Así lo cree Elisa Lerner, una de las pocas mujeres venezolanas que
escriben teatro y cuya obra “Vida con Mamá” está en la cartelera en la Sala
Juana Sujo. Las mujeres, afirma, le temen a la distancia porque necesitan de
la posesión más que el hombre y porque su posición en el mundo ha sido, hasta
ahora, más insegura.
Elisa es una de las pocas mujeres –quizá la única actualmente – que
escribe teatro en Venezuela. Muchos recuerdan aún su primera pieza, “Bella de
inteligencia”, que causara impacto por su ácido humor y su virulentas
definiciones. “El país odontológico” y “La envidia”, dentro de “Los Siete
Pecados Capitales”, son otras piezas cortas que la han revelado al público
como una excelente autora teatral. Y ahora, “Vida con Mamá” da mucho que
hablar, porque es su primera obra larga y porque, sin abandonar su certero
humor,se perfila definitivamente como escritora madura, distanciada de lo
real inmediato.
Definir a Elisa Lerner como “todo un personaje”, sería exponerse a su
ira. Ella prefiere calificarse como una mujer que piensa. Solitaria, secreta,
le teme a la gente, al público, pero ello no le impide tener una visión muy
clara, de eso que ella ama tanto, “el país”, su país y que en “Vida con
Mamá”, es estrujado hasta la saciedad. Como
en piezas anteriores, los personajes son femeninos, son en efecto, dos
mujeres las que meditan sobre el país, revisan su historia pasada y reciente,
en forma coherente, definitiva.
—¿Por qué las mujeres venezolanas no escriben teatro? —Realmente no sé. En un principio Elizabeth Schön e Ida Gramkco lo hicieron. Creo que el teatro es un género en el que las experiencias deben ser transmitidas en forma un poco distante. En la narrativa y en la poesía la experiencia personal se da más directa, más personal. Y las mujeres le temen a la distancia, porque necesita de la posesión más que el hombre y porque su posición en el mundo ha sido hasta ahora, más insegura. —¿Cree que la mujer está discriminada en Venezuela? —Está y no está. Es difícil decirlo. Pienso que la mujer que use las mismas armas del hombre, astucia y habilidad, no está discriminada. Pero la que actúa silenciosa y pacientemente, para escribir una obra por ejemplo, estará discriminada como el hombre que realmente es escritor. –De todos modos, los escritores son una minoría en el país, ¿no? –Ciertamente, los escritores en Venezuela somos todos una minoría. Y ser una minoría nunca me ha parecido algo alegre, porque se trata de una élite. La élite en el fondo es siempre tan desgraciada como los judíos en la época hitleriana o como los negros en ciertas ciudades del sur de Estados Unidos. Sí, la élite es una desgracia… los políticos son alegremente despectivos cuando hablan de los intelectuales y escritores del país, es decir, un poco como si Venezuela produjera su propio perfume francés. —¿Cómo se desarrolla ese proceso de escritura en ti? —Puede ser largo o corto. No lo puedo predecir. Generalmente, todo parte de algo que me obsesiona durante meses o hasta años. —¿Cómo te defines a ti misma? –Como una mujer que piensa más que el común de los venezolanos. —¿Por qué eres tan dura cuando juzgas al país? —Venezuela es una democracia sin memoria. La moneda gira en una forma no planetaria. Ayer se invitaba a comer jerarcas de la dictadura y hoy se es el gran cronista de la democracia. Un país muy joven tiene que tener algo en que sostenerse: la solidez, y ¿por qué no?, la democracia de la gente. En realidad no somos una democracia, somos una sociedad petrolera.
Edición Aniversario
Caracas
9 de Mayo de 1975
Fuente:
Link:
|
|