la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Eve Ensler: La mujer que hizo hablar a las vaginas pelea contra la violencia / Emine Saner, The Guardian - Clarín, enero 2012








Eve Ensler, autora de Monólogos de la vagina, interpretada entre otras actrices por Meryl Streep, Glenn Close, Susan Sarandon, Whoopi Goldberg, Calista Flockhart, Jane Fonda 
Oprah Winfrey, Teri Hatcher, Brooke Shields,
está organizando una campaña mundial para convocar 
a un billón de mujeres a hacer una 
huelga en 2013 
para detener la  violencia contra mujer y niñas
 a través de su fundación  V-DAY.   
Abusada de niña, hoy dice que sin los hombres 
como aliados no se acaba la violencia de género.





Eva Ensler, en el centro, con Glenn Close, Jane Fonda, Brooke Shields

y Kerry Washington en el 10 aniversario de V-DAY






"La violación se ha convertido en el arma 
moderna de la guerra."


¿Quién hubiera vaticinado el efecto que tendría un grupo de mujeres hablando sobre vaginas? Quince años atrás, Eve Ensler, que por entonces era una dramaturga de Nueva York moderadamente exitosa, dio a conocer la obra que había estado escribiendo durante dos años, Mónologos de la vagina. A partir de las entrevistas que había hecho con más de 200 mujeres, los monólogos resultantes -interpretados a lo largo de los años por actrices como Meryl Streep, Susan Sarandon y Oprah Winfrey- hablaban sobre las experiencias femeninas, la sexualidad, el abuso, el amor, los alumbramientos.





Pero Ensler no se detuvo allí. Alentada por el éxito de la obra -y por las historias que las mujeres le contaban después de las representaciones- creó dos años después el movimiento Día-V. Su objetivo es terminar con la violencia contra la mujer. Hoy se organizan en todo el mundo representaciones de la obra para recolectar fondos y el movimiento ya recaudó 85 millones de dólares que son usados para financiar proyectos para la mujer, incluído un ambicioso centro en Congo, que es oficialmente el peor lugar para ser mujer, de modo de apoyar a las mujeres que fueron violadas. ¿Podría haber anticipado Ensler su gran duración e influencia? “Todo fue un maravilloso misterio para mí” confiesa con una risa.

Nos reunimos en el atestado bar del hotel en Londres en donde se hospeda Ensler. Quienes la conocen siempre comentan el poderoso carisma de esta mujer. “Uno no se conecta así como así con Eve” dijo alguna vez Glenn Close, que interpretó esta pieza. “Uno se convierte en parte de su cruzada” agregó Close. De todos modos, Ensler es menos ostentosa y escandalosa de lo que ello supone.

Durante años lució una brillante melena oscura, muy particular, que la hacía parecer mitad pícara figura de libro de historieta, mitad guerrera con casco protector, pero la perdió después de someterse a sesiones de quimioterapia el año pasado, luego que le diagnosticaron cáncer de útero. Hoy lleva el cabello cortito. Terminamos sentándonos en sillas de un tamaño extrañamente gigante, lo que significa que ninguna de nosotras puede tocar el piso.

Hay algo bastante infantil sobre Ensler, de 58 años. A pesar de los relatos de horror que ha absorbido por las historias de vida de otras mujeres -así como las propias-, da la impresión de no ser cínica en absoluto. Está tan enojada con la injusticia como siempre, pero no está abatida.

Si Monólogos de la vagina comienza a parecer un poco trillado en el Reino Unido, es porque resulta sencillo olvidarse del impacto que tiene en otros lugares. “Esta semana se sumó Qatar y habrá mujeres allí que se van a subir al escenario para hacerlo y que van a arriesgar sus vidas con ello” explica Ensler. “Lo he visto una y otra vez, ese deseo de romper con tabúes, de contar secretos y de terminar con silencios -me parece algo muy poderoso y motivo de inspiración-”.

