Kathryn Bolkovac, la voz de la conciencia, España, noviembre de 2013



LA MUJER QUE INSPIRÓ EL FILME 'LA VERDAD OCULTA' VISITA BARCELONA

Kathryn Bolkovac, la voz de la conciencia

La expolicía que denunció la implicación de miembros de la ONU en las redes de explotación sexual en Bosnia cree que aún hay abusos

MONTSERRAT RADIGALES / Barcelona
Viernes, 29 de noviembre del 2013











            




Kathryn Bolkovac, en un momento de la entrevista con EL PERIODICO, en Barcelona.



El nombre de la estadounidense Kathryn Bolkovac saltó a la prensa a principios de la década del 2000, cuando destapó y denunció el tráfico masivo y la explotación sexual de mujeres de varios países del este de Europa en la Bosnia de la posguerra y, lo que resulta más estremecedor, la implicación de soldados de la OTAN, policías de la ONU y civiles de las varias y nutridas misiones internacionales enviadas, tras la guerra de 1992-95, a un país que se había convertido en un protectorado internacional.

Bolkovac era una policía del estado de Nebraska (EEUU) que en 1999 se incorporó a la IPTF, la misión policial de las Naciones Unidas en Bosnia. La mayoría de gobiernos enviaban directamente a sus policías, pero EEUU lo hacía a través de un contratista privado, DynCorp, empresa con la que
Bolkovac firmó el contrato.


«Conocía el problema de la prostitución pero nunca imaginé lo que ocurría y hasta qué punto había penetrado en las misiones internacionales», explica a EL PERIÓDICO Bolkovac, que hace unos días estuvo en Barcelona para participar en el acto de entrega del premio 25 de noviembre (Día Internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres) que cada año otorga el Ayuntamiento de la capital catalana a proyectos de lucha contra la violencia machista.

En Bosnia había en aquellos momentos más de 900 burdeles, en los que mujeres jóvenes procedentes de países como Rumanía, Moldavia o Ucrania ejercían la prostitución en régimen de esclavitud y eran sometidas a una violencia atroz. Habían sido llevadas a Bosnia por la fuerza o con engaños por las redes de tráfico humano, que las desposeían después de sus pasaportes.





Fuente: El Periódico INTERNACIONAL







La chica que expuso el lado obscuro de las misiones internacionales de paz

Kathryn Bolkovac ha hecho un valiente trabajo exponiendo la corrupción de las misiones internacionales de paz, las injusticias que cometen y los contratos multimillonarios que obtienen

 

 


Fueron las fuerzas de paz: enviado a Bosnia como consecuencia de la guerra de los Balcanes , encargado de supervisar a la policía local y restaurar la calma. En azul de las Naciones Unidas para los uniformes, que llegaron de países de todo el mundo, vagando por las colinas cerca de Sarajevo y Ilidza, tratando de mantener el orden en una nación maltratadas por el conflicto civil.

 

Pero a medida que aprendemos en los primeros minutos de la denunciante , que se estrena en salas selectas este fin de semana y las estrellas la ganadora del Oscar Rachel Weisz , muchos de estos hombres y mujeres estaban mal entrenados y supervisados.

Aterrizaron en un país extranjero sin un mandato claro y, a veces, poca comprensión de lo que ellos estaban allí para llevar a cabo. “Nadie sabía lo que la autoridad que tenían”, dice Kathryn Bolkovac, el de Nebraska-policía convertido en las fuerzas de paz de la ONU-que inspiró la película. “Es ridículo”.

En última instancia, cuando Bolkovac descubre que los hombres con “Fuerza Internacional de Policía” a corto plazo para la Fuerza Internacional de Policía cosido a través de sus hombros están involucrados en el tráfico brutal de niñas menores de edad, la respuesta de un comandante de la agencia de alta en la película es: “Esas chicas son las putas de la guerra. Lo que pasa “.

