecuentaba ese apartamento. Su esposo, como en el film de los Hermanos Dardenne, asume el rol de detective tratando de descubrir la identidad del intruso y reclamar justicia.  En la trama surgen varias interrogantes cuyo resultado no lo sabemos, lo que le otorga al film un aire de misterio. Farhadi dirige con total control al equipo de actores y con la muerte de Abbas Kiarostami, se ha convertido en una de los directores estrella de la cinematografía iraní.


Al entrar a la sala IMAX con capacidad de 412 butacas sólo había 11 personas viendo “Jota” (España) de Carlos Saura,  aficionado a atesorar otros bailes como “Sevillanas”, “Flamenco” y me dio la impresión que los bailarines en la imagen bailaban para mí sólo. El film es una seguidilla de jotas, antiguas, modernas, de diversas regiones de España; hay una escena donde una experta en esta danza explica a la audiencia un film de los 50 donde la jota era una forma de cortejar a la mujer: ahora los tiempos son otros. En otra escena (un homenaje de Carlos Saura a Francisco Rabal) lo vemos bailando una jota en Burdeos en el film “Goya”, dirigido por Saura donde Rabal interpreta al pintor. Esta escena me retrotrajo al momento en que asistía al Festival de Montreal donde Rabal recibía el Premio de las Américas por su trayectoria. Un colega argentino me pidió que lo acompañase a tomar un trago en el bar del hotel con Rabal. Su esposa lo conminó a que no tomara y Rabal respondió algo como “a estas alturas, déjame tranquilo”. Ella subió a la habitación y nos quedamos los tres en el bar. Lo noté alicaído y enfermo.  Me saqué una fotografía con él. Mi sorpresa fue mayor cuando leí en el periódico al día siguiente que Francisco Rabal había muerto en el avión rumbo a España. Pues le dio un infarto  y la ciudad más próxima para descender era Burdeos. Goya murió en Burdeos y Rabal murió con las botas puestas. Fue la última fotografía de Rabal en vida y la tengo conmigo.




Adaptando una pieza teatral de Peter Handke, Wim Wenders nos trajo “Los bellos días de Aranjuez” (Francia/Alemania), un diálogo entre una pareja en un jardín de la campiña francesa mientras un escritor teclea lo que la pareja va a decir. Es un diálogo rico en poesía, altamente intelectual, debemos de aceptar que la mayoría de la gente no habla de esa manera en estos días pero aquí radica su belleza en esos diálogos literarios filmados en 3D.


Fue la sensación en Cannes pero no obtuvo ningún premio ante la consternación colectiva pero la FIPRESCI le otorgó el premio como mejor film y los miembros de ese organismo lo eligieron como el mejor film de 2016.Cuando llegué a la sala no había asiento disponible pero conseguí uno en el balcón después de haber hecho cola por más de una hora. La espera dio frutos. Estupendamente bien actuada y dirigida por Maren Ade, “Toni Erdman” (Alemania) es el seudónimo de un profesor de primaria jubilado que cuando quiere echar bromas se pone un peluquín y una dentadura postiza. Su hija  (Sandra Huller, espléndida) está casada con su profesión, apenas ve al padre cuando viaja a Alemania  desde  Bucarest, donde trabaja para una multinacional. Un día, su padre se presenta de incógnito en Bucarest, con su alter ego como identidad, la sigue por todas partes, la acompaña en sus sesiones de trabajo, logra convencer a todos de sus proyectos pero en el fondo lo que el padre busca es inculcar a su hija que la vida pasa, que no podemos pasar la vida haciendo cosas como zombies, que es preciso vivir el momento, el eterno “carpe diem”, pero con sentimiento y humanidad.




Oliver Stone ha sido un personaje controversial, tanto como persona como cineasta. “Snowden”” (EEUU) es su mejor film en mucho tiempo. Sin asumir una posición moral frente a Edward Snowden (Joseph Gordon-Levitt) de que si fue un traidor o un patriota pues no es mi labor en estas circunstancias, me atendré solamente a reseñar, a grosso modo, el film en cuestión. Vemos al genio de la computación desde 2004 hasta 2013 cuando ingresa al ejército que tuvo que abandonar por una rotura de su pierna, luego entra a la C.I.A. y finalmente a la N.S.A. En ningún momento el film decae en su narración, Snowden va comprendiendo cada vez más la invasión de su gobierno en la vida privada del ciudadano, que lo afecta sobremanera y decide renunciar y entregar toda la documentación a un periódico inglés. “Los americanos no les gusta la libertad, lo que les interesa es la seguridad y lo secreto es seguridad” dice uno de los oficiales de la N.S.A. Con un aire del Snowden de la vida real, Gordon-Levitt exuda carisma y presencia convincentes en un papel de alta complejidad sicológica y cerebral.