La obra más reciente de Ensler, I am an emotional creature, se basó en historias de adolescentes. Cuando se estrenó hace dos años, lanzó V-Girls de manera concreta para comprometer a las chicas y a las mujeres jóvenes. “Ignoran qué quiere decir la palabra feminismo pero sus deseos son feministas. Quieren ser libres, estar a  salvo, tener oportunidades y ejercer papeles de liderazgo. El truco consiste en descubrir el lenguaje que hablan las chicas y apoyarlo en lugar de decir “esta es una ideología que existe desde hace años y que todos necesitan apoyar”. Yo soy feminista. Crecí con el feminismo, pero también pienso que necesitamos sacudir las cosas para impulsarlas más y en otras direcciones”.

Otra de las cosas que Ensler notó con I am an emotional creature es lo dispuestos que están los hombres a comprometerse. Se lo mencionó a un amigo varón que le dijo: “los hombres tienen hijas y sienten que se pueden comprometer de forma activa porque les parece que pueden hacer algo para cambiar el destino de las vidas de sus hijas”. Hoy existe también un movimiento V-Men, que es “un cuadro de hombres en todo el mundo que están dando un paso al frente y diciendo “poner fin a la violencia contra las mujeres y las chicas significa algo para mí," todo esto es realmente emocionante. A menos que los hombres se conviertan en aliados activos, nunca podremos poner fin a la violencia contra las mujeres y las chicas. La mayor parte de la violencia contra las mujeres es ejercida por hombres -no somos nosotras las que violamos- así que a menos que los hombres se comprometan en esta lucha y la conviertan en una preocupación primordial no veo de qué otra forma vamos a terminar con esto”.


"Cuando una es violada es forzada a sentirse culpable"  

 Foto: Brigitte Lacombe


Este enfoque no le va a granjear el cariño de las feministas radicales pero Ensler ya dividió a las feministas. Germaine Greer, que apareció en una producción británica de Monólogos de la vagina, la calificó como “una pieza de exageración norteamericana bufonesca muy promocionada y fundamentalmente poco gratificante”. Camille Paglia atacó por su parte a Ensler. Escribió en una nota que Ensler representaba a “una rama del feminismo dolorosamente anticuada” y la describió en otra como “una cultista y charlatana delirante”. Sobre Greer, Ensler sonríe y admite haberse sentido triste si bien admite que tiene derecho a sentir lo que siente. “Hay muchas cosas que ella hizo que yo respeto realmente. Cuanto más vieja se pone una, más toma consciencia de que todo el mundo tiene cierta forma de ver las cosas y que las tiene que honrar”.

Ensler creció en un suburbio adinerado de Nueva York. Su padre era un ejecutivo de una empresa de alimentos. Su madre no trabajaba, se quedaba en la casa. En su libro de 2007, Insecure al last, escrito como respuesta en parte a la obsesión de Estados Unidos con la “seguridad” después del 11-S, pero también como unas memorias, Ensler mostró que ese ideal es una ilusión. La realidad era que su padre abusaba física y sexualmente de ella.

No podía imaginar la vida más allá de los 30 y llegué casi a asegurarme de no llegar a esa edad” escribió. Cuando tenía veinte y pico era adicta a las drogas y al alcohol, pero dejó todo cuando conoció y se casó con su marido y adoptó a su hijo adolescente. En los años siguientes trabajó como activista en beneficio de las mujeres sin hogar y en las filas del movimiento anti nuclear además de escribir obras que tuvieron algo de éxito en Nueva York. Luego vino Monólogos de la vagina. Que le trajo premios, dinero, fama y simpatizantes famosos -y, lo más importante, según admite, acceso al poder y a una plataforma-.