Sí, es el drama, pero la respuesta de la vida real por la ONU en ese momento, y el contratista encargado de la contratación de la agencia, no era muy diferente. Es por eso que ha habido especulación de que el debut como director del cineasta Larysa Kondracki es el thriller de verano que la comunidad diplomática está esperando que usted no quiere ver.

Un memorando interno de la ONU enviado entre asesores de alto nivel el mes pasado (y se filtró a los cineastas) pone de manifiesto las primeras discusiones de la organización de la estrategia sobre cómo manejar la película de liberación, es decir, la posibilidad de aceptarla, por informar al público sobre las “mejoras en la política de la ONU” o restar importancia a todo. La ONU no ha comentado directamente sobre la película, pero le dice a The Daily Beast, citando a una conferencia de prensa el 26 de julio que la organización tiene ” la bienvenida a todos los esfuerzos para llamar la atención sobre tales violaciónes de los derechos humanos . “

Una declaración difundida por DynCorp, los contratistas que contrató Bolkovac en 1999 y finalmente la despidió, por su parte, promociona la compañía “política de tolerancia cero sobre la trata de personas “, y señala que las alegaciones Bolkovac de que la agencia estaba involucrado en el tráfico se” agresiva y responsablemente dirigida “a la vez. La empresa se ​​negó a elaborar más.

“¿Es esto un esfuerzo para confundir al público? Sí”, dice Kondracki, el director. “No hay excusa para que cualquier gobierno internacional, el de las Naciones Unidas , los EE.UU. Departamento de Estado o de cualquier contratista privado, a participar en, alentar o encubrir tales actividades. Vamos, que la cara es lo que pasó.

 

Cualquier similitud con Lisbeth Salander, la heroína de la trilogía Milenio de Stieg Larsson, es pura coincidencia. Pero, al igual que Salander, y guardadas las proporciones, Kathryn Bolkovac también se enfrentó al sistema para denunciar corrupción, abuso e injusticia.  Bolkovac no fue la primera en dar el pitazo, pero su caso consiguió atraer significativamente la atención de los medios.

 

Después de un divorcio amargo pero relativamente civilizado, Bolkovac, que se había hecho policía en su natal Nebraska, decidió responder a una convocatoria para reclutar efectivos americanos al servicio del Destacamento Policial Internacional (DPI) que, en coordinación con las Naciones Unidas, se encargaría de mantener la paz en Bosnia al tiempo que contribuía a fortalecer las instituciones de la ley y el orden en este nuevo país devastado por la guerra civil. El primer punto interesante en esta historia es que, mientras en otros países dicho reclutamiento corre a cargo de los cuerpos de seguridad nacional (los Carabinieri de Italia, la Bundespolizei de Alemania, la Guardia Civil española y la Gendarmerie National de Francia, por ejemplo), en los Estados Unidos, al no existir equivalente, son contratistas (empresas privadas) los que, tras haber ganado la respectiva licitación, asumen esta responsabilidad. A cambio de un año (o menos) de sus vidas en un lugar sumamente peligroso, los efectivos contratados reciben un salario muy atractivo (en ocasiones varias veces su ganancia anual en casa) y algunas otras prestaciones.

Bolkovac – al igual que todos los miembros americanos del DPI en Bosnia – fue contratada por DynCorp.  DynCorp es una de las más exitosas empresas de su tipo (otras famosas son Blackwater, KBR-Halliburton, Pinkerton and Fluor) – negocios que han prosperado en un contexto en el que los compromisos militares y las preocupaciones estratégicas son globales pero los recursos oficiales y el apoyo de los aliados son, en comparación, muy limitados.

 

Empresas como DynCorp dependen casi al 100 por ciento de los contratos del gobierno Americano – y aquí estamos hablando de miles de millones de dólares de dinero público.  Pero el enorme éxito de estas corporaciones no resulta unicamente de una necesidad muy real de mercado – también obedece a la muy escasa regulación y supervisión bajo la cual operan, y que les permite reducir sus costos al máximo sin tener que rendirle cuentas ni al país que les recibe, ni a las Naciones Unidas, ni al gobierno de los Estados Unidos.