“Cenizas y diamantes” de Andrej Wajda aparece en mi lista de los mejores films que he visto. Ya nonagenario (y mientras esto escribo me entero de su fallecimiento), este maestro polaco asoma aún combativo y alerta ante la contemporaneidad polaca. Su último opus, su testamento, “Después de la imagen” (Polonia) se concentra en Wladyslaw Strzeminski ( el gran Boguslaw  Linda, gran actor), un pintor de vanguardia, intelectual, que publicó un libro seminal  “La teoría de la visión”, que convulsionó al mundo artístico de la época. Frecuentó a los notables pero al instalarse el comunismo en su país y mostrarse en oposición fue marginado, perdiendo su cátedra en la universidad, se le negó su pensión, incluso se le retiró su carnet de  alimentación y de artista  no pudiendo comprar sus implementos de pintura. Carecía de un brazo y de una pierna que los perdió en la Primera guerra mundial, Un film vital donde la integridad del personaje avasalla todo obstáculo sin rendición.


He seguido la trayectoria de Terrence Malick desde sus comienzos: una de las voces más relevantes y originales en el cine. Una amiga mía, con criterio cinematográfico lo considera pretencioso. No estoy de acuerdo. Sigo siendo amigo de ella. No podía perderme su última obra y el resultado? El mejor film que he visto durante 2016. “Viaje en el tiempo: el viaje de la vida” (EEUU) comienza con una voz de mujer (Cate Blanchett) que se dirige a su madre en un tiempo “antes de la luz y de la oscuridad, antes de la nada” El film es prácticamente un documental, una yuxtaposición de imágenes , todas ellas alucinantes en su belleza, de cómo Malick concibe la creación del mundo, su posterior aparición de la vida y la subsiguiente relación con una Naturaleza ( con mayúscula) imponente, violenta e impersonal, la interrogante ante la presencia ( y ausencia de Dios). Admirablemente editada, Malick nos acerca un film poético en su narración y en las imágenes y filosófico por la concepción y cuestionamiento del por qué estamos aquí., De cuando en vez aparecen escenas de mendigos, indigentes revolviendo basureros, ritos religiosos que parten de una realidad y de manifestaciones poéticas.  (Existe otra versión del film más larga y narrada por Brad Pitt).


Los dizque cinéfilos ( de la prensa o de la industria) o los encargados de enviar ipso facto los comentarios de tal o cual film entran a las salas y se salen a los 10 minutos, como el caso de una conocida mía de Boston que se sentó al lado mío y literalmente se salió a los 2 minutos de comenzar “Anatomía de la violencia” (India) de Deepa Metha y que después me la encontré en “Cuerpos extraños” (Francia/Túnez) de Raja Amari, film irregular por un guión inconsistente pero que se sostiene por la presencia, siempre luminosa, de Hiam Abbass. Al preguntarle del por qué se salió de la sala me respondió: “Al comenzar un film ya sé cómo va a ser” En el film de la Amari se quedó hasta el final.


“Yo, Daniel Blake” (Reino Unido) de Ken Loach obtuvo la Palma de Oro en Cannes. Loach recalca, una y otra vez, la mirada realista a un sector de la sociedad marginada y desposeída por mil razones.  Aquí, un carpintero (Dave Johns)  que tras un infarto tuvo que abandonar su trabajo y  a solicitar una pensión como discapacitado enfrentando a un estado kafkiano en su burocracia y obligado a manejar el mundo cibernético fuera de su alcance y conocimiento. El final es previsible pero Loach le otorga un enfoque compasivo y solidario. Es un film que tiene la aprobación del público.