A principios de 2011, Ensler inauguró La ciudad de la alegría, un centro en el Congo que rehabilita a sobrevivientes de una violación. Las historias provenientes de las mujeres de este pequeño país centroafricano son inimaginables -mujeres atadas a árboles y violadas por varios durante semanas, mujeres violadas con palos, botellas y hasta armas, mujeres cuyos hijos y padres fueron obligados a violarlas a punta de pistola-. Ese centro es refugio ahora de 40 mujeres que tendrán apoyo psicológico, clases de inglés, podrán aprender a leer y a escribir, a manejar una computadora, a convertirse en hábiles comunicadoras y en líderes eficientes. “Es el lugar más alegre en el que estuve en toda mi vida” admite Ensler. “En medio de las peores circunstancias, esta ciudad crece y realmente creo que estas mujeres van a ser el futuro del Congo. El Congo fue un punto de inflexión en mi vida. He estado en muchos lugares en donde las mujeres sufrían, pero el Congo fue algo realmente terrible”. ¿Por la crudeza de la violencia? Ensler asiente. “Pensar que en este siglo alguna mujer puede ser tratada de esa forma con el conocimiento del mundo parecía simplemente insoportable”.


Cuenta que fueron las mujeres congoleñas las que la metieron en todo esto cuando se le diagnosticó cancer de utero el año pasado. “Estábamos construyendo y abriendo La ciudad de la alegría y mi parte del acuerdo era encontrar los fondos, así que tenía que vivir para poder hacerlo. En ese sentido, ellas realmente me salvaron la vida porque tenía que levantarme todos los días y seguir avanzando hacia adelante”. Las afirmaciones de que una enfermedad terminal puede llegar a transformar una vida pueden parecer trilladas muchas veces, pero Ensler, que asegura que su pronóstico es bueno, suena convincente. “Fue la peor experiencia que se convirtió en una realmente maravillosa” dice. “Hay mucha energía que me viene de todo esto y realmente no lo entiendo. También amo estar viva, es fantástico -en especial, cuando uno llegó a perder la vida, casi-. Fue algo tan crucial y tan catastrófico que me cambió y me hizo deshacerme finalmente de mucho a lo que me aferraba”.

Su propia experiencia con el abuso, dice, “está profundamente conectada con lo que me motiva. Antes me sentí atrapada por la ira y el drama y con probarme a mí misma y encontrar mi salida de esa posición de víctima, pero eso pasó y no es lo que me moviliza ya. Cuando una es violada es forzada a sentirse culpable porque por lo general uno absorbe -literalmente- al agresor de una y esto se convierte en la maldad propia. A mí me llevó años exorcisar este mal”. Pocos instantes después, dice en voz más baja: “me dí cuenta de que si seguía viviendo pensando que yo era una persona terrible y tenía que probar que no lo era, me iba a morir”.

Ensler tiene grandes planes. Para el 15° aniversario de Día-V, en 2013, quiere conseguir mil millones de mujeres -la cifra tiene su orígen en el cálculo de Naciones Unidas de que una de cada tres mujeres serán violadas o atacadas durante su tiempo de vida- para que se junten “y dejen sus trabajos o se alejen de toda situación en la que hayan sido violadas o que simplemente caminen porque fueron violadas y se sumen a quien sea. Si las mujeres pudieran ver las cifras y ver cuántas mujeres pasaron por esta experienca....”. Ella lo define como “una huelga general a la vida”. “Si las mujeres paran, todo el mundo va a parar -¿quién se ocuparía en ese caso de los pacientes, quién daría clases, manejaría las empresas, levantaría cosas en los campos y cargaría chicos en la falda?-”.

¿Se perdió Ensler algo como resultado de la vida que llevó? Piensa a veces en cómo hubiera sido su vida amorosa “si no hubiera sido catalogada como una feminista radical que inspira miedo. Pero después me contesto que así sea, que tuve una gran vida amorosa”. Después que su matrimonio terminó, mantuvo una larga relación con Ariel Orr Jordan, un artista y psicoterapeuta, pero hoy está soltera y esto parece ajustarse a su personalidad y a su estilo de vida nómada -tiene casas en Nueva York y París, pero pasa buena parte del año viajando-.