 

Kathryn Bolkovac se dio cuenta rápidamente de lo que sucede cuando no hay suficientes ojos y oídos prestando atención al desempeño de estos contratistas. A pesar de que dos de los requisitios más importantes para poder concursar por un puesto en la misión a Bosnia eran amplia experiencia policial y antecedentes intachables, muchos de sus colegas en el DPI estaban muy lejos de tener ese perfil. Pero lo más grave estaba aún por venir.

 

Poco tiempo después de su llegada a Sarajevo, Bolkovac fue asignada al área de derechos humanos dentro del DPI. Su trabajo aquí la hizo entrar en contacto con víctimas del tráfico sexual en la región – mujeres y niñas provenientes de Croacia, Rumania o Albania (entre otros) a las que se les prometían trabajos como meseras o modelos para, una vez llegadas a Bosnia, confiscarles sus pasaportes y obligarlas a ofrecer servicios sexuales en uno de los múltiples prostíbulos que, disfrazados de bares y/o restaurantes, prosperaban en la zona. Pero lo peor para Bolkovac fue descubrir que el negocio recibía el patrocinio activo de miembros del DPI, efectivos de la OTAN, y diplomáticos de las Naciones Unidas. Además, Bolkovac afirma que personal de DynCorp ayudaba a falsificar documentos para las mujeres y niñas traficadas, auxiliaba a los traficantes durante el cruce de la frontera hacia Bosnia, y avisaba a los dueños de los prostíbulos cuando se iba a realizar una redada (la prostitución, por cierto, era y sigue siendo illegal en Bosnia).

 

Los esfuerzos de Bolkovac se vieron repetidamente obstaculizados pues sus superiores no sólo se rehusaban a proceder en contra de los sospechosos internacionales (pese a que había evidencia suficiente); también se resistían a aceptar que se estuvieran cometiendo delitos: “…no entiendo porque te empeñas tanto en estos casos…” le comentó en una ocasión su jefe inmediato “…si sólo se trata de un montón de prostitutas!”.

 

El denunciante se centra en Bolkovac (Weisz), una madre de tres hijos que, en 1999, tiene un contrato de 85.000 dólares con DynCorp (Servicios de democracias en la película), un contratista de Estados Unidos y pagado que estaba reclutando a las fuerzas de paz de la Bolkovac de las Naciones Unidas pasaría 22 meses en Bosnia, la partida de género de la ONU unidad de asuntos allí, donde empezó a descubrir un vasto comercio sexual bajo tierra.

 

La película se centra en dos adolescentes de Ucrania, Raya y Luba, que son atraídos a slavory por las promesas de un trabajo que buscas. Carácter Bolkovac de pronto descubre docenas de mujeres que son violadas y brutalmente, obligados a trabajar fuera de su “deuda” en los clubes de sexo sucio en el que están encadenados y vendidos. De la policía local, personal de la ONU y sus colegas Bolkovac en EE.UU. están entre los beneficiarios y usuarios.

Pero pronto se da cuenta Bolkovac tiene pocos recursos, y que nadie-y menos aún en el mundo humanitario gran organización está dispuesta a asumir en un escándalo. Cuando se presiona para una investigación formal sobre la trata de personas, es reasignado a su puesto. Cuando las preguntas de sus colegas “inmunidad diplomática-las fuerzas de paz no puede ser procesado por delitos cometidos en el extranjero-que se degrada. Harto, que en última instancia, envía un correo electrónico detallando la hipocresía de la cadena de mando-a más de 50 personas y es despedido. DynCorp, que sigue siendo uno de los principales contratistas del Departamento de Estado en el extranjero , afirma que ha cometido fraude de nómina.

En la película, Weisz se rompe en la ONU para recuperar sus documentos. Con la ayuda de un aliado en particular, que los entrega a la prensa, la película se detiene allí.

