Tema del Domingo.En 2014, fueron 36 las víctimas entre 12 y 21 años. A 6 años de la sanción de la ley para eliminar la violencia de género advierten que ésta no se cumple y que el Estado sólo invierte en prevenir 80 centavos por mujer. Cómo se puede cambiar.
A Natalia Gabriela Rocha la asesinaron a golpes a los 16 y fue una NN diez días en una morgue a 30 cuadras de su casa. A Erica González la incineraron a los 19 y agonizó 9 días hasta morir. Daiana Giménez tenía 12 cuando la violaron, golpearon y mataron para terminar en un arroyo en José C. Paz. A Jaqueline Rodríguez, a Jackie, de 17, la denuncia por violencia de género contra su pareja no le sirvió para evitar que terminara muerta. Serena Denise Rodríguez, de 15, fue 49 veces apuñalada. Yamila Gómez recibió una más. Su novio sería el principal acusado. Melina Romero, de 17, apareció muerta en una bolsa de basura después de estar desaparecida un mes. La lista de los femicidios entre 12 y 21 años llegó a 36 en 2014, durante uno de los años más violentos que registra la Casa del Encuentro, la asociación civil -que a falta de estadísticas oficiales- se ocupa desde 2008 de contabilizar los crímenes contra las mujeres en Argentina. El año pasado quedará en la historia como uno de luto: cada diez días mataron a una joven.
“En Argentina, estamos en un momento crítico”, explica Fabiana Túñez, de esa institución. Según el relevamiento hecho desde el año 2008 fueron, en total, 1808 mujeres asesinadas por la violencia sexista. Aunque la mayor cantidad se registra entre los 19 y 50 años, al ver el detalle alarma el aumento de asesinatos entre las adolescentes. En 2013, las víctimas de entre 13 y 18 fueron 18, al año siguiente: 25.
“No hay estadísticas oficiales, responsabilidad del Estado. Sostenemos el Observatorio de Femicidios para decir que nos siguen matando, que cada 30 horas una mujer muere por violencia. Creemos que se debe aplicar la ley para la eliminación de la violencia; crear un ministerio de la igualdad, garantizar el acceso a la justicia; el patrocinio legal penal gratuito; la pérdida de la patria potestad para el femicida y crear más hogares refugios para las víctimas”, enumera en la lista de deudas.
En una semana se cumple seis años de la sanción de la Ley 26.485 para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, considerada ejemplar dentro de la legislación comparada. Pero la letra escrita no tiene resultados concretos. Un estudio del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana y de Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMalá) considera que la falta de aplicación por parte del Estado nacional y los provinciales es “en gran medida una de las razones por las cuales no se ha logrado frenar la lucha contra la violencia de manera eficaz”.
“El Consejo Nacional de las Mujeres –órgano de aplicación de la ley y encargado de diseñar e implementar un programa de prevención a nivel nacional– recibe el 0,018 por ciento del presupuesto: son 80 centavos por mujer”, indica Verónica Catinari, coordinadora de MuMalá. El tema es central. Según la organización, “la importancia que se le da a una política pública se ve reflejada en esa asignación”.
El informe señala también como falta la ausencia de estadísticas públicas para hacer un diagnóstico de lo más urgente. Entre los temas de esa agenda señalan la prevención, por ejemplo, a través de las escuelas.
“Teniendo en cuenta que la mayoría de niñas y adolescentes están en edad escolar y que existe una ley de educación sexual integral, las aulas son un buen ámbito para empezar a revertir las desigualdades de género”, explica Catinari.
El tema es complejo y todos los consultados coinciden en que se debe abordar desde muchos aspectos. “Ante un femicidio, por ejemplo, los medios dicen cómo iba vestida la chica, datos que hacen a su condición de mujer y que si fuera un varón no se les daría importancia. Las fotos son estereotipadas para de alguna manera justificar, que, en el fondo, hubo una provocación. El cambio implica una profunda transformación cultural que lleva tiempo”, dice.
El Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) también pone el foco en la aplicación de la ley. “Si no se realiza un plan de acción federal -como indica la legislación- y una encuesta no podemos aplicar políticas adecuadas porque estamos trabajando a ciegas”, dice Cecilia Gebruers. “Eso nos va a permitir detectar la eficiencia o no de lo que se está haciendo. Porque no sabemos si estamos avanzando o no”.
El femicidio es el último paso de una cadena de violencias. La Organización Mundial de la Salud calcula que el 35% de las mujeres han sufrido o sufren algún tipo de violencia de pareja o sexual en algún momento de su vida.
La Asociación Civil Trama y el Instituto Abierto para el Desarrollo de Políticas y Estudio de Políticas Públicas elaboró un estudio llamado “Fragmentos de un discurso (no tan) amoroso” para analizar la forma de relacionarse de los adolescentes argentinos (Ver aparte). Lo que surgió de 500 entrevistas y grupos de reflexión es una pirámide de maltrato que va de lo evidente a lo naturalizado. En el vértice está el control, los celos, la humillación, la indiferencia afectiva, el aislamiento, el acoso, la presión y amenaza. Lo ejercen, fundamentalmente, varones sobre mujeres en un vínculo permanente de agresión del que la víctima no puede salir sin ayuda profesional. En el nivel intermedio aparecen también los celos y el control de varones sobre mujeres y tiene un efecto negativo sobre la autoestima. En la base -y generalizado- están también los celos y el control tanto de varones como mujeres. “Esos malos tratos están invisibilizados y se ven mucho en las relaciones a través de las redes sociales y en los celulares. Es cuando el chico le pide las claves del mail y el Facebook, le exige borrar contactos o usa el GPS de los teléfonos para saber dónde está”, cuenta Lucila Tufró, quien coordinó la investigación. Según el estudio, esto genera la mayoría de las peleas. “En el fondo, aparece la idea de la infidelidad permanente. No hay una valorización de la confianza y el diálogo en las relaciones y, al mismo tiempo, los chicos y chicas ven a la violencia de género como un asunto de adultos”, señala.
A partir de estos datos, Trama –junto a ONU Argentina y la Fundación Avon- lanzó una campaña que apunta a frenar la violencia no explícita para prevenir la otra y crearon una página (http://amarseaprende.tumblr.com/) destinada a los chicos y chicas, a los padres y los maestros.
Como trasfondo están los roles. Las chicas han recibido un mensaje distinto sobre el desarrollo personal y profesional, pero los varones siguen teniendo muy fuerte el modelo tradicional, explica Tufró. El estudio detectó la persistencia de patrones y modelos tradicionales de género que regulan y condicionan las opiniones y conductas afectivas y sexuales de los y las jóvenes. Los cambios en las relaciones de género (especialmente en el mundo público) han puesto “la cuestión del ideal femenino asociado a la pureza sexual y la virtud moral pero tampoco es reemplazado con una figura alternativa que aporte un modelo positivo. Sólo queda “la puta” como aquello que una mujer no debería ser. La transgresión de las chicas a las expectativas de género es mucho más condenada”, surge de las entrevistas.
Entonces, para evitar la violencia extrema es esencial comenzar a sensibilizar los entornos y lanzar campañas permanentes y constante no sólo el 8 de marzo cuando el calendario marca que es el Día de la Mujer.
“El grupo de amigos en caso de no tolerar la violencia protegen mucho”, señala Tufró. Ante cada caso de asesinato los temores de los padres crecen. “Hay que centrarse en el femicidio, no importa las circunstancias: el hecho de que las matan y las tiran en bolsas de basura por un lado es aleccionador: ‘a mí o a vos te puede pasar’ y así va limitando los lugares para las adolescentes”, indica Catinari.
Corina Fernández tiene 51 años, hizo 80 denuncias por amenazas y violencia contra su ex marido y terminó baleada en la puerta de la escuela de sus hijas. Sobrevivió y ahora se dedica en su ONG “Hay una salida” a ayudar a las víctimas. “Muchas veces pienso que para llegar a permitir situaciones de violencia extrema hay alarmas que no suenan la primera vez ante un insulto porque en las familias hay dinámicas de tolerancia para esas situaciones”, dice.