No oculta sus predicciones sobre a donde podrían conducir la violencia y el abuso a las mujeres y lo compara con los efectos del calentamiento global. “La violación” dice Ensler “se ha convertido en el arma moderna de la guerra. Cuando uno destruye una población, una vez que hay femicidio, se ve el fin de la humanidad porque no veo cómo hace uno para sostener el futuro sin mujeres vitales. Vemos prácticas tan horrorosas en el planeta que no las podemos imaginar siquiera”.

Y aún así suena muy animada cuando dice que se está gestando una “primavera de las mujeres. En mis días buenos, y tengo muchos, veo que esto es lo que se viene realmente” asegura con una sonrisa de soslayo. “Fueron realmente las mujeres egipcias las que lideraron el levantamiento. Vemos en todo el planeta todo tipo de activistas mujeres. Pienso en Agnes (Pareyio, directora de V-Day Kenia, que abrió dos casas de refugio para chicas que escapan de la mutilación genital femenina). Ella fue exiliada en su comunidad y ahora se postula para el Parlamento y tiene muy buenas chances de ganar. Miren a Dominique Strauss Kahan -es una situación terrible pero diez años atrás esto no hubiera sido tapa, no hubiera sido bajado de un avión-. Este tema es importante. Marca un cambio palpable. No hemos puesto fin a la violencia, pero hemos construído los mecanismos para comenzar a combatirla. El próximo paso es ponerle fin, lograrlo. Observo también a las mujeres de Libia, que organizan ahora la forma para llegar al poder. O miro a las mujeres de Liberia, que eligieron una presidenta”. Comienza ahora a juntar sus cosas. “Hay señales dondequiera que uno mire”.

Nos ponemos de pie. Cuando me acerco para darle la mano, Ensler me abraza. “En la tierra V nos abrazamos” me dice. Me toma de sorpresa, pero después me parece algo muy propio de ella -cálida, divertida, transgresora- y cuando me veo obligada, por cortesía, a colocar mis brazos alrededor de esta menuda mujer, me sorprendo por lo fuerte que parece.

 
© Emine Saner
The Guardian 
Revista Ñ
Clarín
11 enero 2012

Traducción: Silvia S. Simonetti




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Eve






Beatriz Iriart: Poemas Dedicados a Julio Cortázar, Primo Levi, Sylvia Plath, Ana Iriart , Anna Frank, Lorenza Mazzetti , María Teresa Castillo, Alejandra Pizarnik, Sobrevivientes del Holocausto...




Amarna

A la memoria de Ana Iriart, mi mamá 
(25/1/1925-16/8/2008).


Reina niña.

Reina madre.

Amarna ya no existe

pero el perfume perdura.

Nefertiti

reverencio

la inmortalidad

de tu Dios inexistente

de tu paso de papiros y miel

de tu memoria presente.







 Utopías de la vereda opuesta 

                                                                      
    A la memoria de Julio Cortázar
 

Brevemente el recuerdo

rebozó la mirada lejana

desde el asiento

del metro

de París a Buenos Aires.

Con destino fijo a tierra

de nibelungos y Fafner.

Con cronopios, famas

y alguna que otra ESPERANZA.


 ©Beatriz Iriart






 Ansias
  
A los sobrevivientes del Holocausto


Te he soñado tanto

en estos días

de potaje y pan.

Te he soñado tanto

con la escarcha y la hambruna

con las cadenas lacerando los tobillos

con el terror

instalado en la barraca.

Te he soñado tanto

LIBERTAD.


 Fotografía: Giovanni Gilli

                                 
                 

                  Caer con Cautela              
 
A  la memoria de Sylvia Plath



Suman mas mis muertos

que las horas concedidas

a Diana Cazadora

para aniquilar la vida





Canción



Cantaré

Por el presente sigiloso

cruel y devastador.

Cantaré

disipando sombras

y sembrando claridad.