Sin embargo, para Bolkovac, tras participar de una demanda prolongada contra DynCorp (que ella ganó en última instancia), pero el cierre poco. Ella tomó su historia a la prensa , y ha escrito un libro (también llamado El Informante ) sobre su experiencia. Sin embargo, ella todavía no sabe quién estaba detrás de su despido, o en qué medida los delitos fueron encubiertos.

“Esas chicas son putas de la guerra. Sucede, “un comandante de la máxima agencia dice en la película.

 




“La ira viene y va”, dice el de 51 años de edad. “Claro, yo gané mi juicio, pero nunca tuve ninguna respuesta real.”

Al menos dos de los hombres involucrados en el tráfico de DynCorp, Bolkovac dice, han sido promovidos a la alta dirección, mientras que ella ha sido forzado a salir del ámbito policial por completo. Ahora están casados ​​y viven en los Países Bajos (su marido, a quien conoció en Bosnia, es retratado en la película de Kaas mentira Nokolaj), Bolkovac funciona un trabajo de escritorio, como un director de proyecto para una empresa de subastas internacionales. Ella ha tratado de obtener contratos de trabajo internacional, pero es una pequeña comunidad: es infame.

Y a pesar de muchas entrevistas, no ha sido capaz de obtener su pie en menos de una organización humanitaria, ya sea. “¿Qué puedo decir?” , suspira. “La vida continúa. Hago lo mejor que puedo, trabajo duro, y espero que algún día las cosas cambiarán”.

En un arranque de frustración, Bolkovac envió un e-mail a más de 50 personas (entre ellas Jacques Klein, el entonces Representante Especial del Secretario de las Naciones Unidas en Bosnia) en el que describía los alcances y horrores del tráfico sexual en la región, denunciaba la complicidad del personal del DPI, la OTAN y la ONU, y pedía a los destinatarios “hacer conciencia” o algo al respecto. Poco tiempo después, DynCorp despediría a Bolkovac argumentando irregularidades administrativas.

En 2001 Bolkovac demandó a DynCorp por despido injustificado. En 2003, un Tribunal de lo Laboral en Southampton, Inglaterra falló a su favor al tiempo que obligaba a DynCorp a pagar daños y perjuicios (en un monto por lo demás modesto). Para entonces, el asunto ya había derivado en escándalo internacional pues otros incidentes en los que se reportaban abusos por parte de personal de las misiones de paz y contratistas militares privados habían salido a la luz.

Hacia el 2008 se habían documentado 29 casos en los que se acusaba a KBR (Halliburton), DynCorp y Fluor de, entre otras cosas, soborno con agravantes, fraude y lavado de dinero.
Bolkovac, por su parte, se convirtió en escritora y portavoz internacional de los derechos de las víctimas de tráfico sexual.  Su versión de los hechos, recientemente publicada en los Estados Unidos por Palgrave-Macmillan, será llevada a la pantalla grande el próximo año.

La historia de Kathryn Bolkovac, más alla de llamar la atención sobre un problema muy grave, invita a reflexionar sobre los factores que facilitan estos crimenes y alimentan la demanda por los servicios a los que el tráfico sexual se destina: Qué personas son contratadas para participar en las misiones de paz? Qué tipo de entrenamiento se les da? Quién supervisa su comportamiento y bajo que jurisdicción se encuentran?

Tanto o más importante es el tema de la regulación y supervisión de empresas como DynCorp. La participación de contratistas privados tanto en el desarrollo de conflictos internacionales como en misiones orientadas al mantenimiento de la paz es cada vez mayor y no exclusiva de los contingentes americanos.  Es inaceptable que el nivel de corrupción y las prácticas muy sospechosas de estas organizaciones impidan proteger y asistir a las poblaciones más vulnerables en zonas de gran colapso social, económico e institucional.

*La obra se titula The Whistleblower: Sex Trafficking, Military Contractors, and One Woman’s Fight for Justice (una traduccion aproximada seria: La Informante – Trafico sexual, contratistas militares y la lucha de una mujer por que se hiciera justicia).