Con el tiempo, Brillante Ma Mendoza ( es un hombre!) se ha convertido, por motu propio, en un favorito de los festivales y de los circuitos de arte y ensayo. En Cannes, Jaclyn Jose recibió el premio como mejor actriz en “Ma Rosa” (Filipinas) como una traficante de drogas, con un esposo en el mismo negocio que se inyecta detrás de una cortina improvisada  de su rancho, que funge como casa y venta de chucherías. Sus tres hijos conviven allí bajo el mismo techo. Mendoza es un astuto observador de la marginalidad cotidiana de Manila y de la corrupción flagrante (quizás demasiado obvia y exagerada en el film) de los policías que practican redadas a los delincuentes de la ley exigiéndoles después que se bajen de la mula para dejarlos en libertad.




Me fue imposible ver “Jackie” (Reino Unido) de Pablo Larraín, ni siquiera en la función adicional que pusieron pues la cola era aún mayor pero sí pude entrar a ver “Animales nocturnos” (EEUU) de Tom Ford que ganó el segundo premio en Venecia. De una estética exquisita (no en vano Ford es un reconocido modisto), los actores, todos de buena presencia, elegantemente vestidos, viviendo en fabulosas mansiones, aparece Amy Adams como una exitosa directora de una galería de arte en Los Ángeles, casada con un financista que le es infiel cuando de repente recibe un sobre de su exmarido (Jake Gylenhaal) con una novela escrita por él. El film juega en dos tiempos, el tiempo real y el tiempo de los personajes de la novela (un marido, su esposa e hija que son secuestrados en la carretera por tres sádicos y finalmente ellas violadas y cruelmente asesinadas. Un film importante por la puesta en escena, actuada acorde y con la sombra de la violencia al acecho en cada momento de la vida del americano.


No podía dejar de lado “La mujer que se fue” (Filipinas) de Lav Diaz que logró el León de Oro en Venecia. La sala estaba media vacía cuando entré y al cabo de 4 horas quedamos unos pocos gatos. El film es un prodigio de dirección. Una mujer (Charo Santos-Concio), después de 30 anos en una cárcel/reformatorio es finalmente liberada pues fue injustamente acusada de un crimen que no cometió. Al salir se encuentra con un entorno desconocido e irreconocible. Busca a su hija pero su interés es ratificar la venganza contra su exnovio (ahora un poderoso mafioso), causante de esta tragedia, aunque el perdón también entra en su consideración. En el trayecto entabla amistad con un jorobado y con un transformista que jugará un papel importante en su vida. Sigue también en la búsqueda de su hijo desaparecido en la capital, Manila. Un film compasivo, una meditación sobre la ausencia de Dios, sobre la discrepancia e injusticia entre pobres y ricos y sobre la corrupción pululante en su país (como en el film de Brillante Mendoza).
  



El TIFF inauguró con “Los siete magníficos” (EEUU) de Antoine Fuqua.  Lamenté no poder ver “Fuego en el agua” (Italia) de Gianfranco Rossi, un documental sobre los refugiados en la isla de Lampedusa y que obtuvo el Oso de Oro en Berlín. Marco Bellochio, Hirokazu Kore-Eda, Pablo Larrain ( trajo 2 “Jackie”” y “Neruda”), Xavier Dolan, Andrea Arnold, Kenneth Lorrigan, Thomas Vinterberg, James Franco, J.A. Bayona, Werner Herzog, entre muchísimos otros,  trajeron sus últimas obras. Ewan McGregor se estrenó como director en “Pastoral Americana”, basado en un libro de Philip Roth.  La esposa de Francis Ford Coppola, Eleanor, asomó con “Paris puede esperar” con Alec Baldwin y Diane Lane que me la recomendaron con ahínco, no la pude ver, no se puede ver todo!


David Oyelowo está magnífico en “Una Gran Bretaña” (Reino Unido) de Amma Asante como el príncipe tribal de Bechuanaland (hoy Bostwana) y luego como su primer presidente y Sonia Braga (debería de haber ganado en Cannes como mejor actriz (hubo mucha competencia) en “Aquarius” (Brasil) de Kleber Mendonca filho, como una viuda, sobreviviente de cáncer, que se enfrenta a unos constructores que la quieren desalojar de su apartamento par construir un condominio de lujo. El TIFF no es competitivo, pero otorgan el premio del público, “Lalaland”ganó y premios a los films canadienses.