Tufró coincide en apuntar a la prevención en la familia. La falta de comunicación también permite que el violento aísle a la víctima. “Hay que construir un diálogo y hablar de la sexualidad para evitar la violencia o el acoso sexual. Hay que instalarlo como tema de discusión porque es la única forma de encontrar alternativas para no llegar a situaciones extremas y desterrar la falsa idea de que eso que hace sufrir es amor”.
DÓNDE PEDIR AYUDA *Se puede llamar desde todo el país al 144, pertenece al Consejo Nacional de las Mujeres y da contención, información y asesoramiento las 24 horas los 365 días. *También existe la línea gratuita 134 para la Ciudad de Buenos Aires y para el resto del país el 0800-222-3425. *La Corte Suprema tiene una Oficina de Violencia Doméstica, funciona las 24 horas en Lavalle 1250, CABA.
Silvina Heguy,
Clarìn, 28 marzo 2015
Fuente: Clarin
Links del blog: ONU MUJERES
“El dolor existe y sigue, pero hay que empezar ya a cambiar a la sociedad”
Jorge Taddei, el papá de Wanda y su lucha contra la violencia de género
"la mentalidad que cree que las mujeres son propiedad de los hombres”..
Jorge Taddei /Juano Tessone
"la violencia de género no es solamente el femicidio (...) también lo es cuando el novio le dice que la pollerita está demasiado corta, que no salga así ..."
"El camino es largo”, dice Jorge Taddei, que acaba de leer un poema con el nombre de su hija en maratón de lectura contra el femicidio “Ni una menos” el jueves en la Plaza Spivacow y retoma la historia de su familia para explicar el porqué las mujeres son asesinadas, por qué aparecen abandonadas en bolsas de basura como el 13 de marzo lo fue Daiana García, la última de la ya demasiado larga lista. El hombre y su mujer ahora dedican parte de sus días -tras el femicidio de su hija- a dar charlas en los colegios para alertar sobre la violencia y tratar de evitarla.
Wanda murió el 21 de febrero de 2010 después de agonizar en el hospital. Once días antes su esposo -el músico Eduardo Vázquez- la había quemado.
“Al principio, cuenta Taddei, cuando Vázquez estaba en libertad por falta de mérito se produjeron 15 casos de mujeres quemadas como el de mi hija. En un primer momento pensé: ‘Acá el problema es la impunidad, este hijo de puta está suelto entonces las queman porque no les va a pasar nada. Pero después terminó en la cárcel con perpetua y las muertes siguieron”.
Taddei cuenta que empezó a pensar cuáles eran las causas, se relacionó con familiares de otras víctimas y llegó a una conclusión. “Yo soy del siglo pasado, tengo 73 años, a mi papá le decían pollerudo porque mi mamá lo ayudaba en su negocio. El dolor existe y sigue, pero hay que empezar ya a cambiar la sociedad; la mentalidad que cree que las mujeres son propiedad de los hombres”.
Taddei lo intenta en las escuelas secundarias. “Al principio me preguntan por Wanda, pero cuando digo que la violencia de género no es solamente el femicidio, que ese es el último escalón y que también lo es cuando el novio le dice que la pollerita está demasiado corta, que no salga así, ves las caritas. Abren los ojos grandes, se dan cuentan y, por ahí, algo cambia”.
Femicidios: hubo 277 mujeres asesinadas en Argentina durante 2014
Violencia contra las mujeres
Lo informó el Observatorio de Femicidios “Adriana Marisel Zambrano”, coordinado por La Asociación Civil La Casa del Encuentro. Se indicó, además, que en siete años asesinaron en nuestro país a 1.808 mujeres en situaciones de violencia.
En 2014 en Argentina mataron a 277 mujeres víctimas de violencia de género, según informó el Observatorio de Femicidios “Adriana Marisel Zambrano”, coordinado por La Asociación Civil La Casa del Encuentro. Se indicó, además, que en siete años asesinaron en nuestro país a 1.808 mujeres en situaciones de violencia.