 Dragón-Mujer


A la memoria de Alejandra Pizarnik

El misticismo

se tornó desprovisto.

Alejandra

corre

teme

despertar

incomparecencias.


©Beatriz Iriart
 


El Escultor

A la memoria de Anna Frank 
 
        
Poseer una cuchara-cuchillo 

es convertirse en ávido escultor. 

Hay que ubicar 

un pedazo de latón y que aflore 

para no desperdiciar 

ni una gota del potaje. 

Y con el cuchillo 

cortamos el pan 

para canjearlo 

por otras cosas 

más útiles. 

Sí, poseer una cuchara-cuchillo 

en estos días. 

Es todo un arte.
 
El Vergel


A la memoria de Raúl Zeleniuk  

      
En el vergel

han florecido siete

de tus "incipientes damas de noche"

siete fueron tus gritos

siete son los recuerdos

siete tus muertes

y tus "incipientes damas de noche"

traen siete vidas

cuando desaparece el sol

y yo

aguardo.


©Beatriz iriart
Poema y fotografía



Imperfecciones aberrantes

A Viviana, mi hermana.

En la CIUDAD y el PAÍS

que te expulsaron

está impreso

manido

trasnochado

TILOS, NARANJOS,

trazado masónico

un obispado que omite respuestas

habitantes pseudo-ciegos, necios.

Y tal cúmulo se “altera”

al oír tu “acento extranjero”.

El mismo que ellos forjaron

cuando mutilaron

adolescencia

definiciones

análisis

rumbos…

El mismo que con cada lesión

elegía

remembranza

fue adueñándose de vos…

durante tres décadas…

EN EL EXILIO.

 Fotografía: Giovanni Gilli 





Ingreso

A la memoria de Robert, Nina,Annamaria y Luce Einsten



Los gestos de la muerte

no se parecen.

Los remusgos los esparcen por cuantiosos bosques

y Dríade lo transmite por milenios..

Hoy

sesgaron incontables árboles …

Extraviamos registros.

Los gestos de la muerte

no se parecen.

La sangre no se regenera, el pulso disminuye…

Hoy 

EL UNIVERSO

entró en el olvido.


©Beatriz Iriart





 Números


                 A la memoria de Itsjok Katzenelson

                                                                       

No preguntes, no esperes respuesta

ante las "bestias" somos una cosa 

una carga 

que odian y justifican. 

La barraca está gélida 

como el invierno allí afuera. 

Sólo el recuerdo del terruño 

es cálido y es bueno para dormitar 

con ese sabor añejo. 

No hay salida 

en estos campos. 

Pero podés esperar 

una "selección"
                                                                                
metamorfosearte en pájaro

o sencillamente aguardar 

un disparo 

de "ocasión"



Yo estuve…

                  A la memoria de Primo Levi
                  27 de enero 2006.




 Yo estuve en Auschwitz.

Yo parí hijos

de amargura, dolor y espanto.

Yo anduve descalza

en el fango de un campo con flores segadas

al igual que las semillas frescas

de nuestros rebaños.

Y hoy a los 61 años

de la liberación del campo:

Soy una sombra,

una mujer sin rostro.

La desolación y el hambre.

Yo...

yo estuve en Auschwitz.

                                                                                                                                            



Julio Cortázar: reflexiones sobre Susana Rinaldi, Buenos Aires y el tango/ Poema a Susana Rinaldi






Apenas llegué a Francia en 1951, descubrí el mercado de las pulgas y en uno de sus más extraños corredores, una tienda de viejos discos 78. Entre ellos, uno de nuestro gran cantor de tangos, Carlos Gardel, que compré de inmediato, sin tener siquiera un tocadiscos para escucharlo, tal era mi nostalgia. El vendedor, un viejo más bien jodón, miró el rótulo y meneó la cabeza. “Ah, sí, Gardel”, dijo con tono apreciativo. No pude contener mi alegría y le dije con orgullo que éramos compatriotas. Tras de lo cual, echando una mirada a mi pelo largo y despeinado, lanzó: “¿Argentino, usted? ¿Y la gomina?”.

Susana Rinaldi tampoco lleva pegoteado el pelo con esa especie de firma personal que nos ha dado una reputación entre halagadora y equívoca. Ha transcurrido medio siglo y nuestra manera de sentir y de interpretar el tango ha cambiado mucho. Pero si este cambio puede sorprender a los que siguen fieles a los orígenes de cualquier forma de arte (apoyados en la moda “retro” que remeda deliberadamente los aires 1920-1940), basta escuchar a Susana Rinaldi para descubrir que lo esencial permanece invariable y que el propio Gardel, muerto hace más de cuarenta años, sería el primero en admirar a la cantora más grande de nuestro tiempo.

Porque hay una especie de milagro en este arte de renovar un género anticuado haciendo resaltar aún más su esencia simple, popular, pobre como una calle de suburbio y profunda como el alma de la ciudad. Susana sabe que el tango ha sido ante todo y sobre todo Buenos Aires, una música arrabalera como la java y el blues, un testamento urbano, su crónica de las noches de amor, de abandono y de muerte, su nostalgia de una felicidad imposible, su acta de pobreza sin esperanza de rescate. Con esa materia bastante primaria, esas palabras y esos aires limitados, Susana desviste el cuerpo a menudo vulgar del tango para mostrarlo en su más bella desnudez y, al hacerlo, muestra a los argentinos de Buenos Aires tal como son, vulnerables y reprimidos, tiernos y hoscos. En ella los tangos maltrechos por el desgaste del tiempo recuperan su esencia porque una gran artista los cambia. Y cuando Susana se atreve a cantar uno de esos tangos cuyos derechos a perpetuidad parecían pertenecer a Gardel, se mide la distancia que va de la imitación a la recreación, de la rutina bien aceitada al brotar del manantial.








 


La voz de Susana Rinaldi es una voz de una perfección que debe mucho a las grandes exigencias de nuestro tiempo, y de la que ella se sirve como se sirve de la palabra entre canción y canción, sin apoyar jamás pero creando desde la primera nota o la primera palabra una tensión que el público siente como un sortilegio. Y además está la elección: Susana ha ido a buscar, en el pasado y en el presente, esos tangos donde anida la belleza, donde tiembla y murmura el alma arrabalera o el relumbrón de los cabarets de la ciudad. Jamás lo vulgar, tan frecuente, ay, en tangos a veces célebres, habrá formado parte de su repertorio. Sin privarse de los momentos más representativos de ese género tan difícil que se presta, como el flamenco, a la estafa y la insipidez, logra presentar el abanico más amplio, pasearnos a lo largo de una velada por las calles de la ciudad del tango, ese “Buenos Aires querido”, del que Gardel fue el cantor.

Seguramente encontrarán ustedes en la sala a muchos argentinos. No vacilen en hablarles, estarán encantados de traducirles las palabras de los tangos, e incluso de tararearles otros durante el entreacto, en eso somos inagotables. Y además, al tango le gusta dar paseos, hacerse mimar como esa “muñeca de lujo” cuyos prestigios uno de ellos cantó en otros tiempos. La voz de Susana Rinaldi penetrará en ustedes, se les enroscará en la memoria. Como siempre cuando algo sale del corazón de un pueblo.

© Julio Cortázar
1976
 





A la voz de Susana Rinaldi

No sé lo que hay detrás de tu voz.
Nunca te vi, vos sos los discos
que pueblan por las noches este departamento de París.

Te busqué en Buenos Aires, pero sabés seguro
cuántos espejos de mentira te hacen pifiar la esquina,
como después de andar de bache en bache
acabás con ginebra en un boliche
murmurando la bronca del despiste.

No sé, ya ves, ni como sos,
tengo las fotos de tus discos, gente
que te conoce y te escribe,
paredes de palabras con glicinas
y vos detrás, inalcanzable siempre.