"Desde el año 2008 sostenemos este informe porque la violencia de género es un problema indispensable en la agenda de los derechos humanos, sin banderías políticas, porque o lo enfrentamos en conjunto o se seguirá llevando vidas", dijo Fabiana Tuñez, titular de la ONG. El informe recopiló datos de las agencias informativas Télam y DyN, así como de 120 diarios de distribución nacional y provincial, entre el 1° de enero y el 31 de diciembre del año pasado.
Las estadísticas aportaron también que hubo 29 femicidios "vinculados" de hombres y niños, tipología que identifica el asesinato de varones que murieron al quedar en la "línea de fuego" del femicida o fueron asesinados para "castigar" a las mujeres.
Como cada año, se repite el dato de que las parejas o ex parejas son los principales responsables de los crímenes y que la mitad de los hechos (52%) ocurrieron dentro de las viviendas, convirtiendo "un lugar que debería ser de protección para ellas, en el espacio donde son asesinadas", señaló Ada Rico, presidenta del Observatorio.
De las 277 asesinadas, 39 habían hecho denuncias previas y cuatro poseían órdenes de exclusión del violento, siendo las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Salta las que encabezan la estadística trágica. "Salta es una provincia donde se declaró la emergencia por violencia de género, pero si esa decisión política no se acompaña con presupuesto, programas de contención y refugios, de nada sirve. Por algo son 21 los femicidios allí, misma cantidad que en Córdoba, que tiene una densidad demográfica mayor", analizó Tuñez. Estos crímenes contra mujeres dejaron a 330 personas sin madre, de las cuales 200 son menores de 18 años.
Los nombres de Rosana Galliano y Marisel Zambrano, ambas víctimas de femicidas condenados -José Arce y Juan Zerda- tuvieron protagonismo durante el acto, ya que los hijos de las dos mujeres viven o son obligados a visitar a sus padres. Por eso, la organización insistirá este año ante el Congreso Nacional para que debatan su anteproyecto de ley que propone que el hombre que fuera condenado por el femicidio de la madre de sus hijos, según el artículo 80, inciso 11 del Código Penal, quede "automáticamente privado de todos los derechos que conlleva la patria potestad, sin necesidad de trámite judicial".
María Alejandra Lauría, abogada de la ONG, brindó detalles de la iniciativa y explicó que "no se trata de una condena accesoria para el victimario, se trata de una medida de protección civil para los niños y niñas. No es en contra de nadie, es a favor de quienes están desprotegidos ante el femicidio de sus madres".
Junto al informe, reclamaron por la inexistencia de estadísticas oficiales, que no se quite el agravante por violencia de género en el Código Penal y garantizar el acceso a la Justicia con patrocinios jurídicos gratuitos, entre otros pedidos.
La ministra de Desarrollo Social porteño, Carolina Stanley, participó de la presentación y declaró que "como sociedad debemos hacernos cargo del grave problema que enfrentamos y de los dramáticos daños colaterales que conlleva, como los hijos e hijas que quedan sin madre y a merced de un padre violento".
La Casa del Encuentro es una asociación civil que cuenta con un centro de orientación y asistencia a víctimas de violencia y trata, ofrece espacios grupales de contención y fortalecimiento para quienes viven situaciones de violencia y para sus familiares y amistades, siendo todos los servicios gratuitos.
Fuentes: La Casa del Encuentro, DyN, Télam.
Feminicidio' entra en la RAE
Manifestacion por el asesinato de una mujer en Colombia.
Flickr/El Turbión
Tres décadas después de que se conceptualizara el término en inglés "feminicide", la Real Academia Española ha aceptado incluir el término en su diccionario. Será en octubre en su 23ª edición, junto con otros 6.000 nuevos vocablos, coincidiendo con los 300 años de la institución.
Por Elisenda Panadés.
El 35% de las mujeres en el mundo han sufrido algún tipo de violencia física o sexual, según datos de la ONU. La violencia ejercida contra la mujer por ser mujer sigue siendo una triste realidad. Y tiene un nombre: “feminicidio”. Así lo recogen diversas legislaciones en el mundo y especialmente en países latinoamericanos. Un vocablo que empezó a conceptualizarse en la década de los setenta para visibilizar el sustrato sexista y misógino de los asesinatos y crímenes contra las mujeres por el hecho de serlo, así como la implicación, directa o indirecta, del Estado.