(Y esto que digo Susana
es también la Argentina donde todo
puede esconder la estafa si no sabemos ser
como el farol del barrio, o como aquí sus tangos,
vigías de la noche y la esperanza).

© Julio Cortázar
1974







Homenaje a 100 años de su nacimiento y 30 de su partida: 
26 Agosto 1914 - 12 Febrero 1984 / 
Homenagem aos 100 anos de seu nascimento e 30 de sua partida:
 26 agosto 1914 - 12 fevereiro 1984






Machu-Picchu, una pequeña revista cultural contra la dictadura argentina / viviana marcela iriart, enero 2012







Machu Picchu fue, supuestamente, la primera revista subterránea de cultura que se editó en la ciudad de La Plata, Argentina,  en 1978.  Digo supuestamente porque aunque no tengo registro de publicaciones anteriores,  no significa que no hayan existido.

Se editaron cuatro números bimestrales, gratuitos, que yo escribía a máquina de contrabando en el trabajo   y en la Escuela Nacional de Periodismo donde estudiaba, porque no tenía máquina de escribir en mi casa. 

Publicaba, únicamente guiada por mi placer, poemas, artìculos y dibujos de jovenes artistas de la ciudad y del país. Y  textos de autores que me gustaban, que sacaba de revistas y libros: Pablo Neruda, Joan Baez, Oriana Fallaci, Martin Luther King, Bernardo Verbitsky, Joni Mitchell, José María Arguedas,Robert Frost, E.E. Cummings, Melina Mercouri, Lu Yeu... 

Todo era muy artesanal y de la misma forma se distribuía: gratuitamente en librerías y entre la gente amiga. Se imprimía en offset y todos los meses yo ahorraba de  mi sueldo de empleada pùblica para pagar su impresión. El contenido total de la revista era de mi absoluta responsabilidad. Era una editora que escuchaba a todo el mundo pero que terminaba publicando sólo lo que me interesaba.

Machu Picchu circuló libremente de febrero a septiembre de 1978,  hasta que la dictadura fue a mi casa despuès de la publicación del cuarto número. Meses más tarde comenzó mi exilio en Venezuela.

Lo que molestó a la dictadura, presuntamente, fue la siguiente frase escrita por mí y publicada en el número 4, cuando Argentina se preparaba para ir a la guerra con Chile: 

“Vivamos en el Amor y la Paz: 
digamos “NO” a la guerra con Chile.
“NO” al reclutamiento  militar”.
 



Escribí esta inocente y al mismo tiempo peligrosa frase, tenía 20 años,  influenciada por mi gurú,  la cantautora y pacifista estadounidense Joan Báez, quien se había opuesto a la guerra de Vietnam utilizando la no-violencia.

Después de esa frase Machu Picchu dejó de existir y la vida de sus principales colaboradoras siguió su rumbo:

La poeta que aquí aparece con el nombre de Beatriz Mónica López Osornio es en la actualidad Beatriz Iriart. Continúa escribiendo, publicó libros de poesía y recibió varios premios. Su blog:  http://beatriziriart.blogspot.com/








La dibujante de las portadas y artículos internos, Claudia Patricia López Osornio, se convirtió en artista plástica, escenógrafa e iluminadora de teatro.




Yo, Viviana M. López Osornio,  hace más tres décadas que me llamo   Viviana Marcela Iriart y me dediqué a la escritura, el teatro y el periodismo. En 1979 tuve el inmenso honor de entrevistar a Julio Cortázar en Caracas, ciudad donde viví durante 30 años.







Estos números que aquí se publican sobrevivieron milagrosamente a la dictadura.


 ©viviana marcela iriart
13 de enero de 2012





Pablo Neruda: Confieso que violé a una mujer… y no me arrepiento/  por  viviana marcela iriart, 27 de octubre de 2017 /  “Confieso que he vivido”, Pablo Neruda, Ed. Seix Barral, 2017 





“Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible”

 

La víctima fue su joven empleada doméstica, de la casta de los parias, cuando Neruda era diplomático en Ceilán (actualmente Sri Lanka). La víctima tuvo que seguir trabajando para su victimario después del ataque sexual.