Sin embargo, el diccionario de la máxima institución de la lengua castellana seguía sin reconocer la palabra. Va a ser en octubre de este año cuando finalmente se pueda encontrar en sus más de dos mil páginas y casi cien mil entradas el término de “feminicidio”, que la RAE definirá como el “asesinato de una mujer por razón de su sexo”. Un logro para las organizaciones que se baten por los derechos de la mujer y contra la violencia de género, pero sólo en parte, según lamenta el Centro de Documentación de Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC) de México, pues se trata de una definición que no recoge las conceptualizaciones elaboradas por feministas y académicas desde hace décadas, además de no contemplar el vocablo “femicidio”.
¿“Feminicidio” o “femicidio”?
La palabra que viene de aceptar la RAE es conocida hoy en el mundo entero gracias a la lucha de las feministas latinoamericanas. Y no es por azar: los países de la región destacan desgraciadamente por la violencia contra la mujer. De los 25 países con tasas altas o muy altas de feminicidios, 14 están en América Latina y el Caribe, según The Small Arms Survey, un proyecto de investigación suizo.
Fue una antropóloga mexicana, Marcela Lagarde, quien tradujo y reformuló el término inglés de “femicide”, conceptualizado por primera vez en 1976 por Diana Russel y revisado en 1992 junto a Hill Radford, definido como “el asesinato misógino de mujeres cometido por hombres”. Gracias al empeño de Largarde y otras, México fue el primer país (en 2007) a incorporar el feminicidio en el código penal, gracias al trabajo de mujeres como Lagarde, luego de la inquietante desaparición de centenares de mujeres acontecida en Ciudad Juárez desde la década de los noventa. Y a México le han seguido otros Estados, especialmente en países de América Latina como El Salvador o Perú. En Costa Rica, Chile, Guatemala y Nicaragua, donde también está legislado, lo tipifican como “femicidio”. Así también se le suele llamar en Argentina, donde se está estudiando su inclusión en el código penal.
A pesar de la existencia de estos dos términos en las leyes latinoamericanas, el diccionario de la RAE recoge solamente uno, lo que le ha valido también algunas críticas, especialmente de las teóricas que consideran que se trata de dos conceptos distintos. El “femicidio”, en castellano un término homólogo a “homicidio”, sólo se referiría al asesinato de mujeres, mientras que “feminicidio”, definido por Lagarde, incluiría la variable de impunidad que suele estar detrás de estos crímenes, es decir, la inacción o desprotección estatal frente a la violencia hecha contra la mujer.
Una acepción que no contempla el conservador diccionario español, tachado a menudo de machista. Cabe decir que la academia lingüista acaba de suprimir las acepciones sexistas de “femenino” como “débil, endeble” y de “masculino”, como “varonil, enérgico”. Y es que la RAE es una institución inminentemente masculina: en los 300 años de su historia sólo ocho mujeres han estado entre sus miembros, y de sus 43 actuales sólo siete son mujeres.
La perspectiva de género, olvidada
Otro olvido de la magnánima institución del castellano que lamentan algunas feministas es el hecho de que la definición de “feminicidio” no incorpore la perspectiva de género, un enfoque aceptado mundialmente por instituciones como la ONU desde 1995. El concepto de género es usado para referirse a la desigualdad entre hombres y mujeres, en términos de relaciones de poder y dominio de los hombres sobre las mujeres debido a diversos condicionantes: económicos, sociales, políticos y culturales. Aspectos que van más allá de lo estrictamente biológico, del sexo.
“El femicidio se inscribe en la violencia de género contra las mujeres y las niñas, se trata de crímenes surgidos de la desigualdad y la discriminación, de las relaciones de poder de género”, declaró al periódico argentino Página 12 la antropóloga Marcela Lagarde, madre del término en español y quien celebra como un logro su inclusión en el diccionario de la RAE, a pesar de no abarcarlo en toda su amplitud.
Una definición inexacta, quizás, pero finalmente una inclusión.
Elisenda Panadés
Jueves 10 de Abril de 2014
Fuente: Radio Francia Internacional