Neruda llama a la violación sexual “experiencia” en su autobiografía Confieso que he vivido (pág. 103 en Seix Barral, 2017;  pág. 132 en Losada, 1974).






“Mi solitario y aislado bungalow estaba lejos de toda urbanización. Cuando yo lo alquilé traté de saber en dónde se hallaba el excusado que no se veía por ninguna parte. En efecto, quedaba muy lejos de la ducha; hacia el fondo de la casa.

Lo examiné con curiosidad. Era una caja de madera con un agujero al centro, muy similar al artefacto que conocí en mi infancia campesina, en mi país. Pero los nuestros se situaban sobre un pozo profundo o sobre una corriente de agua. Aquí el depósito era un simple cubo de metal bajo el agujero redondo.

El cubo amanecía limpio cada día sin que yo me diera cuenta de cómo desaparecía su contenido. Una mañana me había levantado más temprano que de costumbre. Me quedé asombrado mirando lo que pasaba.

Entró por el fondo de la casa, como una estatua oscura que caminara, la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán, de la raza tamil, de la casta de los parias. Iba vestida con un sari rojo y dorado, de la tela más burda. En los pies descalzos llevaba pesadas ajorcas. A cada lado de la nariz le brillaban dos puntitos rojos. Serían vidrios ordinarios, pero en ella parecían rubíes. Se dirigió con paso solemne hacia el retrete, sin mirarme siquiera, sin darse por aludida de mi existencia, y desapareció con el sórdido receptáculo sobre la cabeza, alejándose con su paso de diosa. Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado. Como si se tratara de un animal huraño, llegado de la jungla, pertenecía a otra existencia, a un mundo separado. La llamé sin resultado. Después alguna vez le dejé en su camino algún regalo, seda o fruta. Ella pasaba sin oír ni mirar. Aquel trayecto miserable había sido convertido por su oscura belleza en la obligatoria ceremonia de una reina indiferente.

Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia.”


Confieso que he vivido (pág. 103)
Ed. Seix Barral










Cuando edité  Machu Picchu  y publiqué en cada número un fragmento del poema Canto General de Pablo Neruda yo no sabía, porque no había leído el libro, que el Premio Nobel de Literatura había violado sexualmente a una mujer y lo contaba sin arrepentimiento en su autobiografía.

Ahora leí el libro y lo sé. Estoy indignada. Asqueada. Desilusionada.

Quisiera borrar sus versos de mi revista pero no puedo.
Lo único que puedo hacer es publicar su confesión.

Parafraseando a Oriana Fallaci: pobre Nobel, pobre Literatura, pobre humanidad.

27 de octubre de 2017








Machu-Picchu número 1, febrero 1978

Textos de: 
Joan Baez, Bernardo Verbitsky, Pablo Neruda, 
Martin Luther King, Joni Mitchell, Beatriz Iriart
Cuento chino anónimo
Canción colombiana antiesclavista siglo XVII



















Machu-Picchu número 3, junio 1978

Textos de: 
Oriana Fallaci, Pablo Neruda, José María Arguedas,
Robert Frost, E.E. Cummings, Melina Mercouri,
D.Cooper, Alejandro Cántaro, Manuel Fernández Vaca, 
Traducción: Daniel Guillermo de la Rosa






























Machu-Picchu número 4, septiembre 1978


Textos de: 
Lu Yeu, Joan Baez, Pablo Neruda, José María Arguedas
Enrique Bossero, Cintia Laura Abramsonas, Carlos Pacheco,
Carlos Barbarito, Daniel Serra, Olga Martínez Acosta,
  Guillermo Pilía,  José Abdelnur
Alejandra Monsalvo, Yuyo
Textos sin firma: viviana marcela iriart